LECTURAS POLÍTICAS OBLIGADAS: CRISTINA PILOTEA LA MESA DE LA INTERNA SCIOLI-RANDAZZO Y LOS UNIFORMA. LAS DEFINICIONES DEL AZUL 3005 U DE LA PALETA PANTONE

Menos pirotecnia, más acuerdo

1Por disposición de la Casa Rosada, Scioli y Randazzo irán a la primaria con boletas similares; por ejemplo, sin el típico “naranja” sciolista. Las papeletas serán con el azul K que usa el oficialismo hace una década.
Debajo de la hojarasca y los forcejeos de campaña, Daniel Scioli y Florencio Randazzo se entreveraron secretamente en el duelo real: sus operadores se sentaron alrededor de una mesa, administrada a distancia por Cristina de Kirchner, para negociar los términos de las primarias K del 9 de agosto que los tendrá como rivales, quizá feroces.
Eduardo «Wado» de Pedro opera, a través de terceros, en el ring donde sciolistas y randazzistas discuten y acuerdan, por ahora sin estridencias. De Pedro, cacique neocamporista y secretario general de la Presidencia, transmite las garantías de ecuanimidad -operativa- de Cristina de Kirchner.

Con training en las batallas del PJ, la Presidente activó un tribunal que enlace a los dos candidatos que protagonizarán un proceso que no ocurre desde 1988, cuando se torearon Carlos Menem y Antonio Cafiero: una interna interperonista por la presidencia.

Scrum

La fiscalización cristinista es De Pedro, la terceriza en un scrum que integran Juan Ignacio Ustarroz, su hermano de crianza y concejal mercedino, el exfuncionario mariottista Juan Manuel Pignocco y el senador bonaerense Gervasio Bozzano. El ordenador, artífice de enjuagues y picardías, es el diputado Jorge Landau, que se sienta como apoderado del PJ y suele derivar sus consultas a Carlos Zannini.

Por: Pablo Ibáñez

La constitución de esa mesa aporta, per se, una certeza: las versiones sobre una bajada de Randazzo a pelear la gobernación bonaerense se esfuman cuando Cristina de Kirchner, en persona, los sienta a sciolistas y randazzistas a negociar sobre las primarias. La fantasía del PJ clásico, que pujó para imponer una lista «de unidad» -con Scioli presidente y Randazzo gobernador- fue sacrificada en la mesa cristinista.
Scioli, a través de Alberto Pérez, delegó los oficios logísticos en un cuarteto: Gustavo Ferrari, asesor general de Gobierno; Walter Carbone y Juan Pablo Álvarez Echagüe, subsecretario de Pérez, y el contador general, Carlos Machiaroli. Más liviano, el randazzismo centraliza esos asuntos en Norberto García, subsecretario de Asuntos Políticos, el histórico gestor de cuestiones electorales de Randazzo.
Hubo, en las primeras juntadas, tironeos sobre un tema estético. Declarada la temporada electoral, a partir de la convocatoria a los comicios, Landau apuró un trámite: hizo reserva de color en el Juzgado electoral de María Romilda Servini de Cubría. Anotó como exclusivo del Frente para la Victoria (FpV), entre otros símbolos y figuras, el azul «kirchnerista», 3005 U de la paleta Pantone.
El argumento de la Casa Rosada fue sencillo: no puede haber cambios bruscos, en la imagen de la boleta, entre la primaria y la general de octubre. Hay, a la vez, un factor político. «Los dos forman parte del mismo espacio, el FpV», dijo un delegado K.
Parece un detalle menor pero no lo es. En 2014, se incorporaron retoques a la ley de las PASO que permitían que dentro de un mismo partido, los distintos candidatos puedan tener boletas propias y con colores identificatorios. Con esa reforma -antes de esa, todas las boletas de la primaria debían ser iguales- Scioli podría incluir su naranja y Randazzo su celeste DNI.
Pero la decisión de la Presidente fue uniformarlos y ordenó que las boletas de los rivales de la primaria presidencial K vayan al cuarto oscuro con la misma boleta. Quizá, cuando se presenten los modelos definitivos, haya algún detalle -un sombreado o una línea de un color particular- aunque, a grandes rasgos, la diferenciación estará dada por las fotos de los dos candidatos.
Hubo, en la mesa, chispazos moderados por el factor confusión. El sciolismo primero quiso reservar el naranja -que lo suele usar el Partido Humanista- pero al final no lo hizo. Cautos, los sciolistas miran cada movimiento temerosos de una emboscada pero, a la vez, evitan tensionar. El randazzismo parece jugar de local.

Se acortan los tiempos

En paralelo, avanzan otros dos asuntos: El 10 de junio se inscriben las alianzas electorales y el kirchnerismo registrará, como de 2005 a la fecha, el Frente para la Victoria (FpV), del que forman parte entre otros, el PJ, Kolina, el Partido Intransigente y Nuevo Encuentro. Ese es un dato poderoso: luego de «colectar» en elecciones pasadas, el partido de Martín Sabbatella se integrará al FpV y participará de la primaria K. Al punto que ayer estuvo Sabbatella y caminó por Florencio Varela para apoyar a su candidato local.
Aunque todavía está en veremos cuántos candidatos a la gobernación quedarán -y cuántos a intendente en cada distrito- se terminó de consolidar la idea del «todos con todos», basado en el fallo Benedetti, que hará que haya una multitud de boletas azules en el cuarto oscuro. Con dos presidenciables, dos a gobernador y dos aspirantes a alcalde, el FpV amontonará ocho tiras de siete tramos, al menos en la provincia de Buenos Aires. Una guerra silenciosa que se viene tendrá que ver con contratar imprentas y papeleros para que hagan ese trabajo descomunal cuando, al menos el PJ, suele imprimir 4 o 5 padrones de boletas, que a nivel nacional asciende a 30 millones de electores. Es decir, a nivel nacional, Scioli y Randazzo mandarán a hacer, al menos, 100 millones de boletas cada uno, sin contar lo que harán los candidatos a la gobernación y a las intendencias.

Fuente: *Ambito Financiero

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