ENTREVISTA A SALVADOR GIL, FÍSICO Y ESPECIALISTA EN ENERGÍA

Energía: “Hay muchos consumos pasivos que se pueden evitar en el país”

El experto muestra varios gráficos. Salvador Gil, doctor en Física de la Universidad de Washington y director de la carrera de Ingeniería en Energía de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), da varias propuestas de cómo se podría hacer un uso eficiente de la energía y destaca los efectos positivos de la producción de energías renovables. Además, argumenta por qué en la Patagonia se debería haber implementado el mismo mecanismo de reducción de subsidios al servicio de gas, propuesto recientemente por el Gobierno nacional para el resto del país.
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Salvador Gil, doctor en Física de la Universidad de Washington y director de la carrera de Ingeniería en Energía de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Por Mauro Fernándes

“Existe un gran consenso acerca de que el calentamiento global –explica a El Diario- que está experimentado la Tierra es producido, fundamentalmente, por el uso de combustibles fósiles. El objetivo de la eficiencia energética es usar los mínimos recursos energéticos posibles para lograr un nivel de confort deseado. Al usar menos combustibles para hacer las mismas actividades, se disminuye el costo de las facturas de los usuarios, se reduce la necesidad de ampliar la infraestructura energética y se mitigan las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global.”

 P: -¿Cómo se puede ahorrar energía?

S.G.: -Hay muchos consumos pasivos que se pueden evitar. Prácticamente todos los usuarios de gas natural en Argentina, alrededor de 7 millones, tenemos uno o más artefactos encendidos en piloto en nuestros hogares y oficinas. El consumo de estos pilotos es de aproximadamente 250 Watts. Por lo tanto, el conjunto de todos los pilotos consumen aproximadamente igual o más energía de la necesaria para hacer funcionar dos usinas nucleares argentinas, o el equivalente a la mitad del gas (unos 5.5 millones de m3/día) que se importa de Bolivia. Es una cifra significativa. Esos 5.5 millones de m3/díason equivalentes a aproximadamente 1.300 millones de dólares anuales de gas importado.

 -¿Qué alternativas hay?

-Ya se pueden conseguir en el mercado calefones que poseen un encendido automático que no requiere piloto. También hay termotanques más eficientes, con mejor aleación térmica. Son acciones de bajo costo. También es muy útil la implementación de un sistema de etiquetado de eficiencia energética en los artefactos, ya que de esa forma los usuarios, debidamente informados, pueden ir eligiendo artefactos cada vez más eficientes. Se trata de una estrategia que ha funcionado muy bien en muchos lugares del mundo, incluyendo la Argentina.

 -¿En qué otros aspectos se puede ser eficiente energéticamente?

-La eficiencia depende de la tecnología usada, pero también de políticas que orienten a los usuarios, para que puedan tomar mejores decisiones. Una buena política es el etiquetado. El decreto 140 (2007) establece que la eficiencia energética es una prioridad nacional. Es una muy buena iniciativa, pero su aplicación ha sido difícil y lenta.

Con el correr de los años se ha generado un uso irracional de la energía por las tarifas subsidiadas. En los últimos trece o quince años, la energía ha estado extremadamente retrasada, sobre todo luego de la devaluación de 2002. Ocurrieron dos hechos significativos en el mundo: en 1998, el barril de petróleo costaba 20 dólares. El valor del gas en la Argentina estaba en dólares. Cuando se produjo la devaluación (2002), las tarifas se congelaron en pesos. El precio de la energía se abarató. A nivel internacional, el precio del barril de petróleo saltó: llegó primero a 100 dólares y luego a 150. En el mercado internacional el precio se multiplicó por cinco, mientras que en el país se dividió por tres. Incluso actualmente los precios internacionales con relación a los de Argentina se han desfasado aún más, porque ha continuado el congelamiento de precios. La energía es extremadamente barata en el país. Por lo tanto, los usuarios se acostumbran a estos precios y no hacen un uso eficiente.

El yacimiento Vaca Muerta (Neuquén) probablemente sea uno de los más importantes del mundo de shale gas. Sin embargo, todavía faltan algunos años para que se puedan reemplazar las importaciones de gas.

 -¿Qué beneficios producirá el mecanismo de reducción a los servicios de gas natural y agua potable?

-Es un paso correcto, aunque creo que la implementación no es la mejor. Se llega bastante tarde. Cualquier actividad es el resultado de toda una trayectoria. Lo que se hizo hasta ahora no fue adecuado por diversas razones. Primero, porque fue innecesario: la mayor parte de los subsidios otorgados durante los últimos diez o doce años no fueron destinados a las personas de bajos recursos, sino que iban más bien a la clase media y media-alta, quienes en realidad no los necesitaban. No hay ninguna actividad que se pueda hacer sin recursos energéticos. No se puede descuidar la infraestructura. Los ajustes llegan tarde, pero obviamente es mejor que se implementen.

 -¿Está bien que no se quiten los subsidios al gas en la Patagonia?

-No. Hay varios estudios realizados que demuestran que, a la misma temperatura, en el sur se consume el doble de gas que en el resto del país. Eso se debe a los altos subsidios otorgados. Por ejemplo, un usuario de Bariloche consume más gas por metro cuadrado que uno de Estocolmo (Suecia), si se compara el consumo específico. En Estocolmo las temperaturas son incluso más rigurosas durante el invierno que en Bariloche. Todo se vincula a los subsidios. En la Patagonia, se deberían otorgar subsidios a las personas que realmente lo necesiten, pero no a toda la población. Un subsidio indiscriminado estimula el derroche y el uso irracional de la energía.

 -En algunos artículos hace hincapié en que el calentamiento global “ha sido producido en buena medida por el uso de combustibles fósiles”.

-Justamente por eso el uso eficiente de la energía tiene un rol fundamental. No se trata de dejar de utilizar los recursos energéticos que tenemos, los cuales otorgan beneficios, pero sí de hacer un uso eficiente de ellos, lo cual aumentaría su duración en el tiempo y disminuiría su impacto ambiental. Hay consumos pasivos de los que se puede prescindir. Para calefaccionar una vivienda, se pueden adoptar algunas formas eficientes, como ser eliminar las grietas, mejorar la aislación térmica de las paredes, techos y aberturas y usar orientaciones adecuadas en los diseños. En Argentina, aproximadamente el 31 por ciento de la energía que se consume se utiliza en viviendas y edificios. Cerca de la mitad de esa energía es usada en el acondicionamiento térmico de ambientes. La temperatura de confort para el ser humano oscila entre los 18 y 25 grados. Cuando la temperatura aumenta por encima de los 25 grados, hay que refrigerar, mientras que si la temperatura desciende de los 18 grados, hay que calefaccionar la vivienda. Para hacer ambas actividades se utilizan combustibles fósiles. A unos pocos metros de la superficie, la temperatura del suelo es extremadamente estable durante todo el año (por ejemplo, en la zona central y norte de Argentina es del orden de 18 grados, muy próxima a la temperatura de confort). Con sistemas muy simples, es posible aprovechar este reservorio térmico para construir un acondicionador de aire natural, que reduce el uso de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero, y es efectivo tanto en invierno (calefacción) como en verano (aire acondicionado). Haciendo circular el aire a través de tubos enterrados (aproximadamente a dos metros de la superficie), antes de llegar al interior de los edificios y las viviendas, la tierra puede utilizarse como sistema de acondicionamiento térmico natural del aire, sin quemar recursos fósiles. Únicamente se utilizaría un pequeño extractor. Es un modo eficiente.

 -¿Dónde se ha implementado?

-Se han realizado estudios en colaboración entre el ENARGAS, INTI y la UNSAM, con el fin de caracterizar las propiedades térmicas del suelo y explorar la potencialidad del uso de tubos enterrados como medio de acondicionamiento térmico de ambientes. El sistema se utiliza en otros países del mundo. Nuestros antepasados incluso pudieron sobrevivir varios períodos de glaciaciones de la Tierra, utilizando cavernas como refugios térmicos adecuados. No se trata de propiedades térmicas nuevas.

 -Usted plantea que el aumento global de la temperatura registrado desde mediados del siglo XX en adelante tiene precedentes. ¿Cómo cuáles?

-Así es. La temperatura de la Tierra no se ha mantenido siempre estable. Se han registrado temperaturas más altas que las actuales en otros períodos, como así también más bajas, en las épocas glaciales. Hay registro de episodios similares a los que se observan actualmente, pero la diferencia es que no pueden ser atribuidos a factores antropogénicos. Cuando se estaban separando los continentes de África y América, hace unos 55 millones de años, en algún momento aparentemente quedaron expuestos grandes yacimientos de carbón y de petróleo que, por causas naturales, se comenzaron a incendiar. Eso generó tanto dióxido de carbono en la atmósfera que la temperatura del planeta comenzó a aumentar. Al cabo de un tiempo desaparecieron los polos, lo que produjo que la Tierra absorbiera más luz del sol. Se comenzó, además, a liberar metano, un gas de efecto invernadero, que se encontraba almacenado en los clatratos de los sedimentos oceánicos. Al calentarse más la superficie, se produjeron incendios masivos. Este evento se conoció como máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (PETM).

 -¿Pone en tela de juicio el cambio climático?

-No. Lo que está ocurriendo en los últimos tiempos tiene todas las características de ser producto, en su gran mayoría, del hombre. Hoy en día se lleva un inventario de todos los gases de efecto invernadero que se emiten. Por lo menos un 60 por ciento de las emisiones que se registran en el planeta son consecuencia del uso intensivo de la energía. No hay dudas del cambio climático.

 -El desarrollo de las energías renovables, ¿implica también un cambio?

-Son importantes. El desarrollo de las energías renovables y la eficiencia energética, son dos caras de una misma moneda. Si se hace un uso eficiente de la energía, la producción de energías renovables adquiere mayor importancia. Las energías renovables son muy importantes pero tienen un aporte pequeño. La energía solar es, por ejemplo, intermitente y durante la noche no está disponible. La eólica también es intermitente. Lo ideal es hacer un uso eficiente de la energía, y luego darle preponderancia a las energías renovables. Hacen falta políticas que conduzcan hacia un uso racional de la energía, pero también se necesita de cambios culturales. No obstante, si el marco no es el adecuado, no creo que los individuos por sí solos puedan revertir la situación.

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