MÁS DEL 65% DE LOS ARGENTINOS ASEGURÓ QUE LA SITUACIÓN ESTÁ PEOR. 7 DE CADA 10 PERSONAS CREEN TENER BAJAS POSIBILIDADES DE OBTENER UN TRABAJO

Aumenta el stress por la falta de empleo

Los últimos meses el cierre de fábricas, marcas reconocidas que se declararon en quiebra y pequeñas empresas que aseguraron que “ya no saben cómo hacerle frente a la inflación”, generó un aumento de desempleo en toda Argentina, instaurando una incertidumbre en más de la mitad de los ciudadanos que aún conservan sus puestos laborales.
“Trabajar con stress y miedo genera una angustia muy grande entre todos los empleados”, aseveró Mariana, empleada de una zapatería reconocida de la ciudad de Puerto Madryn. “Hoy entras a la mañana a trabajar y no sabes cómo vas a terminar el día y más aún cuando pasan las horas y ves que nadie entró a comprar, ni siquiera a probarse un par de zapatillas, porque si no se vende, la dueña cierra el negocio, se funde, y de ser así mis compañeros y yo nos quedamos sin trabajo”, continuó.
En este contexto, detalló que “la situación de empleo empeoró. Sólo con el cierre de la fábrica Cerámica San Lorenzo quedaron más de 140 personas sin trabajo. Si una empresa así quiebra o se funde, qué le queda a las empresas chicas que tienen muchos recursos menos y las ventas no son en producción, sino día a día”, preguntó.
Además, la empleada afirmó que “en lo que va del año, las ventas de calzado en ese local se redujeron al 40 por ciento menos, en relación a igual período del año 2016” y prosiguió: “si al desempleo, por ende los bajos o escasos recursos económicos de la gente, le sumamos la quita de los impuestos a los productos exportados y por ende la apertura aduanera para exportación, las tiendas locales cada vez reducen más sus ventas”.
“Si a esto le agregamos el aumento de los alquileres, y la suba de los servicios es evidente que ningún empresario, sea de pequeña o mediana empresa, puede hacerle frente a los gastos, impuestos y demás cuestiones”, cercioró Mariana.
También, manifestó que “si los que tenemos trabajo estamos con miedo y con mucho presión psicológica y emocional, por miedo a perder el mismo, no puedo imaginar cómo están quienes se quedaron desempleados, ya que la posibilidad de conseguir un nuevo empleo es muy escasa a comparación del año pasado”.

Licencias médicas

En la misma línea, Marcelo, dueño de un local de indumentaria unisex de la ciudad, detalló: “En el local tengo dos empleadas y una de ellas con licencia psicológica por stress” y agregó: “Desde que empezaron a cerrar las empresas, los locales comerciales y aumentó el desempleo, además del evidente crecimiento demográfico, a mi empleada le agarró pánico. Tenía miedo de que la despidiera, pero a pesar de hablarle, creo que el miedo se propagó a todos, porque ya no se trata de echar o no a un empleado sino de poder mantener el local funcionando”.
Lo cierto es que “se nos hace difícil a todos”, testificó. En este sentido, ejemplificó: “Yo no pude reemplazar a mi empleada mientras esté de licencia, porque no puedo cubrir los gastos para tener a otra persona trabajando acá. Por eso vine yo en su lugar”.
De todas maneras, “no logramos vender casi nada, entre una y tres prendas al día; y con mucha suerte 5”. “Si tengo que tener en cuenta los servicios, más los impuestos, el valor del alquiler, la mercadería y los sueldos, entre otros gastos, no me es redituable seguir con un negocio que no tiene ganancia. Es algo para pensar”, dijo Marcelo.
Al mismo tiempo, cercioró: “terminamos un 2016 muy abajo y estamos sintiendo el aumento de la inflación de manera muy fuerte en los comercios y las empresas en lo que va del 2017. Realmente, esperamos poder repuntar, pero hasta el momento no vemos indicios de que se estén haciendo cosas para que así sea, por lo menos para el comercio textil, de calzado y alimentos, entre otros sectores”.

Vivir con temor

Por su parte, profesionales de la salud detallaron que “no sólo se trabaja para ganarse la vida, sino también para lograr el desarrollo personal, por lo que perder el empleo resulta demoledor. Además da “desesperanza y el miedo, paraliza carreras profesionales, reduce la autoestima, genera estrés psicológico y numerosos riesgos que dañan la salud”.
Para los psicólogos “la depresión por desempleo guarda mucha relación con el miedo, que coloca al que lo padece en una situación de permanente angustia e indefensión”. Asimismo, “el miedo es uno de los factores responsables del deterioro de la salud mental. Porque el miedo te atenaza, no te deja actuar, hace que te sientas acobardado, limita tu capacidad de respuesta”.Todo esto abona el terreno para padecer una depresión por desempleo, causada por el miedo y que a su vez fomenta más y más el miedo en aquellas personas que la padecen.
“El mundo sigue, pero cada vez hay más personas desempleadas y aquejadas por un profundo malestar psicológico, con el agravante de que muchas no se atreven a pedir ayuda por vergüenza o por orgullo”, remarcaron los profesionales.
En este sentido, aconsejaron que “de encontrarse con los primeros síntomas de stress o miedo laboral, recurrir a ayuda profesional puede ayudarnos a adoptar una actitud, que nos hará afrontar de un modo positivo el desempleo y prevendrá o contrarrestará la depresión por desempleo”.
En cuanto a las fases del desempleo en los individuos según sus edades, los mismos detallaron que “las consecuencias psicológicas son diferentes para los distintos grupos de población. En la juventud, el desempleo prolonga la dependencia de los padres”.
Los jóvenes viven el desempleo como un fracaso y esto puede abocarles a la depresión, reducir sus relaciones sociales y aumentar su pasividad. A menudo, se recluyen en casa para ver la televisión o escuchar música y experimentan vergüenza ante la familia, porque sienten que les han mantenido y se han sacrificado en beneficio de su preparación profesional.
Algunos estudios constatan que los jóvenes acaban imbuidos por sentimientos de apatía y resignación, y abandonan la búsqueda de trabajo ante los fracasos repetidos. Otras veces, en especial quienes tienen un elevado nivel cultural, transforman su irritabilidad en trastornos psicofisiológicos que se concretan en problemas digestivos, broncopulmonares y dermatológicos. Y muchos acaban por pensar que son ellos los verdaderos culpables de estar en el paro.
Mientras que los adultos pasan en general por varias fases ante un despido. Primero experimentan un shock, se sienten sorprendidos por la noticia, desorientados y tienen miedo. Después, creen estar de vacaciones (aún no han interiorizado que están desempleados), lo perciben como una situación temporal y, a menudo, se dedican a hacer arreglos en la vivienda durante un tiempo. “Pero llega un punto en el que tienen la necesidad de buscar trabajo y, ante los repetidos fracasos, se sienten ansiosos e irritables, una fase que puede durar varios meses y que puede derivar en distintos trastornos psicofisiológicos”, aseguraron.

Menos ofertas laborales

Según un estudio realizado por el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) e Ibarómetro indicó que más del 60 por ciento de los argentinos piensa que la posibilidad de conseguir trabajo se redujo en relación a un año atrás. “La mitad de los consultados cree que el desempleo aumentará en los próximos meses”.
Por estos factores, los Argentinos viven estresados, angustiados y con un mal humor, según afirmaron los expertos. En relación a las cifras, los resultados son aún peores. Según una reciente encuesta el 55 por ciento de los trabajadores ocupados tiene miedo a perder su posición. En tanto, el 58,3 por ciento de los encuestados declara conocer a alguien que perdió su empleo en los últimos meses y 7 de cada 10 creen tener bajas posibilidades de obtener un buen trabajo.
Los datos surgen del CETyD y la consultora Ibarómetro, donde la insatisfacción laboral, pasó de 46,7 por ciento en el mes de noviembre del 2016 a 54,4 por ciento en el período actual. La principal explicación de estas cifras reside en el ascenso de la preocupación por una posible pérdida del trabajo.
En noviembre de 2016 el 44,5 por ciento de los trabajadores ocupados declaraba estar preocupado por perder su trabajo; esa proporción creció más de diez puntos, ascendiendo a 55 por ciento.
En el estudio se ratifica la tendencia hacia la incertidumbre señalada en la medición anterior (noviembre 2016) donde el 60,5 por ciento percibe que las posibilidades de conseguir un trabajo se redujo en relación a un año atrás. En el mismo sentido, un 46,7 por ciento considera que el desempleo aumentará en los próximos meses mientras que solo un 20,8 por ciento confía en que se reducirá.
En el terreno de la capacidad adquisitiva, las evaluaciones son aún más negativas: el 67,5 por ciento piensa que la situación de «la mayoría de los trabajadores» empeoró en los últimos tres meses, al mismo tiempo que el 61,3 por ciento manifiesta que empeorará en el futuro.
En este contexto, signado por la incertidumbre, la conflictividad laboral se percibe en aumento, un 52,4 por cientocree que las protestas, paros y movilizaciones han crecido en los últimos meses mientras que el 67,5 por ciento considera que la conflictividad sociolaboral seguirá aumentando. En relación a la legitimidad de las protestas conviven dos visiones divergentes: un 53,6 por ciento las asocia con derechos y necesidades insatisfechas mientras que un 39,7 por ciento entiende que obedecen a cuestiones políticas.
El Índice IDIL mide la incertidumbre laboral de los distintos segmentos del universo de trabajadores ocupados. Puede oscilar entre «0», que equivale a una nula incertidumbre laboral, y «10», que significa una incertidumbre laboral absoluta. El valor registrado en la actual medición fue de 6,6, lo cual representa un importante incremento en relación al valor registrado en noviembre con el 4,9 por ciento.
Los valores más altos del IDIL, que acreditan niveles acentuados de incertidumbre, se encuentran entre las mujeres, los asalariados, los residentes en el Gran Buenos Aires y especialmente entre los jóvenes, segmento que presenta el nivel más alto del índice con el 7,6 por ciento.

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