LA FASCINACIÓN POLÍTICA DE LOS QUE OCUPAN EL PODER, LOS CÁLCULOS DE MACRI Y EL CULTRÚN AHOGADO POR EL CÍRCULO VERDE

Contracolumna: El microclima del poder

Por Trivia Demir

«La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados» decía el genialísimo Groucho Marx, que entre broma y broma fue estampando verdades que hicieron escuela en el tiempo. Se podría agregar que además de eso es creerse el propio discurso. O sea, embriagarse de voces propias y blindar la percepción de lo demás.
Pasa con el círculo rojo de Macri, con el verde de Mario y con el blanco nada de las oposiciones actuales. Y en este marco, el dueño del círculo se convence casi absolutamente de que todo lo que se dice oficialmente se cree, y que a la gente en verdad, le preocupa e interesa en gran medida la política. Hay fundamentos varios para esto. Uno de ellos es la retroalimentación del periodismo que legitima al establishment.
Según Diego Dilleberger, editor de la revista Imagen, el programa que conduce Alejandro Fantino por América TV “Animales Sueltos”, no acertaba con el rating con farándula, modelos y vedettes. Apostó a la política pura y dura y duplicó su rating. Jorge Lanata demostró que puede ganarle a partidos de Boca o River, y si se suman su audiencia a la de Luis Majul, le ganan a un `superclásico´ entre los dos equipos con más hinchada de la Argentina.
Sin embargo, Jaime Durán Barba, el estratega del presidente Mauricio Macri, sostiene que, fuera del famoso `círculo rojo´, el debate y la investigación política no interesan. «Si uno se mete a Google va a ver que solo 0,5% de las preocupaciones de los argentinos tienen que ver con la corrupción», dijo en una entrevista que le hice hace un año.
Julián Gallo es el gurú de las redes sociales de PRO y fue un hombres clave para que Cambiemos ganara la elección de 2015. Recientemente sostuvo en radio Millenium que «la política no le interesa a nadie o sólo interesa cuando hay episodios muy particulares, cuando la política está muy polarizada».

¿Interesa o no interesa la política?

Despejar esa incógnita no es un dato curioso más: de esa constatación pueden partir estrategias de comunicación acertadas o completamente erradas: es preferible equivocar el remedio con un diagnóstico correcto, porque se puede corregir, ya que de un mal diagnóstico, afirman los curanderos viejos, nunca va a salir el remedio adecuado. Esta semana una nota reportando un muerto en nuestro sitio Web www.eldiariodemadryn.com atrajo más de 1.500 lectores en un día, mientras que otro reporte sobre la inversión que se haría en la Meseta Intermedia para irrigar con más sofisticación, apenas interesó a unas 200 personas en el mismo lapso de tiempo. Una pequeña comparativa, pero que marca tendencia en la segunda quincena de un año que se supone `electoral´.
Dice Dilleberger respecto a hacer el diagnóstico correcto desde lo que interesa, a quienes gobiernan: “por ejemplo, si consideramos que solo el círculo rojo se interesa por conocer un plan económico del gobierno, quizás no solo no nos preocupe darlo a conocer. Quizás creamos que no hace falta tenerlo. O si creemos que no interesa nuestro proyecto de reforma laboral, quizás no saldremos a buscar una alianza con la opinión pública para contrarrestar al poderoso lobby sindical y la reforma fracase”.
Agrega en este sentido que el gurú del oficialismo nacional, Durán Barba es muy claro en su visión de la comunicación de gobierno: «El tema son realidades, no discursos», y se supone que esa fue la clave en la comunicación municipal, en la que el PRO basó su gran éxito: obras y no discursos de proyectos ambiciosos, que sí fueron la regla del `relato´ kirchnerista.
En este marco destaca el sondeo que el analista político Sergio Berensztein es `el canciller´ en la troupe de periodistas y analistas de Animales Sueltos que logra 10 puntos de rating a la medianoche debatiendo y analizando política. Con su asociado Eduardo D´Alessio, plantó una encuesta preguntando si en las mesas de fin de año los argentinos discutieron de política desde ambos lados de la `grieta´, afirmando que más del 60% admitió que hubo discordia política en la mesa de fin de año. Eso no incluye a las muchas familias que platicaron de política, pero desde el mismo lado de la grieta.
«La gente sí quiere hablar de política», afirma Berensztein, e indirectamente desmiente el diagnóstico duranbarbiano. «Si querés hablar de Marcuse, es obvio que la gente va a cambiar de canal, pero si se debaten con pasión y credibilidad los temas relevantes de la agenda nacional, el público en Argentina está muy interesado».
Para Berensztein, la estrategia comunicacional que le sirvió a Cambiemos para ganar la elección no necesariamente es la mejor para la gestión.
De hecho la política económica para salir de la gravísima crisis fiscal que heredó Cambiemos del kirchnerismo está tardando en mostrar resultados, como fue constatando Mauricio Macri a lo largo de 2016. Las obras en una ciudad se ven el día que se empieza a cavar el pozo. Pero los resultados de una reforma económica gradual solo se ven gradualmente. La comunicación del gobierno debe servir para construir un puente entre esos resultados graduales y la ansiedad del público. También sirve para construir consensos y darles a los indecisos argumentos para contrarrestar la profusa comunicación de los opositores a los que probablemente jamás convenceremos.
La socióloga alemana Elizabeth Noelle-Neumann llamaba a eso en los ´70, romper la Espiral del Silencio que se genera cuando las opiniones no se expresan y son literalmente tapadas por el adversario, y los `nuestros´ se vuelven cada vez más tímidos para expresarse.
Berensztein sostiene que el gobierno de Mauricio Macri silenciosamente está alejándose del diagnóstico de que la política solo interesa al `círculo rojo´ de periodistas, analistas e influyentes. Un modo de contrarrestar la realidad.

La ilusión de lo correcto

Un ejemplo de cómo los políticos se comen sus propios platos discursivos, fueron las recientes declaraciones del intendente de Vicente López, y primo del Presidente. “Estamos muy concentrados en la gestión; en 2015, en Vicente López, la gente no votó una campaña sino lo que habíamos hecho”, dice, en diálogo con Clarín en un balneario pinamarense Jorge Macri, agregando convencido: “No me imagino cerrando candidaturas muy temprano; como dicen Mauricio y María Eugenia, tenemos que estar muy concentrados en la gestión. Será candidato quien mejor represente al espacio y quien ellos dos consideren que pueden hacer bien el trabajo”. Macri primo, sabe que no será como lo piensa, y que en la práctica todo lo que se invierta en gestión tendrá el objetivo último de arrastrar votos para fgabnar las legislativas y asegurarle intentar repetir en 2019 a Macri Mauricio.

La espiral verde

Una fajita puede ser pulsera, pero también esclava. En Chubut, esta semana los medios repetidores le plancharon el vuelo al debate sobre la autodeterminación de los pueblos, la propiedad de la tierra, los derechos humanos vigentes y los focos permanentes de resistencia originaria entre no más del 10% de las comunidades, entre las más de 110 poblaciones de la Nación Mapuche-Tehuelche que habitan en el territorio de Chubut. Fue una lástima, porque el círculo verde necesita que le ayuden a pensar, no solo a defender posturas.
Atrás nomás cayó oficialmente la noticia de aplicar el Plan de `Ordena-miento´ territorial que dispuso Macri desde el Ministerio de Agroindustria. Esto en la Meseta Central, donde hay importantes proyectos en danza, pero sobre todo se dice que hay más que plata, y que tanto petróleo como eólica apuestan a hacerse de alguno de los campos deshabitados, abandonados, o improductivos.
Ambos temas ocuparon la agenda de debate de la semana y el esfuerzo comunicacional oficial, aunque con notas separadas por horas. Ese ritmo de envío bastó para marcar la cadencia de entendimiento de quienes reproducen la fuente como producción propia. Para ellos, que no escucharon el cultrún ni los gritos ni el sentido de la tierra de abajo, “Si un gato negro se cruza en tu camino, eso significa que va a algún sitio”. Nada más. Un pensamiento tan lineal como cómodo. Y “disculpen que no me levante”.

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