MALDITA TECNOLOGÍA

La basura en nuestro cielo

Desde que comenzó la carrera espacial, hay trozos de chatarra dando vuelta por todo el espacio que nos rodea. Y allí puede continuar una eternidad. Actualmente hay catalogados 17.000 objetos que flotan sobre nuestro planeta, todos residuos de las aventuras espaciales del ser humano.
“Hemos contaminado la tierra, hemos ensuciado los mares, y ahora contaminamos la galaxia”, se lamentaba el astrónomo español Jaime Nomen, cazador de meteoritos y descubridor del DA14, el asteroide que más cerca ha pasado de la tierra sin llegar a impactar, durante su reciente visita al campus de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, donde se celebró un nuevo seminario enmarcado dentro del proyecto Stardust, financiado por la Comisión Europea para formar a investigadores en temas relacionados con la basura espacial. “Se trata ya de un problema de seguridad para los vuelos espaciales, y hay que empezar a realizar una inversión pequeña pero continuada para evitar poner más basura en el espacio, y dado el momento, empezar a retirarla”, advierte Juan Luis Cano, uno de los directores del curso.
No toda la chatarra que existe en la órbita de la Tierra tiene el mismo tamaño, mucha ni siquiera supone un peligro. Pero también vagan por el espacio satélites en desuso como el Envisat, tan grande como un autobús y con un peso de ocho toneladas. Un mamotreto que podría provocar una escena similar a la espectacular colisión que recrea la película Gravity. “En principio no supone un peligro porque está a una altura diferente de la Estación Espacial Internacional, pero a largo plazo, dentro de décadas, tendrá riesgo de colisión con otros satélites que pueden producir más material, podrían llegar a órbitas más bajas e incrementar el peligro para la navegación”, explica a el diario El Mundo, el alemán Holgar Krag, máximo responsable de la Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea.
En palabras de Krag, actualmente existe “una congestión del tráfico espacial” alrededor de la Tierra, provocada por la profusión de satélites en las últimas décadas. “Al principio, las agencias espaciales se sentían satisfechas con el mero hecho de poder poner los satélites en órbita, porque eso ya suponía una hazaña. Ahora hay demasiados en algunas zonas de la órbita de la Tierra, lo que hace más peligroso volar, o más caro, en el sentido de que hay que buscar soluciones para que los satélites lo hagan de forma segura”. Porque las colisiones, aunque no sean frecuentes, se producen, y los impactos multiplican el número de fragmentos que pululan por la órbita terrestre. “Cuanto más alto se sube, más fácil es entrar en una zona con más basura espacial. A partir de 600 kilómetros de altura empieza a haber una zona más contaminada”, especifica el experto de la Agencia Espacial Europea.
La ausencia de legislación también ha contribuido a ensuciar el espacio. Ahora, según Holger Krag, las agencias espaciales se han comprometido a tomar medidas de «mitigación» que comenzarán a dar resultados en la próxima década. Por ejemplo, que los satélites estén programados para caer controladamente a la Tierra años después de acabar sus operaciones. «Todavía falta mucho para que todas las agencias espaciales lo cumplan», admite el alemán, «pero es lo que hay que hacer primero, porque no tiene sentido recoger objetos si no se cumple con la mitigación. Sería recoger chatarra mientras se sigue lanzando más chatarra al espacio».
Y aquí abajo, ¿nos deben preocupar esos desperdicios que vuelan a kilómetros de nuestras cabezas? “Todos los días entra materia procedente del espacio, pero son objetos pequeños que se desintegran en la atmósfera”, tranquiliza Krag. En el caso de los satélites, se evita que caigan de forma controlada, y suelen acabar en la zona sur del océano Pacífico. “La Tierra es tres cuartas partes mar. Y los satélites cuando caen no entran de una sola pieza, porque la presión atmosférica los divide en varias partes que además caen en un área muy extendida”.
El experto de la Agencia Espacial Europea ilustra su explicación con otra anécdota. “Hace unos años, un día de Navidad, reparamos en un trozo de basura espacial que cayó a la Tierra pasando por Holanda y Alemania hasta caer en la República Checa sin provocar ningún problema. Mucha gente creía que era una estrella fugaz, y que venía Papá Noel”, contó riendo.

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