La burocracia de siempre

El Comité gobernante funcionó en principio en Madryn. La comida se vendía. Había una cuenta precisa de cada comprador. El salario semanal era de una libra para todos los que hubieran trabajado, sin distinción en tareas públicas y comunitarias. Todos eran muy cuidadosos con sus cuentas. Dicen que después, cuando el Comité funcionó en el Fuerte Viejo, en Rawson, “el plan fracasó enteramente”, recordaba Thomas Jones. Parece que la distancia que debía recorrerse en carreta o a caballo, el control de las cuentas y las dificultades para cumplir con los compromisos puso en crisis la organización por un buen tiempo.

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