LA INSTITUCIÓN CUMPLE EN AGOSTO DOS DÉCADAS DESDE SU FUNDACIÓN

Cainar y su rol social de contención y capacitación a adolescentes en riesgo

CAINAR - 1El Centro de Ayuda Integral al Niño y Adolescente en Riesgo (CAINAR) es una institución que abrió sus puertas a la comunidad en 1995, a partir de la propuesta de su fundadora, Gladys Urrutia Pérez. “No es fácil ser padres en la época actual”, es uno de los lemas a partir del cual el Centro brinda un espacio de contención y realización de actividades a chicos entre seis y 23 años de edad. Ubicado al 375 de la avenida Juan Muzzio, CAINAR trabaja sobre las adversidades de niños y adolescentes con adicciones, problemas sociales o inconvenientes con la Ley.
“La idea no era hacer un comedor o algo puramente asistencial, sino colaborar con los niños en riesgo”, cuenta Laura Acevedo, Coordinadora de la institución, quien cuenta cómo nació el espacio que actualmente desafía a diez niños y veinte jóvenes adolescentes y adultos a trabajar sobre una variedad de opciones que puedan mejorar su situación de vida. “Gladys Urrutia abarcó el trabajo sin tener un espacio físico, organizando inicialmente reuniones en las esquinas del barrio. Empezó a hacer encuentros con chicos y, a partir de su formación como psicóloga social, se vinculó a lo que tiene que ver con jóvenes privados de la libertad y con adicciones. Consiguieron un quincho prestado, donde se juntaban y merendaban hasta que el Municipio cedió esta casa, que es donde actualmente funciona CAINAR”, relata la Coordinadora.
Sobre el plantel que trabaja con los jóvenes, Acevedo destaca la suerte de “contar con psicólogos que se encargan del tratamiento psicológico de los asistidos. Son gente capacitada, con dedicación y ganas de trabajar. Como cualquier ONG, los fondos son propios y a veces se hace difícil la cuestión económica; sin embargo, el personal responde y sabemos que la motivación va más por el lado de ayudar que por el rédito económico”.

Talleres

La Coordinadora del Centro enumera algunas de las actividades como musicoterapia, talleres carpintería y de manualidades, además de un espacio de reflexión “que es bastante amplio porque se va trabajando de distintas maneras, desde una frase que puede detonar una conversación. A veces pasa que hay una actividad programada para este espacio y termina cambiando totalmente por cómo se va dando la conversación entre los asistentes. Nosotros estamos en intervención continua. Por ejemplo, el espacio del almuerzo siempre genera alguna charla que nos ayuda a seguir abordando distintas situaciones de las que los chicos necesitan hablar. El Centro de Formación Profesional es un espacio que siempre está dispuesto a colaborar y a través del cual se nos otorgan becas para que los chicos puedan realizar diferentes capacitaciones. En agosto, por ejemplo, comenzarán un taller de mecánica automotriz y otro de soldadura. Todos los años trabajamos con la institución y, en base al interés de los concurrentes en distintas áreas, se seleccionan los talleres a los que accederán a partir de la beca”.

Cómo llegan los chicos a CAINAR

Laura Acevedo detalla los motivos por los que los niños llegan al Centro, que son sumamente variados. “Hay chicos que llegan porque los papás no tienen con quién dejarlos y, como en su camino al trabajo pasan y ven el cartel que dice ‘Talleres’, entonces los traen para que hagan actividades mientras ellos trabajan. Tenemos bastante flexibilidad, pero si vemos que es necesario les pedimos que hagan tratamiento psicológico. A veces llegan chicos con interés de los padres para que hagan talleres y, charlando un poco, nos damos cuenta de que tienen otros inconvenientes, como por ejemplo problemas para comunicarse o sociabilizarse. Entonces, la tarea de los psicólogos muchas veces sirve para acompañarlos en esa etapa. También tenemos niños que son parte de una nueva generación de la familia, porque sus padres han venido hace algunos años. En un menor porcentaje están quienes vienen porque los padres no pueden brindarle todas las comidas diarias y en ocasiones nos derivan chicos de otras instituciones, indicándonos que lo que necesitan es exclusivamente el almuerzo. Como siempre decimos que no queremos que la institución sea solamente un comedor, tratamos finalmente de incorporarlos a las distintas actividades que se practican en el Centro, para poder brindarles varias posibilidades”, subraya.

En conflicto con la ley

CAINAR también recibe a jóvenes judicializados, de los cuales muchos vienen por su cuenta y deben cumplir alguna tarea que haya solicitado un juez, por ejemplo incorporar un oficio o realizar un tratamiento de adicciones. Los días viernes están dedicados exclusivamente a chicos judicializados y en situación de privación de la libertad. Son divididos en dos grandes grupos donde se trabaja en diversos talleres. “La distinción se hace entre quienes están privados de la libertad en instituciones, que vienen por la mañana, y por la tarde tenemos a los que aún tienen una causa o un proceso abierto. Algunos de ellos vienen con custodia y cuentan con asistencia psicológica una vez a la semana. También atendemos a los que están con prisión domiciliaria. No los juntamos porque el que viene de la casa o solo puede traer algo para darle al que está en la cárcel y, para evitar ese tipo de cuestiones, dividimos el horario”, comenta Acevedo.

Cobre diferentes grupos erarios

La Coordinadora del Centro cuenta que la población del mismo se había extendido demasiado tras recibir una cantidad inesperada de adultos, por lo que la institución se vio obligada a modificar el esquema de edad y orientarla de forma exclusiva a chicos entre 6 hasta 23 años aproximadamente. “Esto lo hicimos sobre todo porque hay otras instituciones que trabajan casos de jóvenes de mayor edad, como el Programa de Libertad Asistida y Preventivo, que nuclea a jóvenes que tienen problemas con la ley penal”, destaca.
Acevedo describe cómo se organizan los diferentes grupos en función de las actividades planteadas: “Al mediodía tenemos al grupo de los niños. Primero almuerzan temprano los que van a la tarde al colegio, y los que vienen de clases también. Tenemos talleres de cocina, teatro y manualidades, entre otras cosas. Esta semana se incorpora un taller de murga a cargo del coordinador de murgas barriales Héctor Mesa, que está orientado tanto a niños como a adolescentes y adultos. La verdad es que tenemos mucha actividad durante la semana. Hoy tenemos unos diez niños y unos veinte jóvenes adolescentes y adultos, aunque hemos trabajado con una población mucho más grande en años anteriores, de aproximadamente 30 o 50 niños circulando. Por eso se retoma la idea de la edad, porque se empezó a trabajar mucho con casos de jóvenes privados de la libertad. Esto generaba que, por ejemplo, un papá trajera a su hijo y viera patrulleros y custodios y luego dejara de mandarlo por sentirse inseguro. Decidimos, entonces, hacer una modificación en los horarios para que esos jóvenes vengan sólo de mañana y por la tarde quede el espacio a disposición de los de menor edad. A partir de este cambio, estimamos que a fin de mes vamos a volver a recuperar la población total de niños que teníamos.”

El rol de los más grandes

El grupo de padres y su presencia en CAINAR resulta un nexo tan fundamental como la presencia de los propios jóvenes. “Siempre pedimos que todos tengan apoyo o acompañamiento familiar. No siempre son específicamente los padres sino que la expresión correcta sería ‘grupo de familias’, porque a veces viene un abuelo, un tío o en casos de adolescentes y jóvenes adultos, la pareja. Ese grupo es tan importante como la tarea que desarrollan en el Centro, a todos ellos les pedimos el mismo compromiso. Entendemos que muchas instituciones hacen el trabajo con los chicos y cuando vuelven a la casa, ya sea con prisión domiciliaria o con libertad total, si uno no fortaleció a la familia, el trabajo se diluye”, manifiesta la Coordinadora.

Coordinación con la comunidad

Acevedo asegura que se intenta restablecer el trabajo interinstitucional, que había ocupado un segundo plano durante un tiempo. “Intentamos reforzar este vínculo porque entre varios espacios a veces se tratan los mismos inconvenientes, por ejemplo chicos que vienen del Comedor de Puerto Madryn a hacer actividades acá. Hace poco nos reunimos con gente del Servicio de Protección de Derechos del Niño y del Mini Hogar, ofreciendo nuestro espacio como lo hacemos cada año, para hacer frente a este tipo de situaciones que ocurren donde hay niños que no tienen adonde ir”, sostiene. Comenta, además, que a veces resulta difícil la coordinación con algunas instituciones, por ejemplo con el Hospital Subzonal “Andrés Ísola”, donde es difícil conseguir disponibilidad en el área de Salud Mental para el tratamiento psicológico o de adicciones, dado que actualmente está desbordado y con sus propios inconvenientes.
A su vez, a pocas cuadras del Centro y también sobre la avenida Juan Muzzio, se lleva a cabo la construcción de lo que será el nuevo CAINAR, gracias a un terreno que fue cedido y con la ayuda de aportes del gobierno provincial por 1.180.000 pesos. “Es un espacio muy grande y seguramente en los próximos meses concluya la primera etapa, que consiste en la terminación de las algunas partes de la construcción, como la cocina y el SUM. La segunda etapa serían los detalles y las aulas, además de pequeñas habitaciones para situaciones emergentes que se necesitan cubrir, como por ejemplo las guardias. La idea es tener un espacio y no tener que estar dependiendo de otras instituciones como el Hogar Municipal”, detalla Acevedo. Sobre la celebración por los veinte años de la fundación del Centro, las autoridades esperan poder realizar los festejos el 13 de agosto, en la nueva sede.

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