COSAS QUE IMPORTAN

EL MIEDO NO ES ZONZO…

Dra.Patricia Chambón de Asencio
www.patriciachambon.com

…así reza el viejo refrán y así se nos fue “colando” esta creencia generación tras generación… hasta que un día nos dimos cuenta!

Es cierto que como emoción, el miedo está muy relacionado con el instinto de supervivencia. Así es que cuando sentimos miedo se desencadenan en nuestro cuerpo una serie de mecanismos que nos ponen en estado de alerta y nos preparan para la lucha o sino para la huída. Esta respuesta quedó grabada en nuestros genes desde épocas remotas cuando nuestros antepasados prehistóricos tenían que correr por su vida para no convertirse en cena de algún tiranosaurio. En la actualidad, ya no nos persiguen fieras allí afuera pero existen exigencias y demandas que se pueden transformar en nuestros propios tiranosaurios.
Es así como el miedo desencadena la respuesta del estrés, que se produce cuando un individuo se siente bajo presión y las necesidades para continuar con el proceso de su vida no están pudiendo ser satisfechas.
Tener miedo, entonces puede ser saludable, siempre que esta respuesta sea acotada en el tiempo y acorde en su magnitud al estímulo que la produjo. De esta manera, el miedo nos pone a salvo de situaciones que podrían ser peligrosas para nuestra salud.
Pero si el miedo se prolonga en el tiempo y se transforma en un estado, una forma de relacionarse, de estar en el mundo, comienza a generar cambios en el organismo que producen alteraciones en diferentes sistemas. Los primeros síntomas aparecen como taquicardia, hipertensión arterial o estados de ansiedad que si no se detectan pueden agravarse y derivar en ataques de pánico, fobias o déficit inmunológico que a su vez nos predispone a otras enfermedades.
Estas son las secuelas del miedo crónico en el organismo humano. Podemos ver claramente la relación entre emociones y cuerpo, siendo éste último el terreno fértil para que las emociones se expresen y se manifiesten sus síntomas.
A nivel emocional el miedo actúa por asociación como facilitador de otras emociones aflictivas como la desconfianza, los celos, la envidia, la ira o el rencor. Cuando estamos temerosos entonces, es más fácil sentir estas otras emociones, dando origen entonces a un “conglomerado emocional” que se transforma en nuestra “nube negra”. El miedo nunca viene solo… siempre tiene “socios”. No es zonzo… Quizá sea por esto que ha sido aprovechado como un excelente acicate para inducir masivamente algún tipo de comportamiento en multitudes asustadas. Existen muchos ejemplos, pero el primero que viene a mi memoria es el del desabastecimiento por “temor a que falte”. Alguien comienza a correr la voz de que faltará “x” producto y todoelmundo sale desesperado a comprarlo. En ese momento comienza a generarse la escasez. Así funciona el miedo sobre las masas.
No termina aquí la esmerada labor y profunda del miedo en el ser y sentir humanos…
Por supuesto que a nivel cognitivo, esto es, a nivel del pensamiento donde generamos ideas y evaluamos la realidad, el miedo actúa condicionando la percepción del entorno que nos circunda de forma que veamos todo lo que aparece como amenazante o sospechoso. Es el típico ejemplo de la persona que camina por una calle oscura y al ver una sombra no puede evitar pensar en un asaltante que lo asecha.
Este cambio en la percepción de la realidad en la forma en que vemos el mundo y la vida, es tan sutil que muchas veces no nos damos cuenta y creemos que estamos siendo precavidos o juiciosos. El miedo siempre nos hace encontrar las razones y justificaciones necesarias para no enfrentar aquello que tememos.
Obviamente, no siempre hay que enfrentarse a todo lo que nos da miedo…pero sí tenemos que evaluar qué nos estamos perdiendo por sentir miedo. Como así también la contrapartida: ¿Qué gano con sentir miedo? Estas son dos sabias preguntas que hay que aprender a hacerse.
Las respuestas que surjan pueden ser una buena guía para expandir nuestro bienestar.
Aprenderemos entonces a utilizar el miedo en forma saludable. Para que se transforme en nuestro sensor, nuestro téster, tendremos que aprender a conocerlo, a explorarlo…a no avergonzarnos de él y principalmente, a no ocultarlo, negarlo o proyectarlo en los demás.
Cuando empezamos a conocer nuestros miedos, a procesarlos, nuestra vida de relación se vuelve más simple, más fluida y más auténtica. No tenemos que disfrazar nada, somos tal cual en esencia somos. Vamos más “livianos” por la Vida…
Al no tener que estar defendiéndonos todo el tiempo o huyendo de figuras amenazantes, comenzamos a disfrutar de nuestro verdadero potencial como Seres Humanos Creadores. Entonces sí, desde este nuevo Ser, podemos crear una realidad diferente, más plena, que surge y se expande desde la confianza y el amor a nosotros mismos.
El Miedo no es zonzo… con sus argucias ha tenido mucho tiempo en cautiverio al Amor.

.//

ÚLTIMAS NOTICIAS