CREER O REVENTAR

Los rayos cósmicos llegan a la Tierra desde galaxias muy lejanas

La astronomía lleva siglos rastreando los cielos para acercarnos a mundos aún por explorar. Es una de las ciencias más antiguas, común a muchas civilizaciones y que pone sus miras en los objetos más distantes del ser humano.
Planetas, estrellas y galaxias lejanas se forman, exhiben o mueren ante nuestros ojos. A veces llegan hasta nuestro planeta, e incluso hasta nuestros pies, meteoritos o restos de colisiones de la materia del espacio, tras un largo viaje realizado a gran velocidad. Radiaciones, ondas, partículas, el listado de fenómenos celestes distintos que podemos detectar es muy diverso y plantea incógnitas sobre su precedencia.
Así ocurre con los rayos cósmicos, que llegan a la Tierra con muchísima energía, las más altas que se pueden observar en la naturaleza y que son incluso un millón de veces mayor que la que se alcanza en los laboratorios de los grandes aceleradores de partículas, como el del CERN en Ginebra. Aunque se conocen desde hace más de cincuenta años, algunos son muy difíciles de detectar, por lo que tras una década recopilando datos, los científicos han desvelado ahora su origen.

Doce años de observación

Se trata de núcleos de átomos que se originan fuera de la vía Láctea, en galaxias remotas, donde se aceleran y adquieren energías muy elevadas. Al llegar a la Tierra, interaccionan con nuestra atmósfera y producen lluvias formadas por más de diez mil millones de partículas, como electrones, fotones o muones.
Esto es lo que han concluido los investigadores que trabajan en el Observatorio Astronómico Pierre Auger de Argentina.
Desde allí, entre enero de 2004 y agosto de 2016, los 27 telescopios y los 1.600 detectores de partículas dispuestos en unas instalaciones de 3 mil kilómetros cuadrados, han captado miles de rayos cósmicos de ultra alta energía.
En este contexto, los datos han sido analizados por más de 400 investigadores de 16 países y 95 instituciones internacionales, entre las que se encuentran la Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad de Granada y la Universidad Complutense de Madrid. Los resultados se han publicado el pasado jueves en la revista Science.

Pérdida de energía

Los astrónomos han medido la inclinación de hasta 30 mil rayos cósmicos y han observado que una determinada dirección se repite con gran frecuencia y apunta al exterior de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
«Lo que hemos detectado es que, de todas las direcciones que vemos, hay una dirección privilegiada con un máximo de intensidad que no apunta al centro de la galaxia, sino a una dirección muy diferente», mencionó Enrique Zas, líder del equipo científico español del Observatorio Pierre Auger.
Este investigador, que pertenece al Instituto Galego de Física de la Universidad de Santiago de Compostela, ha comentado además que la frecuencia con que se detectan estas partículas cósmicas es uniforme en toda la superficie de la Tierra. Sin embargo, parte de la energía con la que llegan se pierde por el camino, lo que depende del tipo de partícula que sea y de la distancia desde la que viaje.

Orígenes desconocidos

«Al no saber aún dónde exactamente se producen no podemos saber cuánta energía pierden, pero sí que lo hacen de forma continua», ha aseverado el científico. Según Zas, lo hacen debido a la propia expansión del universo en un fenómeno equivalente al que se produce en el desplazamiento al rojo, por el que la luz que se detecta de una parte del universo que se aleja llega con una energía más pequeña que cuando se produjo. «Con los rayos cósmicos ocurre igual», ha observado. «Los campos magnéticos de las propias galaxias, de los que no sabemos mucho, son fundamentales para explicar la pérdida de energía y la trayectoria que siguen estas partículas».
En cuanto al origen de los rayos cósmicos, el español ha destacado que las teorías apuntan a objetos muy grandes con un campo magnético muy elevado. «Hay muchas propuestas pero al saber que son extra galácticas ya damos un paso para eliminar otras. El puzzle de incógnitas del universo lejano podría empezar a verse de una forma más nítida», ha afirmado.

Fuente: El Mundo – Ciencia

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