EL PELIGRO DE JUDICIALIZAR LA POLÍTICA. UN PROYECTO EN LAS SOMBRAS. ¿INTENTOS DE UNA CONADEPDE LA CORRUPCIÓN O UNA DESPOLITIZACIÓN SOCIAL?

`Mani pulite´ a la criolla

1Si bien el Gobierno macrista nunca mostró la intención de alentar el avance de la Justicia sobre el poder saliente, una supuesta inacción en el ámbito judicial alentó la movilidad de magistrados que en otros tiempos hubieran mostrado una natural pasividad. La coyuntura económica pareciera estar beneficiada por la atención que despiertan estas causas, aunque la ciudadanía pareciera reclamar resultados concretos y hay inquietud de la política por lo que semejante hiperactividad pueda llegar a desatar.
Como presidente de la bancada oficialista del Senado durante la era K, Miguel Angel Pichetto solía hablar al final de cada debate en esa cámara. Hoy, como jefe del bloque mayoritario, pero opositor, ya no es el que cierra los debates, pero tal vez ejerza hoy una mayor influencia que antaño. Lo seguro es que se atiende más a lo que él dice, por la expectativa que despiertan sus palabras. Antes y ahora, el rionegrino suele expresar en esos discursos un pensamiento que suele exceder el tema en discusión.
Lo hizo en la sesión sobre el pago de la deuda, cuando al filo de la medianoche dejó mucho material para el análisis. Por ejemplo los párrafos en los que habló de la investigación de la corrupción. Veamos: “La verdad es que cuando leo a la diputada Carrió, me preocupa. Me preocupa. Y me preocupan otras cosas también. De repente, la justicia federal era la mejor del mundo y había que pasar la causa Nisman a la justicia federal, y, de repente, es la justicia más oprobiosa y allí están todos los demonios. La verdad, me preocupa. Me preocupa cuando se construye una cosmovisión parecida a la de la Revolución Francesa en el comité de la Salud Pública y aparecen los jacobinos con la bandera de la ética”.
“Todos los gobiernos tienen que tener un cierto nivel ético. Indudablemente, hay ejes centrales que tiene que tener la democracia. ¡Pero cuidado con esto, eh!, porque cuando los moderados y el centro pierden gravitación, aparecen estos puritanos que se llevan puesto todo. El proceso de mani pulite en Italia determinó la construcción y el liderazgo de Berlusconi. En la Alemania de la etapa del 30, de la crisis del 30, en la degradación del sistema político alemán, de la Democracia Cristiana, del PC, de los partidos tradicionales, determinó el nacimiento del nazismo. ¡Cuidado con lo que está pasando en Latinoamérica! ¡Cuidado con lo que pasa en Brasil!”.
Por esos días la sociedad ya se había escandalizado con las imágenes de gente contando dólares en una financiera conocida nada menos que con el emblemático nombre de “La Rosadita”, pero el proceso de investigación de “la ruta del dinero K” no había tenido la aceleración que cobraría semanas más tarde. Fiel a su estilo refractario a sutilezas, Pichetto llevó a un ámbito de singular representación institucional un tema tabú para la política criolla, como es un eventual “mani pulite” en estas tierras.

El proceso

A los pocos días declaró por primera vez como imputada Cristina Fernández de Kirchner en los tribunales de Comodoro Py, con toda la parafernalia que acompañó ese trámite judicial transformado en evento político. Después cayó preso el empresario Lázaro Báez, y más tarde se paralizó el mundo con la maratónica declaración del arrepentido Leonardo Fariña. Era previsible entonces que lo del mani pulite se generalizara.
Suena despectivo, pero no por ello desatinado el término “mani pulite a la bartola” que algunos le han puesto a este proceso desatado por los jueces federales, en el que aceleradamente figuras centrales de la administración saliente desfilan por los tribunales. Ciertamente no es novedoso que la justicia argentina ponga en la mira al poder cuando ya no es tal, pero sí que tan rápidamente haya emprendido esa tarea. Y no deja de sorprender que eso suceda con un Gobierno que hizo gala de un manejo casi absoluto de todos los poderes, y una influencia marcada dentro de la propia justicia.
No faltan, no obstante, quienes vean en este accionar de la justicia una suerte de ajuste de cuentas por una fallida reforma judicial que llevó la grieta del resto de la sociedad al mismísimo seno de la justicia. Aunque no sería este el caso, cuando los protagonistas son en general jueces que no parecieran tener cuentas pendientes con el kirchnerismo.
Más bien asemeja ser parte del instinto de conservación de magistrados interpelados por una sociedad que ante la magnitud de lo que ha visto y aún ve no parece tolerar más dilaciones. Influyó también sin dudas el proceso brasileño, que a diferencia del caso argentino mostró a una justicia avanzando sobre el poder vigente. Las comparaciones tienden a generar, cuanto menos, cierto fenómeno de imitación.

Conadep de la corrupción

Pero volvamos a la Argentina y a la investigación de la corrupción. Está claro que lo que está sucediendo no estaba en el programa electoral del Pro, aunque sí en los de sus socios. De hecho, los primeros en advertir que investigarían lo sucedido durante los tres mandatos kirchneristas fueron los integrantes del efímero frente Unen, donde se planteó la creación de una “Conadep de la corrupción”, propuesta que luego enarboló Ernesto Sanz cuando compitió en la interna de Cambiemos.
En rigor, con eso había salido el hoy senador Julio César Cleto Cobos allá por 2010, cuando todavía era vicepresidente. El mendocino gozaba entonces de la popularidad que le había dado su voto “no positivo”, que lo catapultó a la cima de la consideración pública, aunque ya para la época que estamos reseñando esa llama comenzaba a apagarse.
En ese marco el periodista Joaquín Morales Solá ya escribía en La Nación tres días antes de la muerte de Kirchner que Cobos había deslizado entre íntimos que anunciaría en los próximos meses “la futura creación de una especie de Conadep de la corrupción, en la que caerán el kirchnerismo y sus aliados, Moyano entre ellos”.
Según Morales Solá, el proyecto tenía un sostén que excedía al por entonces precandidato presidencial, pues un papel estaba circulando entre los principales líderes opositores de la Cámara de Diputados, en el que se establecían cuatro o cinco políticas de Estado para un eventual gobierno antikirchnerista. Allí se incluía una cláusula especial sobre la investigación de la corrupción en los años del kirchnerismo, sindicalistas incluidos.
Su comprovinciano Ernesto Sanz también hablaba entonces de investigar el pasado kirchnerista.
Recién en octubre de 2013 la diputada peronista Claudia Rucci reavivaba ese ya viejo reclamo presentando un proyecto para investigar las contrataciones realizadas por el Estado a partir del 25 de mayo de 2003, es decir, durante toda la década K.
Lo hacía planteando la necesidad de revisar experiencias que afectaban al Gobierno rozado por casos tales como adjudicaciones sospechosas de obras en Santa Cruz, la valija de Antonini Wilson, el caso Skanska o el de la exCiccone, que citaba puntualmente. “Tenemos que tomar con seriedad el problema, actuar con firmeza y generar la legislación necesaria para combatirla con todas nuestras energías”, pedía la legisladora.

Lo que vino

Ernesto Sanz perdió la interna con Mauricio Macri, y fue el hombre que el hoy presidente eligió como su ministro de Justicia. Si bien el mendocino terminó resignando ocupar un cargo y dijo retirarse virtualmente de la política, hoy ejerce una suerte de papel de “ministro sin cartera”, o asesor privilegiado del presidente de la Nación. Algo habrá sugerido entonces en la materia, aunque están los que advierten que a este Gobierno le falta un interlocutor político de las características del exsenador para hablar con los jueces.
Pero convengamos que investigar a la administración saliente no parecía estar entre las prioridades del Gobierno de Cambiemos, donde el pensamiento “duranbarbiano” sugería por el contrario dar vuelta la página del kirchnerismo lo más pronto posible.
Claro que también se recomendaba no hacer demasiado hincapié en la herencia recibida, o bien no insistir tras el discurso del 1° de marzo, y está claro que eso fue dejado de lado. Hoy Mauricio Macri no pierde ocasión de mencionar lo que encontró al llegar al poder, como también alerta una y otra vez sobre la corrupción.
En momentos en que más duele el ajuste, la exhibición de la corrupción reciente pareciera mitigar esos padecimientos. Con todo, como Pichetto, no pocas voces alertan sobre las consecuencias que podría tener un “mani pulite” criollo sin un límite preciso. (…)
El oficialismo actual no está a salvo en el marco de este avance desenfrenado de la justicia, como quedó claro a partir de la inédita celeridad con la que avanzó la denuncia contra el presidente Mauricio Macri por los Panamá Papers. Y el trámite que se le dio a la “contradenuncia” de diputados del FpV contra funcionarios actuales por el tema del dólar futuro.
De todos modos, para los que adelantan tempestades, habrá que recordar que los tiempos judiciales son aquí muy extensos. Y 2017 está ala vuelta de la esquina. A partir de allí la expresidenta de la Nación podría tener fueros a partir de una postulación en el marco del Frente Ciudadano del que habló frente a los Tribunales de Comodoro Py. Habrá que ver…

Fuente: Parlamentario

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