CHIMPANCÉS, EGOÍSTAS E INTERESADOS A PESAR DE TODO

Animalito ‘e Dios

Que el altruismo sea una cualidad exclusiva del ser humano ha sido objeto de un intenso debate desde hace muchos años. Algunos estudios señalaban que la generosidad desinteresada evolucionó en los últimos seis millones de años, después de que los humanos se separaran de los simios, lo que nos convertía en los únicos seres de la creación capaces de ayudar al prójimo desinteresadamente. No todo el mundo está de acuerdo. Hace unos años, primatólogos del Centro Nacional de Investigación de Primates Yerkes en Atlanta (Estados Unidos) realizaron un estudio con chimpancés, la especie más similar al hombre, y concluían que, lejos de mirar para otro lado, los chimpancés son altruistas por naturaleza, ya que comparten sus golosinas con otros compañeros de forma espontánea, especialmente con sus congéneres amables y pacientes.
Para echar más leña al fuego de la polémica, una nueva investigación publicada en NatureCommunications vuelve a las viejas teorías sobre el egoísmo de los primates no humanos. Dice que, cuando se trata de ayudar de forma altruista a un compañero, los chimpancés se muestran, sencillamente, indiferentes. Si no sacan algo de provecho, les importa poco la suerte del otro.
El equipo, de las universidades de Birmingham, Manchester y St. Andrews, y del Instituto Max Planck en Leipzig, no encontró ninguna evidencia de que los chimpancés tuvieran una tendencia a ayudar a los demás -o por el contrario, ser rencorosos- cuando no había ningún beneficio previsto para ellos mismos.

Un premio de cacahuetes

En dos experimentos, los chimpancés de un santuario de Ngamba, una isla boscosa de Uganda, podían determinar si un compañero recibía o no acceso a unos cacahuetes mediante la liberación o el bloqueo de una clavija en la caja en la que estaban guardados. Les daba completamente igual.
“Los resultados de estos dos experimentos combinados demuestran que los chimpancés no actuaron de manera que produjera beneficios para los demás en una tarea donde no había ningún beneficio percibido para sí mismos”, explica Claudio Tennie, de la Universidad de Birmingham. “De hecho, dado que los participantes tenían las mismas probabilidades de impedir el acceso a los alimentos como de permitir el acceso, los chimpancés no son más altruistas que rencorosos. Incluso después de que demostraran una clara comprensión de las consecuencias de sus acciones, permanecieron indiferentes a los efectos que estas acciones pudieran tener en los demás”, señala.
Los investigadores creen que los experimentos anteriores que implican comportamiento “prosocial” o de ayuda en primates no humanos fueron probablemente un subproducto del diseño de las tareas, que animaban a los chimpancés a participar en ellas.
A juicio de Keith Jensen, de la Universidad de Manchester, “ha habido una tendencia atractiva de extender hacia abajo las raíces del altruismo humano, al menos por lo que se refiere a nuestro ancestro común con los chimpancés. Sin embargo, los resultados de este estudio retan este punto de vista”. Si es así, “esto significaría que el comportamiento prosocial se desarrolló tarde en la evolución, después de nuestra separación con los otros simios”.
“Siéntate derecho. Di por favor y gracias. No abras la boca al masticar. Lávate los dientes. No grites…” La lista de cosas que una madre enseña a sus hijos es muy larga, pero cuando se trata de aprender comportamiento, los seres humanos no somos los únicos que seguimos las indicaciones de nuestra progenitora. Por primera vez, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard (EE.UU.) ha demostrado que los chimpancés, nuestros parientes vivos más cercanos, también reciben lecciones maternas. Son enseñanzas sobre cómo realizar el aseo que se practican de la misma forma toda la vida, incluso mucho tiempo después de la muerte de la madre. Lo explican en la revista CurrentBiology.
“Creo que esto demuestra lo fuerte que es la influencia materna”, dice Richard Wrangham, profesor de antropología biológica. “Es muy encantador, en realidad. El hijo mayor que conocimos, de casi 40 años, seguía haciendo lo mismo que hacía su madre muerta hace mucho tiempo”.
El comportamiento de acicalamiento es universal entre los chimpancés, que dedican parte de su tiempo a desparasitarse o limpiarse unos a otros, pero hay una técnica muy curiosa que no todos practican. Consiste en que, cuando dos ejemplares se acicalan, cada uno levanta un brazo y se los cruzan o se dan la mano mientras utilizan la que está libre para la tarea. Las sesiones son breves, apenas suelen durar unos 45 segundos, pero se repiten hasta diez veces al día.
Esta conducta se ha observado en ocho poblaciones de chimpancés en África, cada una de las cuales muestra diferentes apretones de manos, pero está notablemente ausente en otras tres poblaciones bien estudiadas. Por qué los chimpancés lo llevan a cabo o qué beneficios obtienen de ello todavía no está claro.
Para averiguar qué lleva a estos primates a juntar sus manos durante el aseo, Wrangham y sus colegas recogieron datos más detallados sobre cómo y con qué frecuencia sucede, y pronto se dieron cuenta de que casi todas las teorías anteriores al respecto estaban equivocadas.

Fuente: abc.es

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