LA COLONIA GALESA, ENTRE EL ENTUSIASMO NACIONALISTA DE HACE 149 AÑOS, Y EL PRESENTE CHUBUTENSE

Constante y sonante

p3La historia de los pueblos se mide en gran medida en pérdidas y ganancias.
Cymru, el país de Gales, es una de las tres naciones que ocupan la isla de Gran Bretaña (las otras dos son Inglaterra y Escocia. Políticamente es una nación constitutiva del Reino Unido. Tiene una población total de tres millones de personas y es un país bilingüe, a pesar que más del 70 % de su gente ya no habla el idioma galés, sino el inglés. Su producto bruto interno ronda los 44517 millones de dólares y su economía se centra en un 60 por ciento en servicios y poco más de un 3 en producción. La tasa de empleo ronda el 70 por ciento casi en coincidencia con la tasa de actividad económica que detenta. La moneda de circulación oficial como en el resto del Reino Unido es la libra esterlina, y el Banco de Inglaterra es el banco central, responsable de la emisión de la moneda.
Y tanto la política fiscal y económica son materias reservadas y determinadas en Westminster.
El gobierno de Gales es el órgano superior colegiado que dirige la política y la Administración de Gales, y es, asimismo, el titular de la función ejecutiva y de la potestad reglamentaria descentralizada del Reino Unido.

El arrastre

A partir del siglo IV y durante casi mil años, Gales estuvo dividido en una serie de pequeños reinos y señoríos sometidos a los vaivenes de los enfrentamientos entre los distintos grupos que vivían en la región (británicos, anglos, sajones y, desde el siglo XI, normandos). A ese período pertenecen varios de los líderes que los galeses reivindican aún hoy y que tienen nombres tan sugestivos como Cadwgan, Maredudd y Iorwerth ap Cynfin; Grufdudd ap Cynan; Owain Gwynedd; Rhys ap Grufdudd y Llewelyn ap Iorwerth. Fue recién a la muerte de este último cuando Eduardo I, por entonces rey de Inglaterra, pudo completar la conquista de Gales. […]
Durante mucho tiempo, la relación entre galeses e ingleses fue más bien distante y estuvo basada en el viejo y sabio principio de vivir y dejar vivir. Los galeses conservaron su cultura, su religión y, al menos durante los primeros siglos de dominio inglés, su idioma. Pero, poco a poco, esa situación empezó a cambiar. En el siglo XVIII, el uso del galés había quedado restringido a los asuntos domésticos. La administración, el comercio, buena parte de la vida social y cultural y, cada vez más, la educación, se llevaban adelante en inglés. Hacia fines de ese siglo y en el marco del naciente movimiento romántico, empezaron a formarse grupos interesados en la defensa de una identidad nacional que consideraban amenazada y que se identificaba, cada vez más, con un idioma. Al principio esos grupos se dedicaron, fundamentalmente, al rescate de textos tradicionales y a la traducción de obras clásicas. […] Pero, con el correr del tiempo, se fijaron metas más ambiciosas.
En el siglo XIX Gales sufrió lo que algunos han definido como una nueva invasión inglesa. Esta vez, y a diferencia de lo que había ocurrido en los tiempos de Llewelyn y los margraves, lo que buscaban los invasores no era la tierra sino lo que había debajo de ella. Gales contiene importantes yacimientos de hierro y carbón y la revolución industrial había hecho, de ambos, productos de primera necesidad. […]
La respuesta de los grupos nacionalistas no se hizo esperar. Ya no luchaban, solamente, por la supervivencia del Cymraeg. Ahora, lo que buscaban era la creación de una colonia galesa autónoma en algún rincón apartado del mundo. Solo así, pensaban, el idioma y, junto con él, el estilo de vida de los galeses estaría a salvo de la extinción.
La primera gran campaña en favor de la emigración fue motorizada por I Cylchgrawn Symreig (La Revista Galesa), un periódico publicado en Cymraeg. Su editor, Morgan Rhys, proponía que se buscara un área apta para la colonización en algún lugar de los Estados Unidos. Y, aun si la iniciativa no prosperó, señaló un rumbo. Entre 1850 y 1863 se lanzó una serie de proyectos orientados a la fundación de colonias de galeses en Palestina, el Brasil, Oregon, Vancouver, Australia, Nueva Zelanda, Uruguay y, finalmente, en la Patagonia. Aunque, hay que decirlo, la idea de que la Patagonia era un sitio apropiado no nació en Gales sino en los Estados Unidos. Su principal impulsor fue el reverendo Michael Daniel Jones.
Es difícil establecer los verdaderos alcances del proyecto de Jones. Seguramente, tanto él como sus seguidores aspiraban a que su idioma se convirtiera en la lengua oficial o, al menos, en una de las lenguas oficiales del área que irían a ocupar y, la verdad, nadie puede culparlos por ello. Pero de allí a suponer que, como se ha dicho tantas veces, pretendían establecer un Estado autónomo hay un gran trecho. […] Las ideas del reverendo Jones fueron presentadas en una serie de mítines, primero en los Estados Unidos y después en Gales. En ellos, se aludía una y otra vez a la Patagonia y esto provocó que, finalmente, el cónsul argentino en Liverpool se interesara en el asunto. Al poco tiempo, la noticia de que había un grupo de inmigrantes dispuestos a instalarse en algún sitio despoblado del país llegó a Buenos Aires. Y, una vez allí, a los oídos del ministro Guillermo Rawson. […]
Las primeras conversaciones entre la Comisión Colonizadora y las autoridades argentinas fueron auspiciosas. La Ley de Tierras sancionada en 1862 autorizaba al gobierno a entregar una pequeña parcela a cada colono. Pero si los galeses cumplían con su compromiso de instalar dos o tres mil familias en la Patagonia, anticipaba el cónsul, recibirían mucho más que eso.
Love Jones Parry, de Madryn Castle, y Lewis Jones viajaron a la Argentina con fondos provistos por el reverendo (Michael Daniel) Jones. Reconocieron rápidamente el litoral chubutense y, acto seguido, firmaron un acuerdo con el gobierno. Después, convencidos de que su misión había tenido el éxito más completo, regresaron a casa. Corría el año 1864 y solo faltaba una cosa para que la colonia se convirtiera en realidad: ir y hacerla. […]

La colonia

Por fin, el 28 de mayo de 1865 el Mimosa, un bergantín de 450 toneladas y poco más de 40 metros de eslora, zarpó de Liverpool con 153 colonos. Provenían de sitios tan diversos como Liverpool, Aberdar, Mountain Ash, Bangor, Birnkenhead, Bala, Aberystwyth, Ffestiniog y hasta de Nueva York. E iban en pos de un sueño.
Cuanto de este sueño se cumplió? Es probable que la medida de la historia sea diferente a la del sentido común y cuente los procesos como profundos movimientos que aún se van dando.
Pese a la euforia que arrastra aquella epopeya, hoy el Valle aparece deslucido. El idioma galés está circunscripto a estudios culturales y se mantiene en grupos extremadamente reducidos. Los jóvenes han emigrado. Las chacras se han alquilado, parcelado o diversificado. La música y los coros abandonaron el sentido mántrico que ocupaban en las capillas y se reconvirtieron al arte por el arte mismo, y los credos propios fueron desplazados en gran medida por los ajenos.
Y hay que decirlo, en todo esto han tenido mucho que ver las políticas de estado que se ocuparon relativamente poco y con escasos aportes concretos, a resignificar aquel pilar cultural, social y productivo que fue el aporte galés en nuestra tierra.
Mirar para atrás implica necesariamente un profundo agradecimiento con quienes sentaron bases poblacionales en esta áspera zona. Pero también requiere una valorización de resultados presentes, tanto como un compromiso con el futuro.
El 8 de agosto el gobernador de Chubut, Martín Buzzi viajará con una comitiva de intendentes y referentes provinciales a Gales para coordinar los festejos conjuntos del año próximo por los 150 años desde aquel desembarco que hoy rememoramos. Habrá que ver que tenemos para contarle al país de origen de lo que quedó de aquella colonia…

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