NACIÓN CERRÓ LA DELEGACIÓN DE AGRICULTURA DEL VALLE DEL CHUBUT. LA AVANZADA DE LOS GANADEROS POR SOBRE LOS CHACACREROS. DEL CONTEO DE CAMIONETAS AL CURRO CON MONSANTO

Cuidado que no nos bailen

1En una inédita medida para el “federalismo” que intenta pregonar “Cambiemos” en el interior profundo del país, y justamente vinculado a pequeños sectores productivos y economías regionales incipientes que requieren la asistencia técnica y práctica del Estado, el ahora ministerio de “Agroindustria” que lidera Ricardo Buryaile decidió por estos días cerrar la delegación de Agricultura y Ganadería que pivoteaba lo que estaba logrando vuelo en el Valle del Río Chubut, una pequeña estructura que asistía junto al Inta y otros organismos vinculados a productores, cooperativas y pymes. A la par tomó diversas medidas también de tinte marketinero en otras provincias del interior argentino, pero la cuestión en Gaiman es que tocó un lugar sensible sobre todo porque sabe que es territorio del ex ministro nacional, Norberto Yauhar.
Más allá de la politización o no que se haya hecho del caso de manera expresa, lo de Gaiman fue una medida por lo menos desproporcionada que da por tierra con el trabajo de un grupo de gente que viene remando y asistiendo los altibajos laborales que se sufre en Trelew y la zona del valle, los esfuerzos de productores que enfrentan la falta de competitividad y las dificultades propias de generar desde una tierra rala como la patagónica con problemas de sequías, de inundaciones extremas, de inviernos extendidos, de incendios recurrentes y todo tipo de contrariedades. En la delegación nacional que lograba acercar a los chacareros una mano inmediata sin tener que recurrir a un 0800 o al facebook que adora el macrismo, reportaban unas 15 personas.

Los “perros” de la meseta

Además de los tres roles políticos entre la que se encontraba Ana Amato, Claudio Marquez y Yamil Balul, quienes pusieron la renuncia indeclinable los primeros días de diciembre por cuestión de forma y por decidir directamente no trabajar para un sector político con el que evidentemente no comulgaba, otras trece personas de perfil técnico y probada idoneidad quedaron sin empleo. Ellas son: Leticia Andrea Peruzotti, técnica de Terreno y Administrativa; Marcos Andrés; Montaño, licenciado en Comercio; Lucas Esteban Caramella, ingeniero Agrónomo; Emiliano Raúl Pérez, ingeniero Agrónomo; Laura Evangelina Lara, técnica de Rural de Terreno, González Marcos; ingeniero Forestal; Escarra Jaime Nicolás, licenciado en Comercio Exterior; Zabalo Vanesa, ingeniera Agrónoma; Carlos Javier Liñeyro, técnico Rural de Terreno; Lucero Walter Fabián, licenciado en Administración Empresas; Lidia Esther Mendoza, administrativa; Dalila Janet Griffiths, administrativa contable; Claudia Andrea Vivar, auxiliar de Limpieza.
A estos técnicos y asistentes que se internaban días y días a diferentes parajes del interior provincial para ayudar a erradicar plagas, enlazar a productores con el INTA, ensayar cultivos de secano que se banquen mayor amplitud térmica y escaso riego y tantas otras tareas de campo, se los conocía en la jerga como “los perros de la meseta”. Precisamente por su insistencia, nivel de adaptación a condiciones de laburo solitario y en terreno y la lealtad pertinaz a la suprema idea que cada semilla que nutre la tierra, es pura vida.
Consultado al pasar al ex ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Norberto Yahuar, el ex funcionario lamentó el modo en que se va desandando lo que logró funcionar, a la vez que adjudicó a “chicanas” las explosivas declaraciones del nuevo ministro nacional vinculadas a la cartera que le tocó liderar por varios años. Además dejó entrever su desagrado porque el ministro provincial, el esquelense Hernán Alonso, otro ruralista, no intervino para evitar o por lo menos defender los puestos de trabajo y el rol de un organismo en nuestro propio territorio, brazo activo junto al INTA, al SENASA y a CORFO de la proyección productiva territorial.

Otro concepto de “producción”

La decisión de Buryaile en definitiva no sorprende demasiado porque es evidente que hay un nuevo concepto “productivo” vinculado a los grandes productores latifundistas: sojeros, trigueros y maiceros, y sobre todo al ruralismo. No hay que perder de vista que saltó a la fama se podría decir a partir de la resolución 125, que lo encontró como vicepresidente segundo de Confederaciones Rurales Argentina (CRA), que presidía el bonaerense Mario Llambías, entidad que dejó en diciembre de 2009 para asumir su primer mandato como diputado nacional por la UCR de Formosa.
Si bien es contador público de profesión, vive de otra cosa ya que es un reconocido ganadero formoseño de extracción radical. Aunque si usted le pregunta a los gauchos de su tierra, todo lo hace para llegar a ser Gobernador de su Provincia algún día.
Oriundo del departamento Patiño, en la región central de Formosa-, cuenta con una extensa trayectoria en el ruralismo gremial empresario tras iniciarse en la Sociedad Rural de Pilcomayo, ocupar la presidencia de la Confederación de Sociedades Rurales de Chaco y Formosa (Chafor). El “gerenciamiento” que le tocó en suerte es una devolución a sus “aportes electorales” como parte del grupo de dirigentes que acompañaron a Macri hasta Humahuaca donde cerró la campaña presidencial y fue su principal puntal electoral en su recorrido por el noreste argentino.

Un poco de ruido

En esto que se comenzó a conocer como “estrategia de shock”, Buryaile aplicó la receta, exagerando sobre lo que “había encontrado en el ministerio”, por supuesto una estructura que excede ampliamente su mirada rural. Se sorprendió que para toda la Nación, el organismo contara con 700 autos, y delegaciones como la de Agricultura Familiar que empleaban en total a 1.500 personas de las cuales 200 (no 15 como en Chubut) por ejemplo estaban destinadas a Santiago del Estero. Una provincia con un millón de habitantes y 136 mil kilómetros cuadrados, que pese a la prevalencia productiva de madera, logró un auge de la agricultura y la ganadería, principalmente entre los ríos Salado del Norte y Dulce, obteniéndose gracias a sistemas de riego y asistencia técnica, cultivos de trigo, maíz, alfalfa, lino, algodón y frutales. A Buryaiel la asistencia estatal de 200 mil pesos mensuales, le pareció excesiva. Claro, el ganado que prevalece en esta provincia es el caprino y eso cotiza poco y nada en bolsa.
En un mes, entró en la cuenta que la producción tenía cabida y estructura en los planes nacionales y que sumando los organismos descentralizados como el Senasa y el INTA contaba con un plantel de 15.000 personas. “Es la mitad de lo que hoy ocupa en su conjunto la industria automotriz en la Argentina”, se quejó comparando empresariamente incomparables. Un problema de mirada que comenzará a acentuarse si los nuevos “Ceo`s”, no aprenden rápido de administración de lo público y dejan de lado la vara de los sectores privados, justamente los menos generosos con el interior del país.

La Unifederal

Como para mostrar que al interior se mandan “planes” y no se abandona el federalismo del todo, ayer mismo en la reunión que se realizó en sede de la cartera nacional Buryaile estuvo acompañado por los secretarios de Agricultura Ganadería y Pesca, Ricardo Negri; de Agregado de Valor, Néstor Roulet; y el director de Fortalecimiento Institucional, Miguel Ángel Sánchez y de Coordinación y Desarrollo Territorial, Santiago Hardie. Por Chubut fue Fernando Martin Ferrera.
Poco y nada dijo de sus decisiones desandar caminos en las provincias, pero sí de implementar “planes” de vez en cuando.
Para que se entienda, el actual Buryaile es uno de los que le apoya a Monsanto por la demanda que impone al Estado por “propiedad intelectual”. El conflicto por la propiedad intelectual entre ese gigante y la Argentina es por la pretensión de la firma de cobrar royalties no sólo por la provisión de desarrollos en las semillas que vende, sino también en el producto de la siembra de esas semillas. Cuando las cosechas futuras son aseguradas por los agricultores desde tiempos inmemoriales rescatando parte de cada cosecha para la siembra. Algo así como querer cobrar por los montones de pollitos que un vendedor de huevo imagina al esparcir su producción. Una simplificación que sin embargo significará otro conflicto “buitre” a muy corto plazo, dicen los entendidos.

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