¿HASTA CUÁNDO SEGUIREMOS SOPORTANDO A ESTOS TIPOS?

Entre el pensamiento medieval y las fronteras del ego

Por Lazarillo de Tormes

Recientemente, comenzó a circular por las redes sociales un video que había sido filmado por un botánico, residente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el que el mismo se burlaba y discriminaba a “bolivianos y paraguayos” que se encontraban en las calles de Gaiman.
Durante una caminata y acompañado de una mujer identificada como “María Emilia”, el “turista”, de primer nombre “Edgardo”, propinó diversas expresiones xenófobas, haciéndose eco de lo mencionado por su compañera, quien realizando un curioso revisionismo histórico había relatado que “Gaiman, antiguamente, estaba habitada por galeses y ahora por bolivianos y paraguayos”, frase completada por el profesional, quien sostuvo que dicha localidad valletana “fue, recientemente, invadida por bolivianos”.
La repercusión del video, aparentemente filmado en 2014 pero subido a una cuenta xenófoba de YouTube días atrás, no tardó en llegar hasta su propio autor, quien se defendió argumentando que se trataba de una “broma” que le había hecho a un amigo de nacionalidad paraguaya, al tiempo que intentó justificar su posición haciendo referencia a su propia nacionalidad uruguaya.

¿En qué pensaban?

En los tiempos que corren, y a propósito de la velocidad con la que las nuevas tecnologías llevan y traen información, noticias y declaraciones, podríamos decir que “de la palabra al hecho” hay, muchas veces, un solo paso; de más está decir que, prueba de ello, fue la triste “Primavera Árabe”, de algún modo “viralizada” a través de la red de microblogging Twitter, donde se orquestaron levantamientos populares que depusieron al entonces presidente egipcio, Hosni Mubarak, luego de una sangrienta represión.
Vivimos en los tiempos en los que la sociedad se escandaliza por los dichos de una conductora de televisión, y ello parecería tener mayor repercusión que los discursos políticos en los que se potencia el odio hacia “el Otro”, hacia las minorías, los inmigrantes y aquellos que ven la vida con otro prisma, culminando en muchos casos en enfrentamientos entre “Unos y Otros”, quienes son básicamente lo mismo, aunque les hagan pensar que piensan diferente.

Odio y discriminación

El verdadero peligro de la xenofobia, el odio y la discriminación en el discurso público o “publicado” radica en que, en estos tiempos en los que la identidad parecería construirse a través de una biografía en una red social masiva, muchos puedan hacerse eco de aquellas declaraciones, o bien tomar tal discurso como propio y, de algún modo, legitimar o intentar justificar lo injustificable.
En pocas palabras, es peligroso que un pobre tipo de clase media, con quien cualquiera de nosotros podría identificarse en virtud de su condición social o económica, destile su propia pobreza intelectual y humana y la expropie al universo virtual, pero más peligroso aún es, que el colectivo social no logre aún comprender que las fronteras de un mundo globalizado no terminan en ninguna parte, sino que simplemente no las hay, y que ciudadanos bolivianos, paraguayos, italianos, argentinos y de donde fuera, son a fin de cuentas, ciudadanos del mundo.
Hasta tanto las sociedades no dejen de condenar a sus pares por la música que escuchan, su condición económica, vestimenta o elección sexual, entre otras cuestiones, estaremos ante la gesta de un nuevo paradigma social, aquel en donde los crímenes sean impulsados por la “lesa humanidad” de quienes, portando un micrófono, un celular o bien sus propias palabras, inciten a construir fronteras donde antes había puentes.

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