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Un año después del brote inicial, el ébola ya se cobró 10 mil vidas

ebolaUn año atrás, el gobierno de Guinea Conakry alertaba a la comunidad internacional de la existencia de un alarmante número de casos de ébola en el sureste del país, lo que marcaba el comienzo de la cruenta epidemia que ya se cobró más de 10 mil vidas por el fracaso global de los esfuerzos de contención.
La primera muerte por ébola en aquel país africano se había producido unos tres meses antes, cuando Emil, un niño de dos años que solía jugar con murciélagos pereció en su pueblo. La misma suerte sufrieron unas semanas después los familiares y vecinos que habían participado de la tradicionales ceremonias fúnebres, que implican velar al muerto en contacto directo con su cuerpo, lo que desencadenó la propagación.

El 23 de marzo de 2014, el Ministerio de Salud guineano informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que había detectado 80 contagios de ébola, 59 de ellos con resultado de muerte. La mayor parte de los enfermos vivía en zonas fronterizas con Sierra Leona y Liberia, países que –junto a la vecina Guinea–, resultarían los más devastados por el virus por sus porosas fronteras y sus débiles sistemas sanitarios.

Médicos Sin Fronteras (MSF) fue la primera organización en alertar de que África Occidental, que nunca había conocido el ébola, se enfrentaba a una “epidemia sin precedentes”. En cambio, la OMS afirmaba que el brote de Guinea era preocupante, pero no extraordinario, y que seguía patrones conocidos.
Con una tasa de mortalidad del 90 por ciento y sin tratamiento ni vacuna conocidos, las muertes se multiplicaron de forma exponencial durante los primeros meses de este nuevo brote. Con más de 300 muertos, a finales de junio, MSF dijo que la epidemia estaba “fuera de control”, lo que fue confirmado por los mil fallecidos en agosto.El brote puso en cuarentena la vida en África Occidental: se cerraron escuelas y fronteras; se aislaron poblaciones enteras; se precintaron edificios; se prohibieron festividades, velatorios y costumbres ancestrales.

La directora de la OMS, Margaret Chan, se rindió entonces ante la realidad: “Este brote avanza más rápido que nuestros esfuerzos para controlarlo”.

Miedo compartido

Pandemia paralela. Las repatriaciones de cooperantes a Estados Unidos y Europa generaron también una pandemia global paralela a la del ébola: la del pánico.

Avances. Si en el mes de septiembre había unos mil contagios a la semana, en diciembre pasado se había reducido a un centenar.

Resistencia. El ébola se resiste a desaparecer, sobre todo en Guinea y Sierra Leona. El nuevo caso en Liberia ha vuelto a encender las alarmas, cuando el país estaba a punto de ser declarado libre de la enfermedad.

A la espera de una vacuna. Varios estudios están en marcha para descubrir una vacuna eficaz contra el mal, pero se enfrentan a un viejo problema: la desconfianza de la población, que muestra su resistencia a los ensayos de nuevos tratamientos.

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