El agro léxico político ilustrado

Por Marisa Rauta

loscuatroylasverdurasLa semana chubutense cierra con un sinnúmero de actos apretados dado el comienzo de la veda de presentaciones institucionales vinculada al proceso electoral. Lo notable es que la mayoría de los grandes anuncios estuvieron generados por iniciativa de la Nación, a través del ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, y candidato a diputado por el FpV, Norberto Yauhar. Y a decir verdad, si la campaña ayudó a empujar las numerosas inversiones que el funcionario logró para la Provincia, sería más que conveniente que siguiera siendo “ministro en campaña” y dejara la más pasiva banca legislativa a los que hoy tanto pujan desde el más árido llano, por un espacio de visualización política.
Es que ayer se concretó la licitación para construir el Mercado Concentrador en Trelew que favorecerá la producción de todo el Valle y donde se invertirá 77 millones de pesos, además se inauguró el Polo Lácteo y un modernísimo Centro de Ordeñe, un Centro de Forrajeras y se anunció sorpresivamente para la dirigencia provincial, que en breve se viene el Mercado de Carnes y el Mercado de Lanas. Un combo que definitivamente apunta a darle concretamente autonomía productiva y de abastecimiento alimentario a Chubut y la Patagonia toda. Una verdadera avanzada en hechos en relación a los intentos fallidos de aquella “Revolución Productiva” del maestrismo, o de la parrafadas sobre el desarrollo sustentable posible tantas veces discursadas por el dasnevismo.
Pero, mientras Yauhar apunta claramente a entramar los sectores productivos que venían deshilvanados por el capitalismo y los grandes monopolios, y a modificar la matriz con estos pules de generación que impulsa el Estado nacional, con fuerte base ideológica, en otros ámbitos se trataría de copiar los ´espacios de sumatoria´ casi exclusivamente desde una infraestructura concentradora, y desde las ideas de inducción del cambio social desde un agente dominante, basados en teorías importadas sobre la ruptura de la polarización espacial.

Las zanahorias y la sandía

El territorio del lenguaje suele erigir muros a la comprensión, que luego de ser sorteados se torna huecos para que pasen otras posibilidades, algo así deja claro Cortázar en su magistral propuesta “La vuelta al día en ochenta mundos”. El gobernador Martín Buzzi erigió ayer algunos muros y abrió huecos con un parabólico discurso al anunciar la obra que le corresponde a Rawson, uno de los diez centros de “Encuentro”, que demandará 50 millones cada uno y más de 500 días de construcción.
Con un lenguaje icónico vinculado a los beneficios de un sitio integrador para los niños y jóvenes a través del deporte, la dispersión y la cultura, Buzzi
especuló sobre el abandono de las “esquinas” para optar por la “piletota”, y para ello reveló la estrategia política de cambiar “el palo” por “las zanahorias”. El espacio textual apuntó a las transformaciones imaginadas a través del planteo de un nuevo “objeto de deseo”, pero generó complejas significaciones con un metalenguaje frutal que aportó al cierre, la posibilidad incluso de ofrecer mucho más que las pastinacas anaranjadas, optando por una gran “sandía”, a modo figurativo de tentación juvenil.
Retomando las parábolas a las que nos tiene acostumbrados, Buzzi apoyó su entusiasta apuesta a estos Centros en un lenguaje que de tanta simpleza figuró encriptado. Si una parábola matemática es el lugar geométrico de los puntos del plano que equidistan de un punto fijo, llamado foco, y de una recta fija llamada directriz, Buzzi lo dejó entonces certificado al retomar la idea fija de las zanahorias, los nabos y las batatas en el acto siguiente, donde se firmó la licitación para un Mercado Concentrador esta vez sí de producciones del agro.

Nísperos y peras

Sin querer alcanzar una solución -como Tarski- a las paradojas semánticas, y mucho menos poner puntos suspensivos sobre el predicado de verdad de lo que se dijo o cómo se dijo, la idea de aplicar las hortalizas y frutas como simbología del mapa político que expone el oficialismo chubutense, resultó sin embargo bastante clarificante. Ni estuvo el ministro Coordinador, Carlos Eliceche que viajó a Buenos Aires hasta el martes, ni estuvo el ministro de Gobierno, Javier Touriñán que también ya se había ausentado. Fueron todos “nis” con sus respectivos “peros” aducidos a modo de justificación de las ausencias oficiales, que no pasaron desapercibidos para el funcionario nacional que protagonizó el anuncio. Astringentes y sintomáticos repliegues.
El otro gran plantazo fue del intendente Máximo Pérez Catán que no concurrió a uno de los principales anuncios de inversión probablemente de los últimos diez años para Trelew, que además se sumó al de la disponibilidad de los fondos para la obra del aeropuerto. El argumento del “Príncipe” fue que le avisaron muy sobre la hora la noche anterior y ya tenía en agenda inaugurar un playón deportivo. Todos minimizaron la ausencia y se escuchó de pasada “no se le pueden pedir peras al olmo”, en alusión a la politización del evento que habría hecho Pérez Catán asesorado por el candidato del PACH, Mario Das Neves.

Política vegetativa

Entre tanto, Yauhar desgranó pacientemente esa especie de síntesis antioxidante de gestión provincial nutrida de vegetales y simbologías. Foucault estudia hondamente el poder y el lenguaje. Dice que cuando se habla realmente, es posible de hecho decir cosas ´fabulosas´: “el triángulo dibujado por el sujeto hablante, su discurso y lo que cuenta está determinado desde el exterior por la situación: no hay ficción”. La política chubutense en ese marco, sería hoy por hoy todo un cultivo estacional que depende cada vez más del clima social y de las buenas o malas cosechas de algunos.

Sin carozos

En general, y pese a la buena prensa culinaria, los vegetales no cuentan con la misma en el habla. Las verduras de hecho, suelen tener mala fama en el lenguaje popular: las cosas nos pueden importar un bledo, un pepino, un rábano y si lo ampliamos a las especias, también nos puede importar un comino. Podemos dar calabazas a alguien o mandarlo a freír espárragos porque lo consideramos un berenjena, o un cara de acelga o un papanatas. Además los planes estupendos pueden quedar en agua de borrajas. Todo este léxico irrecomendable sin embargo ayer se filtró en los discursos oficiales aunque fue prolijamente borrado de las gacetillas. Tal vez por el cauteloso trabajo que va haciendo el nuevo subsecretario de Información Pública, Sergio Fernández Novoa de no desandar de un plumazo el estilo enquistado pero sí atemperarlo. Un asesor que sigue prefiriendo la carne y los bien servidos asados de medios influyentes, a las austeras ensaladas y pescados alternativos, adhiriendo a la sentencia popular «Nabos con coles, olla de pobres».
En fin, a pesar de tanta dosis de política vegetativa, y tanto mandar fruta, hay que reconocer que casi todos terminamos frescos como una lechuga.

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