LAS PARADOJAS DEL MERCADO: EL COMUNISMO CHINO PREGONA EL LIBRE COMERCIO, MIENTRAS EL CAPITALISMO ESTADOUNIDENSE DECLAMA EL PROTECCIONISMO. LOS INDUSTRIALES ARGENTINOS, CADA VEZ CON MENOS CONFIANZA EN EL MODELO

Probando con el miedo

Por Carlos Leyba

Una pintura sin desperdicio de la situación que atraviesa la industria argentina, fue pincelada por Carlos Leyba en El Economista a partir de un análisis macro, y a propósito de la reciente reunión del foro mundial. “Cada año se repite en Davos un encuentro de CEOs globales, de las personalidades destacadas en el campo de las tendencias más sólidas en el mundo de los negocios y – en general – ocurre con poca presencia de empresarios argentinos. Davos es una suerte de retiro material, no espiritual por cierto, donde los líderes de las multinacionales propagan a nivel mundial, y desde las refinadas nieves europeas, las sacrosantas virtudes de la globalización y del libre comercio. Es un “relato” – los argentinos después de la era K bien sabemos que cosa es eso – que se desvanece si miramos la relación histórica real entre los Estados y las grandes empresas en las economías desarrolladas y en las potencias emergentes. Se trata de señalar el beneficio de abrir los mercados a las multinacionales que crecieron amparadas por los Estados. Una paradoja estructural.
Y esta vez, debido a las fracturas internas acerca del discurso de la “racionalidad del comercio libre”, fue necesario que esta vez este Foro, doctrinariamente hipercapitalista, fuera presidido por el líder del Partido Comunista Chino, quien colocó a la práctica marxista como la expresión más agresiva a favor del libre comercio. (…)
El mensaje en lectura argentina del discurso chino y del Foro es: detrás de cada producto chino se oculta una presión a la baja de los salarios por desaparición del empleo.(…)
Casi al mismo tiempo que el comunista Xi Jinping en Davos, Donald Trump en Washington, el nuevo líder político de la Nación cuna de las mas poderosas multinacionales, disparó contra las consecuencias de la globalización sobre Estados Unidos y la conducta de los últimos años de las corporaciones americanas.
Dijo Trump “Debemos proteger nuestras fronteras de la devastación de otros países que fabrican nuestros productos, se roban nuestras industrias y acaban con nuestros empleos. La protección nos brindará una gran fuerza y prosperidad. Seguiremos dos simples reglas: comprar en Estados Unidos y contratar en Estados Unidos.”

Lo que nos cuentan

Es en la corriente principal de la academia americana dónde se diseña el “relato” de la supuesta no intervención como condición necesaria para que el mercado produzca el bienestar.
Una formidable paradoja, mientras el líder comunista chino reclama el libre comercio, el líder capitalista de la derecha americana, reclama el retorno de las inversiones para crear trabajo y predica el fortalecimiento del mercado interno.
¿Y nosotros? En esta oportunidad, como en muchas otras, se hicieron presentes “nuestros concesionarios” esa “astuta avis” que – en nuestro país – se ha apropiado del patrimonio público a cambio de menos que poco; que goza del enorme privilegio de la protección natural que esas actividades conllevan; del trato preferencial del PRO, que prolijamente remeda el que tuvo el gobierno K; y que cuentan, entre esos concesionarios, el record de la fortuna súbita, que es la característica que los une con sus benefactores. (…)
La casi ausencia de los empresarios que producen y acumulan con el esfuerzo propio, es notable en esta oportunidad como lo ha sido en muchas otras. Es que la visión de la globalización divide las aguas dentro de nuestro país – lo que invita a la adhesión o al rechazo al Foro – y lo nuevo es que, en los tiempos que corren, la globalización también está generando tensiones en todo el planeta.
Ausentes con aviso en el Foro de Davos, han sido los protagonistas del ascenso político de las ideas críticas a la globalización, que están contenidas en los fenómenos Trump, Brexit, Indignados, los partidos antisistema en toda Europa, y por qué no muchas de las expresiones doctrinarias del Papa Francisco. Las razones de las críticas no son idénticas en todos esos personajes y en todos esos procesos. Pero denotan la inconsistencia entre el discurso de la globalización y el libre comercio y las realidades sociales decadentes.

¿Reconocerán los PRO a China como economía de mercado? Néstor Kirchner lo hizo aunque no lo envío al Congreso. Nuestros funcionarios viajaron a Davos para repetir la búsqueda de inversiones extranjeras que inauguraron al asumir en Buenos Aires. El portavoz de las ideas gubernamentales fue el ministro Francisco Cabrera. Como señala un respetado economista argentino “Macri es el único presidente que reivindica el actual proceso de globalización y espera integrar nuestro país al mismo”. Veamos.
Cabrera expone sin anestesia. Lo recordamos en la reunión de Abeceb, que dirige Dante Sica, momento en que, ante 300 empresarios locales, a la pregunta ¿cuándo arranca la economía? respondió “no tengo la menor idea”, desnudando así las improvisaciones trimestrales de sus colegas de gabinete. La realidad confirmó que la polvareda de la economía arrancando no se divisó en 2016. Tenía razón.
Y ahora en Davos le ha dado la despedida al mantra de “la confianza”. Durante todo el año, el presidente y su equipo han repetido que ellos trajeron “la confianza” y que con “la confianza” llegarían las inversiones y con las inversiones el crecimiento. El crecimiento no llegó – y en el mejor de los casos todos esperamos el rebote en 2017, que es otra cosa – y tampoco llegaron las inversiones.
La pregunta que nos hacemos los ciudadanos es si llegó “la confianza”. Pero la que hoy se hacen los funcionarios, después de un año, es si con “la confianza” alcanzará. Ellos creen que “la confianza” llegó porque – a su entender – ellos mismos la generan. Es decir, creen, que la presencia de los CEOs en el gobierno genera la confianza de otros CEOs. Pero, en la práctica, no alcanzó.
Habrá que probar con otra cosa. Inclusive con lo contrario a la confianza que, como sabemos, bien puede ser el miedo.(…) Algo por el estilo acaba de insinuar el honesto Francisco Cabrera.
En Davos sostuvo, según La Nación, que `la Argentina tiene un problema de productividad en la industria´ y que la estrategia de integrarse al mundo para sumar tecnología e inversiones `genera miedo´. Para aclarar sus ideas dijo «El empresariado piensa en productividad con una concepción antigua».
Para Cabrera el `problema de la productividad de la industria´ se debe a la `concepción antigua de la productividad´ del empresariado argentino. Es decir se trataría – según Cabrera – de un problema cultural. ¿Qué será lo antiguo – y lo contrario – de la productividad? Inescrutable.
Hay consenso en la profesión en que `la productividad´ es consecuencia de la acumulación en bienes de capital, tecnología, innovación, capacitación, organización, etc.
En consonancia con este concepto JA Schumpeter definió al capitalismo como un sistema de propiedad privada en el que la innovación (la vía de acceso a la productividad creciente) se financia con crédito. El problema es que lo que no existe en la Argentina es el crédito capaz de financiar la innovación, los bienes de capital, la tecnología, la capacitación, la organización, etc. El crédito al sector privado no pasa del 15 por ciento del PBI e incluye hasta la financiación del consumo. Observar el apoyo gigantesco del Estado en los países occidentales a la innovación sería interesante que lo estudien. Puede que sea una concepción antigua. ¿Cuál sería otra?
El ministro nos respondió: «Acá, en Davos, quiero atraer inversiones a la Argentina, compañías grandes que traigan innovación e integración al mundo». Tres conceptos `compañías grandes´, `innovación´, `integración al mundo´.
Cabrera propuso un modelo que ya en el año 1925 el economista español Luis Olariaga, amigo de José Ortega y Gasset, describió en Revista de Occidente. En él auguró su hibrides, la que se materializó: el progreso social colectivo no se importa.
Es importante generar potencial de compañías grandes, una cultura de la innovación e integrarnos al mundo que significa, esencialmente, diversificar producciones y mercados. Y no desactivar producciones, especializarse y concentrar mercados que vendría a ser lo contrario y a lo que hemos estado sometidos casi durante los últimos lamentables 40 años.
Eso es lo que hasta ahora generó el modelo insinuado por Cabrera. Demasiadas palabras sin la adecuada explicitación.
El ministro continuo: `Hay tensión y miedo. Porque cuando hablamos de normalizar la economía e integrarla, eso produce miedo. Cuando hablamos de comercio internacional, las pymes tienen miedo´. De las palabras de Cabrera se desprende que `la confianza´ sembrada no germinó en las compañías grandes y que por eso vino ahora a Davos a buscarlas. Y tampoco en las PYMES locales que las describe `tensionadas y con miedo´.
Y dado que día a día, como dice Mauricio todos los días un poquito más, hablan de normalizar e integrar la economía y de comercio internacional que, según Cabrera, les producen miedo a las PYMES, podemos concluir que se da por terminado el discurso de `la confianza´ y van a probar con lo que da `miedo´. Atrasamos el tipo de cambio, mantenemos alta la tasa interés en pesos, abolimos controles anti bicicleta, formulamos estrategia de pedal a full, entran dólares financieros, reforzamos atraso cambiario, ingresan importaciones, se tornan inviables actividades manufactureras, se hace cuesta arriba agregar valor…Un círculo vicioso harto conocido.
La `letra con sangre entra´. Puede que sea cierto. Pero lo que es indudable que cuando se transita el camino del atraso cambiario y la vocación de libre comercio, entran bienes, cierran plantas, aumenta el desempleo y crecen los déficit gemelos. La economía de la deuda en la nueva versión de la economía del miedo”. Una clarísima mirada sobre la producción argentina y las urgencias del presente.

Fuente: El Economista

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