LOS RESULTADOS DEL SUPERDOMINGO ELECTORAL MANTIENEN COMPETITIVO A MACRI Y DEJAN MENSAJES URGENTES PARA SCIOLI-ZANNINI.

Datos y sorpresas

p3Un primer repaso por los resultados de este domingo sugieren que la idea de un triunfo inexorable en las presidenciales de la fórmula Scioli-Zannini, es por ahora una previsible estrategia de campaña y que habrá que fortalecer más la propuesta para volcar una gran diferencia a favor.
Al cierre de esta edición, todo mostraba que la elección sigue abierta. El kirchnerismo salió tercero en dos de los tres distritos más poblados del país –CABA y Córdoba-, con resultados que merodearon los 20 puntos. Y perdió por paliza las primarias en la Pampa, pese a los explícitos apoyos de Cristina. Les quedó sólo el triunfo en La Rioja para festejar. No es la foto de una fuerza arrolladora.
Esta realidad le da otra densidad a lo que ya venían mostrando las encuestas: “Hoy tenemos ballotage en la elección presidencial”, se animaban a presagiar los analistas de coyunturas.
Todos los sondeos indicarían eso, exponiendo que la fórmula Scioli-Zannini se ubica en primer lugar con un 34,44%; seguido por Macri-Michetti con un 25,58% y Massa-Saenz con un 13,04%.
En el extravagante diseño de segunda vuelta que incrustó Carlos Menem en la Constitución –adaptándola a las votaciones históricas del peronismo-, se evita el ballotage de dos maneras: Sacando más de 40 puntos y 10 de distancia con el segundo o superando aunque sea por un voto el 45 por ciento.
Hoy no aparece ninguno de los dos escenarios. Esos son los números fríos de las encuestas.

La mirada macro

Por ahora la lectura obligada es que a nadie le sobra nada. Scioli compactó todo el voto del bloque de poder oficial con la fórmula única con Zannini y tocó los 35 puntos. Ahora tiene que sumar por afuera. Por eso, el reconocimiento a Carlos Menem con Zannini a su lado y cuatro gobernadores atrás. Fue su manera de decir, la línea política va a cambiar. Menos rencor, más amplitud. Tiene que ampliar.
El oficialismo necesita como el agua ganar en primera vuelta, porque edificó su relato en torno a la inevitabilidad de su permanencia en el poder. Un ballotage podría abrir en la sociedad la convicción –y la sorpresa- de un cambio posible, con una fuerza imposible de prever. El fantasma de fin de ciclo podría adquirir contornos demasiado reales.
Macri por su parte está pagando errores importantes de diseño de su propuesta, que lo ubicaron en el lugar del que rema de atrás. La decisión de excluir a Sergio Massa de la alianza opositora lo obliga –por lo menos- a transitar el interrogante de cuantos de los votos que saque en las primarias el líder del Frente Renovador, conservará en las generales de octubre. Un riesgo que se podría haber evitado.
Con un agravante. Macri enfrenta las primarias en inferioridad frente al kirchnerismo que unificó formula. No logró que el radical Ernesto Sanz lo acompañe como vice y ahora tiene que lidiar con la distancia que le saca Scioli y los puntos que se le irán a las candidaturas del presidente de la UCR y Carrió. Ya no se perfila como el candidato más votado de las primarias. Es una foto, pero de las que importan.
Pero nada de esto preocupa tanto al jefe de Gobierno como la derrota de Santa Fe, que lo golpeó debajo de la línea de flotación. Fue el lugar donde se quemó el relato del PRO. La tecnología de campañas de última generación son un complemento formidable pero no resuelven la ausencia de músculo político. Y la sombra que proyecta la dificultad para fiscalizar, se vuelve ominosa cuando se mira el inabarcable Conurbano.
“En la Matanza el plan es esperar un milagro”, reconoció un importante dirigente del macrismo. Otros más racionales, explican que el único plan posible es esperar que haya ballotage y abrir entonces negociaciones con los intendentes, para que ya resuelta su continuidad en la primera vuelta, se pongan en modo neutral. “¿Qué sentido tiene pelearte con uno de los dos candidatos que puede ser el próximo Presidente?”, será el mensaje del PRO si llegan a esa instancia.

Lo que se lee

Hasta ahora hubo comicios en ocho distritos, de los cuales en tres ganó el oficialismo: Juan Manuel Urtubey en Salta, Domingo Peppo en las PASO de Chaco y Rossana Bertone en Tierra del Fuego. La cosecha luce pobre. La oposición triunfó en las restantes cinco, lo cual permitiría pronosticar un escenario adverso para el Gobierno. Por eso Ernesto Sanz dijo esta semana que dos tercios de los votantes se pronunciaron contra el Gobierno. Sin embargo, hay atenuantes a tener en cuenta. Primero, en esos distritos triunfaron cinco partidos distintos: el Movimiento Popular Neuquino, con Omar Gutiérrez, en Neuquén; el Frente Grande, con Alberto Weretilneck, en Río Negro; Pro, con Horacio Rodríguez Larreta, en la ciudad de Buenos Aires; la UCR, con Alfredo Cornejo, en Mendoza, y el Partido Socialista, con Miguel Lifschitz, en Santa Fe. Ninguno de los cinco tributa al mismo candidato presidencial, más allá de compartir en algunos casos frentes electorales.
El segundo dato relevante es que en esos ocho distritos, con excepción de la ciudad de Buenos Aires y, hasta cierto punto Río Negro, el oficialismo tuvo buenos desempeños, aun donde no ganó. En Neuquén quedó segundo con Ramón Rioseco y desplazó a un lejano tercer lugar a la gran apuesta opositora, Horacio «Pechi» Quiroga. En Santa Fe, Omar Perotti sorprendió al terciar en la disputa por la gobernación, y en Mendoza Alberto Bermejo salió segundo con el 40% de los votos.
La tendencia parecería marcar entonces que los variados triunfos opositores tienen patronazgos dispersos y que los éxitos oficialistas tributan sólo a Daniel Scioli. Que es otra manera de abordar la tensión continuidad o cambio. Queda así configurado un escenario abierto. La moneda está en el aire. Habrá que ver…

Fuente: LPO, LN, NA.

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