ENTREVISTA A DANIEL CARDINALI, MÉDICO Y AUTOR DE QUÉ ES EL SUEÑO

“Es una estupidez considerar que dormir es perder el tiempo”

Por Mauro Fernándes

Daniel Cardinali“Ayudar a tomar conciencia de que dormir es esencial para nuestra salud física y psíquica y que por lo tanto el fenómeno del sueño, que ocupa un tercio de nuestra vida, en modo alguno no es prescindible.” Es lo que se propone Daniel Cardinali, médico y doctor en Ciencias Biológicas, al publicar un libro, al compartir una publicación en su blog o al intervenir en una conferencia científica. Sabe que no es una tarea sencilla porque, como plantea, hay varios factores que inciden en la cantidad y calidad de nuestras horas de descanso, como lo son los tempranos horarios de la escuela o el trabajo, las programaciones de televisión que desplazan más y más el prime time a avanzadas horas de la noche, el estrés cotidiano, el amplio consumo de comidas y bebidas ricas en cafeína y el avance tecnológico.
“¿Qué es el sueño?” Ese es el título del último libro de Cardinali. Allí, a lo largo de más de ciento cincuenta páginas, habla de por qué dormimos, de las pesadillas y terrores nocturnos, de husos horarios, de la siesta, de los mecanismos de la memoria, del trabajo nocturno, de los dilemas del proceso educativo y la seguridad vial.
Especialista en el estudio de la fisiología y farmacología y uno de los principales investigadores en el país sobre la medicina del sueño, lo primero que plantea es que “es una estupidez considerar que dormir es perder el tiempo”. “Cuanto menos dormimos, más irritabilidad y más violencia hay”, señala a El Diario Cardinali, doctor honoris causa en Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (1991) y de la Universidad de Salamanca (1998).
“Hay muchas razones para la falta de sueño en nuestra sociedad que funciona 24/7 días a la semana (lo que ha llevado a llamarla “Sociedad 24/7)”, escribe en su último libro. Recalca la incidencia de que más y más individuos pasen una parte de sus noches ante pantallas iluminadas de monitores (LCD, smartphones) e indica que, en lo posible, hay que sacar los dispositivos electrónicos de los dormitorios.
Como en sus libros, da varios ejemplos y cita diversos estudios nacionales o internacionales. Ahora, se encuentra investigando la vinculación entre la tecnología y el rendimiento de aprendizaje en jóvenes a partir del Plan Ceibal, una novedosa iniciativa implementada en Uruguay que consiste en la entrega de una computadora por cada niño que asiste a un centro educativo. “Es una base de datos espectacular para mirar algunas cuestiones del sueño en toda la población”, evalúa.
P.:—En el libro plantea que a lo largo de la historia en distintas sociedades se ha dormido de distinta forma. Describe, además, a la sociedad actual como 24/7. ¿Qué concepción se tiene sobre el sueño?
D.C.:—El hecho de pensar que la sociedad actual funciona 24 horas/ 7 días a la semana indica que la idea que se tiene del sueño no es precisamente de valorización. Muchos piensan que dormir es perder el tiempo. Si uno busca en internet opiniones sobre el sueño va a encontrar muchos testimonios que aluden a que es un momento inútil de nuestra vida. Se trata de una visión radical y carente de lógica, sobre todo porque nosotros somos como tres personas en uno mismo. Ese concepto trinitario no es una fantasía dado que vivimos en tres cuerpos diferentes, que se van alternando a lo largo de las 24 horas. El cuerpo de la vigilia tiene una modalidad y un programa fisiológico propio. En tanto, el cuerpo del sueño de ondas lentas es prácticamente la contraparte al de la vigilia. Y hay otro cuerpo muy particular que es del sueño de movimiento oculares rápidos (REM, por sus siglas en inglés) que es totalmente paradojal, porque fisiológicamente no responde a ninguna de las reglas de control y mantenimiento del equilibrio de nuestras funciones.
Esos tres cuerpos, que son muy diferentes, tienen una armonía entre sí. Por ejemplo, si se bloquea el sueño, se reduce de manera muy importante el cuerpo compensatorio del gasto de la vigilia. Por eso, pueden aparecer grandes pandemias, como obesidad, diabetes, hipertensión arterial, cáncer o enfermedades neurodegenerativas. Por tanto, es una estupidez considerar que dormir es perder el tiempo.
P.:—¿Se pueden recuperar las horas “perdidas” de sueño?
D.C.:—Hay que ser muy cuidadoso con la cuestión de qué se recupera. Una persona que está privada de sueño recupera el sueño lento casi de forma total. Pero, las horas de sueño no son recuperadas totalmente. Esa situación tiene una ventaja importante para el individuo que está privado crónicamente de sueño. Si alguien pierde dos horas por día, acumula diez horas de sueño lento en cinco días. Pero, tiene la necesidad de recuperar nada más que un tercio de esa cantidad, es decir, con tres horas que duerma el fin de semana y si no se pone rutinas exigentes durante el sábado y domingo puede compensar esa deuda. Es interesante como posibilidad porque se podría pensar en una sociedad en la cual la gente estaría de lunes a viernes prohibida de sueño por motivos laborales, pero que al llegar el fin de semana lo recupera. No obstante, eso no sucede porque muchas personas el sábado y el domingo también tienen rutinas exigentes.
P.:—¿La actividad física ayuda a tener un sueño más profundo?
D.C.:—Sí, pero siempre que esté pautada adecuadamente y se desarrolle en el día. La actividad física en las cercanías del comienzo del descanso perturba al sueño. El primer enfoque de un paciente con insomnio es higiénico y dietético, es decir, hay que saber cómo duerme y qué cosas hace antes de acostarse. Hay personas que tienen costumbres que no son adecuadas, como usar el dormitorio como lugar de trabajo o acostarse con la televisión prendida. El deporte practicado después de las 18 horas puede generar un estado de excitación que prolonga el comienzo del sueño. En tanto, el que se realiza de forma matutina es altamente recomendable.
P.:—Por el horario laboral, en algunas ciudades del interior suele haber un espacio para la siesta. ¿Es importante?
D.C.:—Hay infinidad de estudios que dan cuenta de que la siesta mejora el aprendizaje. Su valor es indiscutible. Lo que hay que entender es que una siesta corta es más beneficiosa que una larga.
—En el interior, ¿el horario laboral colabora con una mejor calidad de sueño?
—Hay menos alteraciones del sueño. En un estudio realizado por el Barómetro de la Deuda Social Argentina de la Pontificia Universidad Católica (UCA), se dio a conocer que cuanto más se separan los núcleos urbanos por densidades, más aparecen las diferencias. Es ahí cuando se ve, por ejemplo, que los habitantes de las ciudades del interior duermen mejor. Tiene lógica: el tipo de vida es de menos estrés que en las grandes centros urbanos.

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