EMOTIVO ACTO EN EL “INDIO PUNTA CUEVAS” Y EN EL MONUMENTO A “LA GALESA”

Las comunidades galesa y mapuche-tehuelche recrearon la historia de Madryn

Puerto Madryn vivió en la víspera una jornada de celebraciones que se inició muy temprano en el Indio Punta Cuevas con la tradicional rogativa de los pueblos originarios, y continuó con múltiples y diversas actividades, entre las que se destacaron la también tradicional carrera del barril.
Sobre el mediodía, con la apertura a cargo de la Orquesta Oficial de la Policía Federal Argentina (PFA), la ciudad de Puerto Madryn vivió un emotivo homenaje a sus raíces, donde las distintas comunidades arraigadas históricamente en la región trazaron un recorrido por los hechos fundacionales de la ciudad.
Participaron del acto el intendente, Ricardo Sastre; concejales, funcionarios municipales y provinciales, entre ellos el ministro de Turismo, Herman Müller, y se hicieron presentes los representantes de la Asociación Cultural Galesa y la Comunidad Mapuche-Tehuelche con asiento en Madryn.
Ambas pronunciaron sendos discursos, donde llamaron a recordar la travesía emprendida por los 153 primeros colonos galeses, a bordo del Velero Mimosa, el 28 de julio de 1865, así como también recordaron las comunidades originarias que ya se encontraban presentes en la zona y que, al día de hoy, mantienen una tradición y cultura intactas, con el fin de preservar sus raíces y orígenes.

Búsqueda de paz y ansias de libertad

“Este es el día que en que los pies de nuestros antepasados pisaron estas playas, y donde arrancaba un nuevo capítulo para toda la Patagonia”, remarcó Silvina Garzonio, titular de la Asociación Cultural Galesa, quien recordó que “consigo traían muy pocos bienes materiales, pero sí, muchas ansias de libertad, sueños, esperanzas y mucha fe de que se podía vivir mejor”.
Sobre este punto, contó que “cuando un grupo de colonos dejó su país a bordo del Mimosa, en mayo de 1865, lo hizo cantando un himno que decía ‘hemos encontrado un país mejor, lejos, en el sur; es la Patagonia, allí viviremos en paz’” y agregó que “adaptarse a esta tierra nueva implicó muchos sacrificios; un alto costo y esfuerzo, muchas veces pobreza y, muchas otras, soledad”.
Garzonio mencionó que “tanto es así, que quisiera repasar una parte de esta epopeya, que tal vez no todos conocen” y rememoró que “encontramos dos años después, el 28 de julio de 1867, a este mismo grupo, desesperanzado, casi rendido, esperando en estas mismas costas, un barco que los llevara a otra tierra, donde sí pudieran cumplir sus sueños; los vemos dudando en haber encontrado esa tierra prometida y mejor que venían cantando”.

La primera Fiesta del Desembarco

Sobre esta línea, añadió que “dejaban atrás sus sueños patagónicos; en el Valle quedaba lo que habían llegado a construir en esos dos penosos años de esfuerzos, penurias y desencantos, y esta misma arena los vio resurgir como el Ave Fénix, intentarlo de nuevo; aún ahora, que conocían el precio que debían pagar para domar esta tierra difícil, los vimos decidir quedarse e intentarlo una vez más; pero ahora, la decisión de quedarse y la convicción de que este era un país mejor, fue para siempre; esta redoblada apuesta por esta tierra se festejó como la primera ‘Fiesta del Desembarco’; hoy (por el viernes), hace exactamente 150 años, es decir, dos años después de su llegada”.
El resultado de dicha decisión “ya es conocido por todos”, destacó Garzonio, agregando que “su esfuerzo comenzó poco a poco a rendir sus frutos; pocos años después, este Puerto Madryn les prestaría su geografía para emplazar un puerto y ahí poder crecer; desde aquí, parten las vías con las cuales sueñan alcanzar los hermosos valles de la Cordillera, y hasta aquí llegan para mostrar al mundo el fruto inimaginable de la colonia”.

La cultura galesa, presente

La presidenta de la Asociación Cultural Galesa puso en valor que “Puerto Madryn nace con el deseo de estos colonos de un país mejor, y hoy es el símbolo de su esfuerzo, y del de tantos otros que emigraron después” y sostuvo que “este es nuestro lugar; aquél por el cual todos decidimos jugarnos y quedarnos, el cual seguimos amando cada día, en las buenas y en las malas”.
En este sentido, valoró que “hoy, no solo estamos conmemorando la primera Fiesta del Desembarco; lo que estamos festejando es esta actitud positiva, esta fe en el trabajo colectivo para construir, juntos, un futuro mejor; lo recordamos para seguir teniendo esos valores como guía” y concluyó que “es un placer y un honor continuar sosteniendo la cultura galesa de aquellos inmigrantes; que el bagaje de valores que aquellos que, de manera tan estoica, llevaron adelante esa epopeya, perdure con nosotros por muchas generaciones”.

“Cada uno hizo historia”

Seguidamente, dos representantes de la comunidad mapuche-tehuelche pronunciaron un emotivo y profundo discurso, en el que mencionaron que “nuevamente, hoy nos hemos congregado aquí teniendo como motivo convocante el aniversario número 152 de la ciudad; la conmemoración del desembarco de los colonos galeses, allá por 1865, personas estas que, por vivir situación de apremio por parte de Inglaterra, decidieron dejar sus tierras y buscar otras que les permitieran vivir en paz, pudiendo dar forma a sus sueños y proyectos, pero, por sobre todas las cosas, que les permitiera vivir con la libertad que ellos consideraban necesaria”.
Ello “sería el principio de las distintas corrientes migratorias que se producirían de ahí en más en distintas partes del mundo, hacia nuestro país y, más precisamente, en nuestra Patagonia”, consignaron, remarcando que “cada uno hizo historia; esta historia es, por hoy, conocida por todos, pero hay que decir que hubieron otros pobladores que ya estaban aquí, en este inmenso territorio, que estaba habitado desde mucho tiempo, y eran los antiguos tehuelches, denominados a sí mismos ‘Aonikenk’, es decir, ‘gente del Sur’, y ‘Günün-a-küra’, ‘gente del Norte’”.

El reconocimiento a los pueblos, una deuda histórica

Ellos “fueron los que descubrieron todos los secretos de esta inmensa estepa patagónica, llegando a conocer esta tierra como la palma de sus manos, aquella que recorrían libremente, manteniendo el libre compromiso de preservar a la naturaleza, y de que se caracterizaban por ser solidarios”, recordaron, haciendo hincapié en que “no eran un pueblo de lanzas; muy por el contrario, eran hospitalarios con el prójimo y, de esto, puede dar fe la gente de la colonia galesa”.
Además, sostuvieron que “hoy, tan solo ha quedado el vestigio de su presencia en los distintos grabados que han dejado en las rocas de la Patagonia, y en un puñado de nosotros, que, a través del tiempo, resiste como pueblo los embates de ciertos progresos que no miden las consecuencias de la contaminación, ni contemplan el daño del ecosistema que nos rodea y que nuestros antepasados tanto preservaron”.
Consecuentemente, “desde aquí decimos ‘no a la idea de instalar una planta nuclear en Patagonia’”, manifestaron, al tiempo que solicitaron que “se respeten los territorios que aún nuestros hermanos ocupan; somos conscientes de que aún falta contar una verdadera historia, y es la de los pueblos originarios de la Patagonia”.
En este contexto, recordaron también “la falta de reconocimiento del Estado Nacional para con nuestros pueblos, la violación permanente de los derechos que asisten y la reparación histórica que, aún, adeuda el estado de indigencia y marginación en el que se nos ha instalado; pero estamos convencidos de que llegará el día en que, de una vez por todas, podamos tratar el tema ‘pueblos originarios’ a nivel nacional, dado que la Constitución Nacional así lo establece”.

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