LA "MAFIA" DE MACACOS EN BALI QUE ROBA A LOS TURISTAS Y LES EXIGE UNA RECOMPENSA

Animalito e’ dios

Los turistas que caminan distraídamente por los alrededores del templo Uluwatu, en Indonesia, corren el riego de perder gafas, sombreros, cámaras fotográficas y otros objetos que lleven consigo. Y es que este antiguo templo balinés, construido en la cima de un acantilado, está habitado por macacos que han aprendido no solo a robar las pertenencias de los visitantes sino también a intercambiarlas por comida.
Si bien robar objetos es un comportamiento frecuente en macacos y otros primates que viven en ambientes compartidos con seres humanos, lo interesante en este caso es que los animales usan estos objetos para negociar con los humanos el pago de un recompensa en forma de alimentos.
Haciendo a un lado la evidencia anecdótica, esta es la primera vez que un equipo de científicos analiza este comportamiento de forma sistemática.
Pese a los reportes de un comportamiento similar en otros lugares del mundo -de los cuales no hay información detallada- este caso «es definitivamente raro y no está extendido entre los macacos», le explica a BBC Mundo Fany Brotcorne, una de la autoras del estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Lethbridge, en Canadá y la Universidad de Liege, en Bélgica.

Paciencia

Después de observar a los macacos por cuatro meses, Brotcorne y su equipo, liderado por el investigador Jean-Baptiste Leca, concluyeron que se trata de un comportamiento aprendido, transmitido culturalmente de una generación a otra y no de una habilidad innata.
De los cuatro grupos de macacos estudiados por los investigadores, los dos que pasaban más tiempo entre los visitantes del templo registraron más situaciones de robo y negociación.
«La frecuencia y la prevalencia de este comportamiento aumentaba en función de la oportunidad de interactuar con humanos», señala Brotcorne.
Cuanto más tiempo pasaban cerca de los turistas, más chances tenían de aprender sobre la naturaleza de los objetos, y de cómo utilizarlos para obtener alimentos.
Los miembros más activos del grupo eran los machos de alrededor de 6 años.
Muchos aprendían individualmente, por ensayo y error u observando a sus compañeros en acción.
A la hora de esperar una recompensa, los macacos exhibieron una gran paciencia.
Sin embargo, cuando no se les daba nada a cambio, abandonaban eventualmente el objeto sustraído.

Flexibles e innovadores

Este comportamiento es también una muestra de la flexibilidad e innovación de la que son capaces los macacos, al igual que muchos otros primates que habitan en zonas urbanas, sobre todo cuando se trata de conseguir comida.
Al vivir en contacto constante con seres humanos, estos macacos aprendieron, por ejemplo, a abrir botellas de refrescos. «Básicamente, aprenden a utilizar recursos vinculados a los humanos», dice Brotcorne, quien cita otro ejemplo de comportamiento innovador.
«Algunos macacos en Uluwatu son también muy hábiles para abrir botellas (o incluso grifos) y beben de la misma forma en que lo hacen los humanos, también pueden abrir bolsas cerradas y mendigar comida parados en dos patas».
Robar y canjear, añade la investigadora, podría ser una nueva tradición en el comportamiento de los primates transmitida mediante el aprendizaje social.

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