En un nuevo episodio sangriento de una ola de ataques, una niña de apenas 10 años se inmoló ayer en el medio de un mercado popular del noreste de Nigeria y mató a 14 personas en un atentado calcado a los de la milicia islamista radical Boko Haram. «La explosión fue tan fuerte que sacudió los edificios de la zona», contó Asabe Abu Kabar, un hombre que vive cerca del mercado y cuyo edificio se vio afectado por la detonación, según la agencia de noticias EFE. Abu Kabar llegó a contar 14 muertos y por lo menos 50 heridos, que fueron trasladados al principal hospital de la ciudad, Damaturu, la capital de Yobe, una de las provincias del norte de Nigeria en donde Boko Haram es más fuerte. En los últimos meses, Boko Haram ha recurrido a los atentados en mercados, lugares de culto y estaciones de colectivos para consolidar y extender su campaña de terror en el noreste de Nigeria, región en la que dice quiere instalar un califato islámico. En esta nueva ola de atentados suicidas, la milicia radical viene utilizando jóvenes y niñas como atacantes. Se sospecha que la mayoría de sus víctimas son menores de edad que fueron secuestradas en algunos de sus ataques y redadas a pueblos y ciudades. Desde el pasado 29 de mayo, cuando el nuevo presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, tomó posesión de su cargo, la milicia integrista ha matado a más de 500 personas, según cálculos oficiales y los ataques se han vuelto moneda corriente en el país africano. Frente a un Ejército nacional que se ha mostrado incapaz de detener la violencia sectaria de Boko Haram y que en muchos casos la ha alimentado con sus propias masacres, abusos y violaciones a los derechos humanos, Buhari decidió profundizar la cooperación con los países vecinos. Desde hace más de cuatro meses los Ejércitos de Nigeria y de Chad, Ní¬ger y Camerún pelean para frenar a los milicianos de Boko Haram, que a comienzos de este años extendieron sus ataques a estos países vecinos. Ayer al menos 19 personas murieron y más de cincuenta resultaron heridas en un atentado suicida en una zona de bares de la ciudad de Maroua, en el norte de Camerún, según informaron medios locales, citados por EFE.