E-COMMERCE

Argentinos se entusiasman con las compras online de productos traídos de EE.UU. y China

Hoy, un particular que adquiera con tarjeta un bien a través de un portal del exterior debe retirarlo en Aduana. El Gobierno quiere flexibilizar las operaciones y que el comprador lo reciba en su hogar. Pese a que la AFIP aseguró que «no habrá competencia nociva», hay temor entre empresarios


El Gobierno continúa avanzando a paso firme con su plan para desarmar el duro “cerrojo” que dejó la administración kirchnerista, que tenía como objetivo castigar a las importaciones y hacer frente a la escasez de divisas.

La medida más trascendente, sin dudas, fue la supresión del controvertido sistema de Declaraciones Juradas, conocidas como DJAI, que fue reemplazado por un mecanismo aprobado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Además, puso fin a los cupos de dólares, que le imponían grandes limitaciones incluso a industrias, como la automotriz o la de electrónica de Tierra del Fuego, que debían conformarse con el 50% -o menos- de las divisas necesarias para funcionar.

En esa misma dirección, recientemente el Ministerio de Producción, conducido por Francisco Cabrera, decidió habilitar nuevamente el ingreso de libros importados, rubro que había caído dentro del “cerrojo” aduanero del kirchnerismo.

Uno de los argumentos para tomar esta decisión fue que las trabas a las importaciones propiciaron una fuerte suba de precios.

De hecho, un análisis de esa cartera determinó que los diez libros más vendidos costaban unos u$s24 en promedio, un 50% más que en Brasil y Uruguay y casi 30% por encima del valor vigente en Chile.

Ahora, con el mismo plan de desarticular el entramado de restricciones, el Gobierno anunció que está trabajando para volver a facilitar las importaciones a través del sistema de correo internacional, conocido como “courier” o de “puerta a puerta”.

Se trata de las compras realizadas por particulares mediante tarjeta de crédito a través de páginas de e-commerce ubicadas fuera del país y que, hasta hace dos años, permitían acceder a un amplio abanico de productos y a precios competitivos -como electrónica, calzados e indumentaria- pero que se hicieron prácticamente inviables luego de las numerosas restricciones impuestas por el kirchnerismo y que siguen vigentes hoy día.

Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior, recordó que este servicio, hasta 2008 “era utilizado principalmente por empresas, para ingresar muestras o repuestos para maquinaria. Básicamente los couriers resolvían casos de emergencia”.

Sin embargo, conforme se profundizó el atraso cambiario, el experto destacó que “empezó a ser utilizado por más particulares, que compraban con tarjeta de crédito en portales de China o EE.UU. todo tipo de bienes de consumo». Estas operaciones llegaron a representar unos u$s1.000 millones anuales, bancados con reservas.

Para comprender la magnitud que cobró la «microimportación, basta saber que a fines de 2013, cuando el Gobierno estaba evaluando elevar el tope del 20% al 35% para frenar la compra de pasajes y paquetes al exterior, los empresarios nucleados en la Asociación de Viajes y Turismo (Aaavyt) se reunieron de urgencia con el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, para mostrarle estadísticas reveladoras.

Los directivos de esa cámara pudieron probar que gran parte de los gastos con tarjetas en moneda extranjera obedecían a compras realizadas a través de Amazon y otros portales web. De modo que no eran transacciones que tuvieran que ver con el rubro turístico.

Tiempos de cambio
En el marco del ciclo de actualidad tributaria del Concejo Profesional de Ciencias Económicas, el titular de la AFIP, Alberto Abad, anunció que se viene una importante flexbilización para las operaciones de compra a través de tarjetas de crédito en el exterior.

Una de las principales novedades es que, cuando un particular adquiera un bien fuera del país, no deberá ir a buscarlo a una delegación oficial sino que podrá recibirlo en la comodidad de su casa.

«Se tienen que terminar en la Aduana las colas de gente que quiere retirar lo que compró», argumentó el funcionario, para luego anticipar que se “autorizará el servicio courier o puerta a puerta para evitar esas colas infames”.

«Quien compra un libro para alguien que está estudiando o quien quiere leer un buen libro debe pasarse dos horas ahí cerca del puerto, en la Aduana, para que se lo den. Una cosa kafkiana», puso como ejemplo Abad.

¿Cómo funcionaba el sistema hasta 2014, antes de las trabas que fijó el kirchnerismo? Si un particular traía al país una encomienda que no superaba los 20 kilos, podía recibirla en su casa a través del correo oficial expreso.

Si superaba ese tope y llegaba a los 50 kilos, la compra también era enviada al hogar del “microimportador” pero a través de alguna de las empresas courier –las más conocidas son FedEx y DHL-.

Sin embargo, con la implementación de las primeras trabas, la AFIP -conducida en ese entonces por Echegaray- empezó a obligar a los particulares a retirar la mercadería en Aduana, previa presentación de una declaración jurada.

No sólo eso: también se impuso una franquicia –que ahora sigue vigente- de apenas u$s25 libres de impuestos para realizar tan sólo hasta dos compras por año vía Internet (en total, el tope sería de u$s50 anuales).

Si la mercadería comprada supera ese límite, entonces hay que aplicar un arancel del 50% sobre el valor del producto.

Además, si el bien que se adquiere fuera del país sobrepasa los u$s1.000, entonces la operación entra directamente al Régimen General de Importación, que ya requiere de la gestión de un despachante de Aduanas, lo que termina encareciendo cualquier adquisición.

«En un primer momento, esto llevó a que muchos dejen abandonadas compras que habían realizado a través de portales web. Con el tiempo, hubo miles de personas que optaron por no hacer más este tipo de operaciones», afirmó Ponce.

Si bien Abad no dio precisiones sobre los plazos en los que se aplicarán estos cambios, hoy la expectativa está puesta en si se elevará o no el tope de u$s25 libre de impuestos por operación y la frecuencia con la que se podrán realizar compras vía ecommerce.

Reacciona la industria nacional
Las primeras reacciones frente a la posibilidad de que el Gobierno de Macri flexibilice las “microimportaciones”, llegaron desde el sector textil.

“El relajamiento de las regulaciones puede ser aprovechado en desmedro de la industria, siempre que no haya controles. Si se libera la importación vía courier y no se monitorea a fondo qué tipo de productos textiles se ingresan al país y a qué precios, esto puede terminar afectando a las Pymes del sector”, advirtió a iProfesional Marco Meloni, vicepresidente de ProTejer.

“Si se vuelve a permitir la entrada de hasta 50 kilos, sin realizar una presentación formal como la que debe hacer un importador en regla, esto puede ser perjudicial”, agregó el directivo.

Para Meloni, “será clave que el Gobierno –en caso de avanzar con la facilitación de este régimen- evalúe quién hace compra, qué tipo de productos ingresa y con qué frecuencia, porque no es lo mismo alguien que se hace traer un par de corbatas que otro que importa varios kilos de mercadería y de manera continua”.

En tanto, Mariano Kestelboim, economista y consultor experto de la industria textil, confirmó que “va a haber una mayor demanda del servicio courier y, desde ya, esto va a contribuir a que se acentúe el nivel de caída de la actividad”.

El experto recalcó que “esta medida va a favorecer a los consumidores, sin lugar a dudas, que van a tener más facilidades para acceder a una oferta más variada y seguramente a menor costo. Pero, al mismo tiempo, es una variable que contribuirá a deteriorar la actividad interna”.

Kestelboim remarcó que la producción textil nacional está cayendo a un ritmo del 15% y que cualquier medida que facilite la importación de productos terminados “no ayudará a la recuperación del sector”.

Los referentes de la industria recuerdan con preocupación lo que sucedía en 2012, en el momento de mayor auge de compras a través de páginas de Internet del exterior, cuando hasta las más reconocidas tiendas de ropa de Estados Unidos alentaban la importación de indumentaria.

Iprofesional

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