DEL “YO, SOY USTED” AL “¡MIRAME, SOY COMO VOS!”

La política de revista y los políticos que se nos parecen

Por Lazarillo de Tormes

Cuando una campaña política comienza, muchos suelen sentir la misma euforia que un infante, momentos antes de comenzar el Ciclo Lectivo; preparar la cartuchera, la mochila, los elementos, las herramientas, y disponerse a atravesar una serie de desafíos, cuyos resultados quedarán plasmados en los resultados finales del examen o la contienda.
Ciertamente, cada elección que transcurre suele sorprender al colectivo social con las astucias, aciertos y sinsabores que muchos de los spots publicitarios arrojan, acaso presos de la necesidad de viralizar contenidos que rara vez suelen ser replicados por quienes acceden a los mismos, a excepción que se trate de, por ejemplo, los insólitos spots de Sergio Berni utilizando imágenes de la serie política “House of Cards” (https://www.youtube.com/watch?v=qMT3yP6Vlo4), las danzas del salteño Walter Wayar para demostrarse un “hombre común” (https://www.youtube.com/watch?v=KWvAnD3whxA) o las recordadas publicidades del radicalismo en 2013, donde se planteaba una distopía en la que el país estaba dividido en “Argen” y “Tina”, bajo la premisa de que “venimos a unir el país”, tal como la famosa e infame “grieta”, creada en el ámbito del lenguaje periodístico para ponderar la estrategia del “divide y reinarás”.

Imágenes y semejanzas

Por estos días, algunos precandidatos han sido arrojados a las trincheras de la campaña, ante la consigna de, necesariamente, buscar identificarse con el “hombre común”, una cornisa cuyo borde es tan fino que invita a repensar los peligros de perder el equilibrio por ser “muy muy” o “tan tan”.
Es el caso del economista Matías Tombolini, un respetado analista enviado al frente de batalla por la alianza “1País”, conformada por el massismo y Margarita Stolbizer, quien de manera simpática invita a conocer su hogar (https://www.youtube.com/watch?v=V3yN99IdPyQ&list=PL0Dkh0lqUQUw7OaS3XHqBitCmljisUMP6), comentar que es “profe de la facultad”, que se crió en Almagro, que es casado, que tiene hijos y, como una medida disruptiva en medio del spot, ofrecer un mate a su entrevistador. Durante un programa matutino de la televisión abierta, comenzaron a llover las preguntas clásicas que buscan “bajar a la Tierra” cierto tipo de perfiles que no lograrían identificarse, de otra forma, con el “hombre común”: “¿Qué tenés dentro de tu heladera?”, inquiría la entrevistadora, a lo que el economista se mostraba como un “fanático de los yogures”, y demás muletillas que dejaran entrever aquél ciudadano de a pie, con las mismas preocupaciones (“no alcanza la plata”) y tendencias que el resto. Marketing político puro y duro, aunque en la actualidad, cierta parte de la población ha logrado desarrollar los debidos anticuerpos para evitar que “le entren” por ese costado de la simpatía.

El “hombre normal”

Sin embargo, la viralización y, muchas veces, puesta en ridículo de algunas figuras, no hace más que impulsar su exposición al frente de las pantallas de los hogares, como ocurriera con Francisco De Narváez, de quien muchas veces se dijo que “si no hubiera concurrido al programa de Tinelli, no hubiera ganado la elección”.
Como suelen explicar algunos manuales de marketing político, el voto no suele ser racional, así como también, la opinión pública suele ser dinámica; supongamos que exista un candidato con una propuesta superadora, que realmente pudiera hacer frente a las problemáticas que atraviesa el país en sus distintos aspectos, y con la debida astucia para poder comunicar su proyecto de manera que todos lo entiendan, se convirtiera en un “favorito de la gente”. Aquella figura, seguramente perdería una importante cantidad de votantes, tal vez la mayoría, si se conocieran diversos aspectos de su vida privada (más comúnmente ligados a lo que ocurre en la vida del “ciudadano común”), como, por ejemplo, que es divorciado, o separado, vegetariano, que alguna vez fue infiel, etcétera; ello terminaría, de manera lapidaria, sus aspiraciones políticas, ya que al común denominador de la sociedad, que es la sociedad en sí misma, suelen atraerle las figuras “estables”, que denotan cierta armonía y statu quo: casados en primeras nupcias, preferentemente católicos, con uno o más hijos, que practiquen algún deporte y que tengan debilidad por “algo”, bien podrían ser los animales, los autos o el helado de dulce de leche; qué más da.

Inmunizados

De este modo, en la actualidad, el debilitamiento que han sufrido los partidos políticos en su estructura comunicacional a través de sí mismos, ha impulsado a que se trabajen mucho más los perfiles de aquellos que prometen “no defraudar” a la sociedad; por ello, se construyen conexiones entre el candidato y el votante (“¿Querés un mate?” / “¡Le gusta el mate, igual que a mí!”). Consecuentemente, tocando alguna fibra sensible en el carácter y la personalidad del elector, se hace posible introducir nuevas ideas, premisas e incluso los mal llamados y novedosos “hechos alternativos” o “alternative facts”, que son materia de profundo estudio en la prensa internacional.
Por eso, suele decirse en el ámbito de los jefes de campaña, que una estrategia correcta tiene la posibilidad de “sobrevivir a una campaña mediocre”, así como también, una campaña brillante puede verse opacada por una forma pobre de estrategia o de comunicar las ideas.
Así es que, desde hace algunos días, comenzó el “circo” del marketing eleccionario y, con él, la circulación de los distintos spots, algunos más paradójicos que otros (https://www.youtube.com/watch?v=CK7sZDFsfWU), pero con la firmeza de un trazo que busca continuar algunas estrategias que no han dado mayores resultados; concretamente, gran parte de la sociedad no se siente identificada por quienes dicen ser o querer ser sus representantes, pero la carrera comenzó, así que la premisa será ver, hasta donde puede sorprendernos la astucia y la inventiva de quienes buscan renovar, u ocupar un lugar en la función pública.

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