ENTREVISTA EXCLUSIVA A JUAN MANUEL OLSINA, CANTAUTOR DE TANGO

“Es impresionante y milagroso que en Chubut se le dé tanta importancia al tango”

1¬¬“Soy del sur, de Chubut y su gente, de Buenos Aires y la calle Corrientes.” Esa frase, que aparece en uno de sus escritos, lo describe: Juan Manuel Olsina tiene 33 años, vive en Capital Federal y viaja habitualmente a Rawson y Trelew, ciudades en las que transcurrió su infancia y adolescencia. Cantautor de tango y periodista deportivo, es uno de los músicos más importante de la provincia. Tiene cuatro discos de estudio (“Vivir del tango”, “Eterna madrugada”, “Pasión” y “Tiempos distintos”) y a fin de año saldrá a la venta un nuevo material, que va a tener boleros, candombes, milongas y tangos. “Tendrá, por ejemplo, un bolero de homenaje a Playa Unión, “Un rojo amanecer”, y un candombe dedicado a los chicos de la calle”, cuenta.

Por Mauro Fernándes

En su casa hay banderines, caricaturas y fotos con músicos y deportistas reconocidos, además de un piano. Escribe poemas, cuentos y canciones, y ubica a su libro, “Eterna madrugada”, por encima de sus obras musicales. Días atrás, Olsina grabó -junto al trío de guitarras (Manuel Masetti, Pepo Migliori y Federico Patiño)- su primer disco en vivo, en el Centro Cultural de la Cooperación (Capital Federal). A partir de diciembre ese material estará disponible al público y será presentado en algunas localidades de Chubut.
“En un video se ve que están bailando una canción mía, ‘De tangos y borrachines’, en una milonga de Suiza”, comenta, sorprendido. En 2015 se cumplirán 10 años de su primer espectáculo profesional en Buenos Aires. Junto a su trío de guitarras, tiene previsto hacer una gira por Suiza. “En Italia, Suiza, Francia, Japón y España se le da mucha importancia al tango. Los japoneses no entienden la letra pero se me emocionan con el baile”, ejemplifica.
Del disco “Eterna madrugada” (2007) se vendieron cerca de cuatro mil ejemplares. “En la provincia me lleno de energía”, expresa, y destaca el acompañamiento del público chubutense. “Cuando canto un tema clásico, el público aplaude al intérprete pero también al autor del tema y al compositor de la letra. La satisfacción es mayor cuando ocurre con una canción que escribí y musicalicé”.

P: -¿Quiénes participan en el quinto disco de estudio?
JMO: Va a estar para diciembre. Ya están las pistas grabadas y solo resta poner la voz. Participa Maximiliano “Moscato” Luna, un guitarrista extraordinario que acompañó a Nelly Omar y Guillermo Fernández. Escribí más de 60 canciones, de las cuales algunas van a estar en ese disco. Por ejemplo, “Un rojo amanecer”, una canción que está en el libro “Eterna madrugada” y ahora va a ser uno de los boleros de esa obra.

P:¿Tiene más canciones referidas a Chubut?
—Hay letras vinculadas a diferentes lugares. En “Un rojo amanecer” traté de pintar el paisaje de Playa Unión, además de escribir sobre un amor que se fue, que terminó. A su vez, en ese escrito hay una historia incluso más triste, referida a las personas que se suben a barcos que terminan desapareciendo. Mi hermana tuvo un primo que se embarcó y nunca más volvió. Es la canción más sentida del disco. “Un rojo amanecer maquila Playa Unión. La espuma besa la orilla, silba el viento su canción”, es una de las frases.

—¿El disco en vivo tiene canciones de obras anteriores?
—Va a estar para noviembre o diciembre. La idea es recorrer distintos sitios de la provincia para dar a conocer el material, que tendrá varios temas de los discos “Eterna Madrugada” y “Tiempos distintos”, como “Vals abuela”, “Buenos Aires te enamora”, “Bohemio de mil copas” y “La luna miente al oído”. Es un resumen de mi carrera. Además, va a tener temas clásicos, como “Sur”.

—¿La diversidad de paisajes presentes en la provincia influye al momento de escribir?
—La letra de “Un rojo amanecer” es un ejemplo. Pero, en general describo sensaciones internas: a veces hay más paisajes dentro de uno que en el exterior. Un día un periodista me propuso escribir un tango referido a las ballenas, y le expliqué que era muy difícil. Hay letras vinculadas a la provincia, por ejemplo la dedicada a la Escuela 4 de Rawson, donde jugaba a la bolita y al yoyó, y otra referida a la Vitrola (Trelew). Tengo 33 años y viví la mitad de ese tiempo en Trelew y Rawson. Mi vida se reparte entre Chubut y Capital Federal.

—En general, ¿las letras se basan en historias vividas?
—Hay historias que escribí y después me pasaron. Son canciones proféticas vinculadas al amor y la amistad. Por ejemplo, en el libro hay una letra titulada “Buscando olvidar”, que se basa en el relato de un amigo. Es uno de los casos de historias vividas por otras personas. Hay bastante de ficción para que las letras puedan tener un formato. El 90 por ciento de mis canciones parten de historias vividas.

—¿Lleva tiempo escribir una canción?
—Sí, le dedico bastante tiempo al armado y formato de las frases. No se trata de redondear una letra ni hacer una tarea. A varias canciones les dediqué casi tres años y hay cerca de 20 letras que están en la computadora porque aún no tienen un final.

—¿Empezaste a escribir canciones en Capital Federal?
—De chico escribía algunos cuentos. Pero, cuando empecé a cantar temas tradicionales en los bares de Capital, me encontré con historias que quería llevarlas a un papel. Empecé a escribir bocetos de canciones que no tenían métrica. Entendí algunas cuestiones recién cuando comencé a leer poesía, por ejemplo. Es fundamental leer.

—De todas formas, hay un acercamiento desde chico al tango.
—Sí, en casa siempre se escuchaban los discos de Piazzolla, Gardel, Pugliese y el “Polaco” Goyeneche, entre otros. Mi viejo era un gran amante del tango y me crié en los bares. Escuchaba las letras y las aprendía de memoria, más allá de que no entendía el significado. Hay muchos que critican al tango por ser supuestamente triste. Eso no es así: el tango es nostálgico y pinta paisajes que tal vez no estén presentes en ningún otro género. En las letras se habla de los amores perdidos o ganados, la vieja, los amigos, los hermanos y el barrio. Por ejemplo, a través del blues o el jazz se daba cuenta de las protestas de los negros ante la esclavitud. En los boleros y el rock las canciones son sentidas. Incluso en el cuarteto hay historias muy tristes: de los barrios, la carencia y la pobreza.

—¿Por qué se lo critica?
—Hay estereotipos. Se cree que el tanguero es un tipo triste, pero no es cierto. Los músicos del rock aprendieron bastante del tango, género que se vincula a los inmigrantes que llegaron a la Argentina. El tango es nostálgico: habla de lo que se extraña, de las limitaciones económicas sufridas a diario y de las injusticias sociales. El tango aún vive, solo pueden variar los paisajes.

—¿Es el género que mejor representa al país?
—Sí. El tango “Cambalache” parecería que fue escrito ayer, porque el paisaje que se describe continúa. Al igual que en el tango, en los argentinos está presente la vida bohemia, la nostalgia y la extrema felicidad. En la Argentina un hombre puede ser un día considerado como un fenómeno, pero en cuestión de horas puede ser descartado. Se va al cielo o al infierno en cuestión de segundos. Eso está pintado en algunas canciones. El tango representa al país, de hecho es Patrimonio de la Humanidad y, además, es un género admirado en el mundo. Solo en la Argentina no se le da importancia al tango. En el mundo se desviven por bailar, escribir o cantar tango, pero en el país no se lo difunde. A veces está presente en el canal Encuentro, pero nunca en los canales masivos.

—¿A qué se debe?
—Quienes manejan la cuestión cultural en la Argentina creen que el tango no vende. Subestiman de esa forma al público. A su vez, se destruyó un poco el género con el rock y el “Club del clan”. En el exterior, en cambio, se habla de Gardel y de la forma sensual de bailar el tango. A los turistas se les vende un producto para que se queden contentos: se les presenta un tanguero disfrazado de gaucho. Se pinta un paisaje distinto, que no existe.

—“¿Qué te pasa Buenos Aires? Te han matado de a poquito. El tango es un cartelito o un souvenir para llevar”, dice una de las letras de “Eterna madrugada”.
—Claro, el tango es vendido a los turistas como un producto. Quienes cantan tango relativamente en serio no tienen trascendencia, porque no se los ve en los medios de comunicación y económicamente no pueden subsistir. Vivir hoy del tango es prácticamente una utopía. Músicos reconocidos me han comentado que fuera de la actividad musical tienen otros emprendimientos. Hay músicos consagrados que no pueden vivir del género, como Ricardo ‘Chiqui’ Pereyra, o algunos que deciden viajar a otros países. Por ejemplo, algunos se van a Colombia porque allí pagan mejor. En la ciudad emblema del tango no se le da importancia al género. En Capital Federal solo hay una radio (2×4, 92.7 FM) de tango.

—¿El público también incide?
—El público llama a las radios y pide escuchar “Naranjo en flor” del “Polaco” Goyeneche, quien fue un ídolo de todos los músicos de tango. Me parece mal que únicamente se invoque a figuras que ya no están físicamente. Habría que hacer una mezcla: escuchar a referentes históricos, pero también a músicos que toquen en las ciudades. Uno de los mayores problemas está en el público, porque hay muchas personas que ya ni siquiera asisten a los espectáculos. Esa situación se debe a que a veces el público ni se entera de los eventos. Hace un año fui a ver en la Trastienda a Leopoldo Federico y el lugar no estaba lleno.

—¿Y en Chubut hay interés?
—Sí, es milagroso que en Chubut se le dé tanta importancia al tango. Es impresionante. En Comodoro, Madryn y Trelew hay encuentros de tango. La gente va a las milongas para aprender a bailar. Por ejemplo, cuando canto en el Casino, el público concurre. Hay que tener en cuenta que mi música no es comercial, no vende. Más allá que sea del lugar, el público de Chubut me sigue. Fuera de Córdoba, Buenos Aires, Rosario y Chubut, en general al tango no se le da gran relevancia.

—¿Se percibe mayor interés por parte del público de Chubut que el de Buenos Aires?
—Teniendo en cuenta la cantidad de habitantes que hay en la provincia, se le da mucha importancia al tango. Hay muchos músicos y bailarines en Chubut. Me sorprende lo que sucede. Hay algunos lugares chubutenses en los que tiene mayor éxito el folclore.

—¿Pasa en los lugares más pequeños?
—Sí. El folclore está más asociado al paisaje campestre. En las ciudades más grandes de Chubut, como Trelew y Puerto Madryn, el tango tiene más peso.

—¿En el país sucede lo mismo?
—A nivel nacional hoy el folclore tiene más peso que el tango, que era un género popular y pasó a ser clásico, como el jazz.

—¿Es más importante publicar un libro que un disco?
—Es lo mejor que me pasó. Quiero más al libro que a los discos. El libro tiene una desventaja: no tiene música, no suena en ningún lado. Tampoco tengo un feedback con los lectores, al menos de forma instantánea. Cuando termino de cantar un tema, tengo una respuesta directa del público. En cambio, con un libro es distinto. Por eso, ocupa un lugar importante. Hay dos ediciones: una, editada por la Secretaría de Cultura de Chubut, y otra, de forma particular. Claudio Dalcó (secretario de Cultura de la provincia) me ayudó mucho.

—Con relación al ámbito cultural, ¿qué falta en la provincia?
—Se ha hecho en Chubut una buena difusión cultural, especialmente del tango. Por ejemplo, una muestra clara es la participación que Chubut tuvo en el “Encuentro Federal del Tango”, ya que una de las ediciones se hizo en Comodoro Rivadavia. Además, junto a bailarines representé a Chubut en dos ediciones, donde solo participaron diez provincias argentinas. En ese sentido, hay mucha difusión del tango y el folclore en Chubut. El trabajo de Norma Vitores (directora de Cultura de Trelew) es interesante, porque propone que los jóvenes se acerquen al tango y al folclore, que son las raíces musicales. Está muy bien que se apueste a difundir esos dos géneros. Fuera de esas cuestiones, habría que darle más importancia a lo provincial que a lo nacional. Me parece mal que la Municipalidad de Rawson pague una fortuna por un recital de Patricia Sosa y no tenga dinero para los músicos o bailarines locales. Esa situación es culpa de todos, porque hay personas que se ofrecen y aceptan cantar gratis. Se trata de un trabajo y hay que cobrar. Ante todo hay que cuidar el patrimonio provincial. Hay que comprar instrumentos para que estén disponibles en las escuelas y difundir programas musicales de tango y folclore.

—En 2015 se cumplirán 10 años del primer espectáculo profesional en Buenos Aires. ¿El balance es positivo?
—Sí. En casi diez años canté el himno en dos oportunidades, estuve en el Luna Park y el Salón Dorado (Capital Federal), edité 4 discos y publiqué un libro. Fui a programas de televisión y radio de Chubut y Buenos Aires. Compartí escenario con músicos de los que tengo discos, como Pablo Agri. El camino recorrido no me deja de sorprender, porque arranqué de cero.

—¿Cuál fue el mejor momento artístico?
—Cuando canté el himno en el Palacio Aurinegro (Madryn) antes del comienzo de la pelea de Omar Narváez contra Rayonta Whitfield. Había cerca de seis mil personas y esa noche Narváez superó el record de Monzón. También, canté el himno en una pelea de Lucas Matthysse. Cantar el himno es hermoso, no solo porque se trata de una cuestión patriótica sino también por la letra, la música.

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