PARA LO QUE GUSTE MANDAR

Todo tiene que ver con todo

Por Cándido Rivera
candidorivera@walla.com
www.rivera.bitacoras.com

¡Qué lo tiró al meteoro, Cárdenas! ¿Eh, qué tiene que ver Meteoro en todo esto, Cándido? El meteoro, Pelado, no el dueño del Mark 5, me refiero al clima, al estado del tiempo… ¿Y por qué belines no dice directamente el estado del tiempo en vez de hacerse el políglota, eh? Políglota es el que conoce muchos idiomas, Pelado, yo le hablo nada más que en castellano. Usted hablará en castellano, pero a veces estaría bueno que hablara en cristiano, porque se le entiende la mitad de las cosas, qué quiere que le diga… Está bien, Cárdenas, como usté quiera, me cache en el tiempo, o no llueve nunca o se te cae el cielo raso encima. Además, Pelado, con esto que en Madryn no llueve estamos tan preparados para cinco gotas juntas como para recibir un mundial de fútbol. Le diré que la gente que vive cerca de Gales está un poco podrida de sacar barro de debajo de la mesa del comedor… Usted menta a los que tienen asfalto en la calle, ¿y qué me dice de toda la gente de os barrios de arriba, del Presidente Perón, por ejemplo?, esos sí que se la vieron jodida ayer en medio de toda la tormenta, si ni los colectivos podían pasar, por serte hubo un montón de gente que se arremangó los lompas y se puso a ayudar y a juntar frazadas, hubo más de setenta evacuados, muchos de ellos chicos. Pero, como dijo, esto no es nuevo, Cándido, esto es de siempre, y pasan las gestiones, pasan los políticos, como dice Pinti y quedan, acá, los inundados, no los artistas.
Cando pasan estas cosas, cando hay que poner el hombro, ayudar, no sé porqué, Cárdenas, siempre pienso en el ángel de la bicicleta, en Pocho Lepratti . ¿Y qué tiene que ver, Cándido? No sé, bah, sí sé, si hablamos de solidaridad, además hace unos días hubiera cumplido años, el 27 de febrero pasado… Eso no es hace unos días, Cándido…. ¿Acaso importa, Pelado? No, la verdad que no.
Su nombre completo era Claudio Lepratti y le decían Pocho. Fue uno de los más abnegados militantes sociales que nos había dado esta tierra y fue asesinado por las balas policiales en la represión de diciembre del 2001 en Santa Fé. Había entrado como seminarista, pero al final abandonó y se fue a vivir a uno de los barrios más humildes de Rosario, el barrio Ludueña, donde se dedicó a trabajar con los chicos. Cuando llegó ese diciembre de pesadilla Pocho estaba trabajando como auxiliar de cocina en el comedor de una escuela del sudoeste rosarino. Vaya uno a saber por qué, ese 19 de diciembre, en medio de la crisis que se desató en las calles, un grupo de policías comenzó a pegar tiros en la parte de atrás de la escuela. Lepratti subió al techo para tratar de defender a esos chicos que estaban comiendo adentro al grito de: “¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!”. ¡Eso es lo que dice la canción de León Gieco, Cándido! Y, sí, Pelado. Pero sin la puteada. Una licencia poética de León, Cárdenas; la cosa es que a esta gente no le hacen mella ni los gritos ni los chicos, y así como quien abate a un enemigo en batalla, el malnacido de Esteban Velásquez le disparó balas de plomo con su Itaka reglamentaria. Pocho primero cayó sin vida, después se levantó eterno, como el Ángel de la bicicleta. ¿Por qué de la bicicleta? Porque Pocho andaba siempre en su bicicleta, recorriendo los barrios y las villas, acompañando a los chicos por toda la ciudad, con su bicicleta, lo sigue haciendo, Cárdenas.
Se hizo justicia, ¿no? Sí, más o menos, qué sé yo, Cárdenas. Si bien en su momento los investigadores de Asuntos Internos de la policía habían reconocido que el asesinato, porque así lo llamaron ellos mismos, había sido afuera de la zona de saqueos y que los disparos no se justifican ni siquiera en carácter intimidatorio, el cartucho naranja que había encontrado una testigo, que son los de munición de plomo, cuando llegó a la Justicia se había transformado en verde, que corresponde a los que llevan municiones de goma. Y encima los policías acusados dijeron que sólo se estaban defendiendo de vecinos que se habían agazapado en los techos de la escuela. Pero, sí, tiene razón, Cárdenas, se hizo Justicia, porque a pesar de todas esas manganetas que quisieron disfrazar el fusilamiento de Pocho, el Juez condenó también a otros cinco policías por falsedad ideológica y encubrimiento agravado, porque comprobó que le dispararon más tarde al patrullero para simular un ataque y decir lo de la defensa propia. ¿Y qué pasó con ese Velásquez? A Velásquez lo agarraron, procesaron y condenaron por homicidio agravado por el uso de arma a catorce años de prisión.
Acá llueve y terminamos hablando del Ángel de la bicicleta, Cándido. Todo tiene que ver con todo, Pelado, como decía Pancho Ibáñez; las tragedias sacan a relucir lo mejor y lo peor de las personas, y estaría bueno empezar a ver más lo mejor y no tanto lo peor, y el recuerdo de Pocho, estoy convencido, va a seguir empujando a unos cuantos a buscar más igualdad, más solidaridad y más justicia. Todo tiene que ver con todo, Pelado.

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