REMEMBRANZAS

Para Roy Centeno, el periodista de la Patagonia

Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Hace poquito más de cinco años, fuimos a pasear a Gaiman con toda la familia. Y aproveché, y le toqué la puerta a Roy, hacía mucho que no lo veía. Quién me iba a decir que esa visita se transformaría en una despedida…
Cuando volví a casa, escribí: “Hoy fui a visitar a Roy Centeno. 91 años y más de 70 de periodismo. No está del todo bien Roy, a veces se pierde un poco, pero siempre tiene esa respuesta mordaz al filo de las palabras, me dijo que ya está transitando sus últimos años, precisamente ‘mi último año’ me dijo con un guiño divertido en los ojos, y que en estos tiempos quiere aprovechar y hacer cosas que realmente le gustan. Pero me aseguró que no son deseos materiales. ¿Qué son?, le pregunté. Charlar con algún amigo me dijo y me dio una palmada en la rodilla. Creo que me llenó el tanque por un buen tiempo. Gracias Roy”.
Nueve días después éramos más los que lo estábamos despidiendo en aquel frío páramo cerca de la ruta.
Y otra vez, a la vuelta de su último adiós en Gaiman, quise escribir algo en su memoria, y rebusqué en la gran batea de internet datos de su vida que se escapaban de mi memoria. Nada o casi nada había sobre Roy, uno de los primeros periodistas, sino el primero, de la Patagonia. Así que me puse en campaña, y después de pelearme con varios “moderadores” de Wikipedia, tarea ingrata si las hay, hoy esa torre de Babel virtual dice que Roy Centeno Humphreys fue uno de los periodistas y escritores de más extensa trayectoria de la Patagonia, incursionó en la literatura, la fotografía y el teatro y es uno de los pioneros del periodismo en la Patagonia.
Este domingo 18 se cumplen exactamente cinco años de su partida, y lo podemos recordar con tristeza o celebrando una larga y provechosa vida. Porque no se puede discutir que haya sido provechosa, fue fundador y director del diario Noticias del Mundo de Nueva York, el primero en poner en tapa el asesinato de John Lennon; cubrió la masacre de Munich de 1972 cuando comandos palestinos asesinaron a un grupo de atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos; también cubrió la pelea Alí-Bonavena y tradujo “A sangre fría”, la novela de Truman Capote; sólo para mencionar algunos hitos.
Todo comenzó en 1938, cubriendo la visita del campeón olímpico Juan Carlos “el Ñandú Criollo” Zabala a Bahía Blanca. Roy tenía apenas 16 años y un periodista del diario La Nueva Provincia lo vio rondando el Club Olimpo, donde correría el atleta y le dijo: “Pibe vení, mirá, yo tengo que hacer otra cosa, vos llamame por teléfono y contame qué pasó acá”, sin imaginar que esa frase inocente daría el empujón a 74 años de carrera.
Siete años después ya trabajaba para el diario El Mundo en Buenos Aires, haciendo traducciones de textos en inglés, lo que finalmente le permitió entrar a United Press International (UPI) como corresponsal. Y en 1962, logrando el traslado a Nueva York dentro de esa agencia, decidió radicarse en Estados Unidos. Hacia fines de 1976 fundó el diario Noticias del Mundo, el cual dirigió hasta el año 1982 cuando finalmente regresó a la Argentina.
En la agencia de noticias norteamericana fue traductor, redactor y reportero. Por esos años también comenzó a trabajar en el diario La Razón. Allí se convirtió, en la década del cincuenta, en una especie de comodín que trabajó en todas las secciones del diario. Según sus propias palabras “Félix Laíño -director del vespertino durante más de 50 años- me encajaba las notas más raras, sobre todo por el idioma”; así entrevistó a Louis Armstrong, a Bill Halley, a Gina Lollobrigida, a Ava Gardner, a Arturo Illia, a Alfredo Stroessner, a Ringo Bonavena, a Juan Manuel Fangio y a Pascualito Pérez, entre muchos otros.
Roy se vanagloriaba de haber cubierto tres Juegos Olímpicos (México 68, Munich 72 y Montreal 76) y cuatro mundiales de fútbol (Suecia 58, México 70, Alemania 74 y Argentina 78), pero también estuvo presente en cuatro períodos de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la asunción de Richard Nixon y su caída tras el Watergate, y en la reunión Carter—Torrijos por el Canal de Panamá, en 1977.
Hacia 1982, de vuelta en Argentina, se radicó primero en la ciudad de Bariloche, luego recaló en Puerto Madryn, donde escribió durante varios años una columna semanal en esta misma página en nuestro Diario de Madryn. Todavía recuerdo cuando venía junto a Lina con un pendrive y su columna, y juntos la revisábamos para mandarla a imprenta.
Quedan en todas las bibliotecas de Chubut sus libros, entre los cuales se destacan “El hombre que se creía tango”, “La sobrina” y “El síndrome Marilyn”, pero más que nada queda en la memoria de todos los que lo conocimos esa entrañable sonrisa de chico travieso que lo acompañó hasta el último día.

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