Tal y como se esperaba desde hacía días, este jueves finalmente falleció Liu Xiaobo, el disidente más conocido y combativo de China porque en 2009 fue condenado a once años de cárcel por reclamar democracia. Galardonado en 2010 con el premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobo se ha convertido ya en un mártir de la lucha por los derechos humanos en China. Pero ni siquiera ha podido morir en libertad.
Enfermo de un cáncer de hígado terminal, que le fue diagnosticado en mayo, Liu Xiaobo llevaba desde finales de junio encerrado en un hospital de Shenyang, capital de la provincia norteña de Liaoning. Hasta allí había sido trasladado desde la prisión donde cumplía condena. Aunque el autoritario régimen de Pekín le había concedido la libertad condicional para recibir atención sanitaria, se negaba a dejarle salir del país para ser tratado en el extranjero, como pedía con insistencia. Consciente de que su muerte era inminente, Liu Xiaobo quería presionar así a las autoridades para que su esposa, la poetisa Liu Xia, pudiera también marcharse de China, ya que estaba bajo arresto domiciliario en Pekín y solo ha podido reunirse con él durante sus últimos días.
Según informaron este jueves las autoridades chinas, Liu Xiaobo falleció de un fallo múltiple de sus órganos, pues desde la semana pasada su cuerpo no aceptaba ya las medicinas contra el cáncer. Consumiendo sus últimas horas, los médicos querían entubarlo para ayudarle a respirar, pero su familia se ha negado a prolongar su agonía.