PETARDOS DE AYER Y DE HOY

“No sos vos, soy yo”, o son las instituciones

Por Lazarillo de Tormes

El optimismo, en ocasiones entendido como una mera negación de la realidad, muchas veces es utilizado como un bálsamo para atravesar las distintas situaciones a las que la vida misma nos tiene acostumbrados.
Sin embargo, en el ámbito de las políticas públicas, aquellas que verdaderamente le “cambian la vida” a la gente, existe una importante deuda social desde las instituciones, para con sus ciudadanos, quienes suelen buscar protección en las mismas cuando algún inconveniente atraviesa su estado de Derecho.
La regulación en la venta y uso de pirotecnia data de principios de los noventa, cuando una Ordenanza promulgada en la ciudad de Puerto Madryn establecía una normativa específica para su utilización, ello, sin contemplar el impacto de tales estruendos en la salud de muchas personas, e incluso de mascotas y animales domésticos, quienes padecen, varias veces al año, las consecuencias de las explosiones que muchos califican como “divertidas”.
Claro está, hay que tener en cuenta que durante esa década, se podía fumar tabaco en los trenes y las películas de Olmedo y Porcel no eran consideradas “violencia de género”; por tanto los valores y principios bajo los cuales la sociedad se regía, no eran otra cosa que un reflejo de lo proyectado por la “caja boba” y algún eventual programa de televisión, que se emitía a diario, en horario de medianoche.

“Explosivas” discusiones, pero nada más

Desde hace algunos años, la concientización respecto de la pirotecnia logró que disminuyera, en importante medida, su utilización durante las festividades, principalmente las de Navidad y Año Nuevo, aunque no faltaron, durante las últimas celebraciones, aquellos osados que optaron por ignorar la legislación local y detonar algunos de esos artefactos en el patio de su casa, provocando una batahola de críticas y opiniones encontradas en aquél terreno en el cual “se habla de todo”, pero en términos concretos, “no se resuelve nada”, que son las redes sociales.
La prohibición para la venta y compra de pirotecnia se encontró, de este modo, con una nueva barrera, que es el impedimento por parte de inspectores municipales y de la propia Policía, de ingresar en los domicilios en donde se sospeche o constate que se venden petardos y fuegos artificiales, hecho que motivó que desde el Concejo Deliberante pidieran a la Legislatura que considere dicho escenario dentro del ámbito del Código Contravencional.

Irracionalidad

Sin embargo, la cuestión termina resumiéndose, existe o no una legislación, a la falta de solidaridad por parte de aquellos “vecinos ruidosos”, muchos de los cuales expresaron a viva voz que “las Fiestas sin fuegos artificiales no son fiestas”, errática premisa que nos obligaría a razonar que “el fútbol sin violencia, no es fútbol” y tantas otras metáforas aplicables a lo mundano que nos rodea.
En definitiva, resulta indispensable un cambio de conciencia respecto de un sector del colectivo social, acaso acostumbrado a ciertos hábitos perjudiciales incluso para sí mismo; de lo contrario, estaremos condenados a que, cuando definitivamente no exista más la pirotecnia como opción para celebrar, nos encaminemos a buscar alguna que otra cosa que suplante aquél “vacío”, y las opciones similares, no parecerían ser muy buenas.
De este modo, no sería aventurado pensar que, a veces, lo que se discute cuando se debaten cuestiones que afectan la vida cotidiana de los habitantes de una ciudad, no es otra cosa que discutir la propia formación de los ciudadanos, en materia ética y de respeto por sus vecinos, dos “hábitos” que, año tras año, continúan cotizando en baja.

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