COSAS QUE IMPORTAN

De Víctimas de la Realidad a Co-Creadores Conscientes

El físico John Weeler, colega de Albert Einstein analizando el concepto del papel que desempeña la humanidad en el mundo, llegó a la siguiente conclusión. “Teníamos una vieja idea de que fuera había un universo y que aquí estaba un hombre observador protegido por una placa de 15 cm de espesor. Ahora el mundo cuántico nos ha hecho saber que para observar incluso algo tan pequeño como un electrón tenemos que romper esa placa de vidrio… Por lo que tenemos que tachar en los libros la palabra “observador” y reemplazarla por “participante”. Con estas palabras Weeler explica que según la física cuántica creamos la realidad a través de nuestras percepciones.
Al leer estas líneas varios deben estar pensando: “yo no creé todo este malestar!” Reflexionar sobre estos temas no es para hacernos sentir culpables. Tampoco es para adoptar una postura defensiva y buscar rápidamente a quien echar la culpa fuera de nosotros. Ambas situaciones sólo estarían reafirmando la “antigua forma” de ver y crear nuestra realidad.
Vamos hacia una Nueva Forma, que ya está surgiendo. Sólo hay que aprender a verla. Para poder hacerlo tendremos que quitarnos los “anteojos ahumados” del Viejo Paradigma y ensayar miradas nuevas. Allá vamos entonces!
Si con mis percepciones estoy creando mi propia realidad: ¿de qué depende entonces “mi” percepción del mundo? ¿De qué depende que vea el medio vaso lleno o el medio vaso vacío? Depende de mis creencias. Mis creencias son aquellas ideas arraigadas en mí que definen y condicionan mi “forma de ver” la realidad.
Si estoy viendo caos por todas partes, corrupción, asaltos, inseguridad, etc., seguramente la creencia que dirige mi percepción es: “…este mundo es un lugar inseguro”. Si veo todas estas calamidades no quiere decir que no existan o que las estoy alucinando. Existen. Allí están y son la manifestación de pensamientos y emociones emitidos por millones de seres humanos durante miles de años sobre el Planeta. Coexisten con otras realidades. Como coexisten el vaso medio lleno y el medio vacío, al mismo tiempo y en el mismo lugar. La diferencia la hace el “observador”. Yo soy quien interpreta la realidad y de acuerdo a eso elijo qué acción tomar. Así creo mi mundo.
Habitualmente vivimos inmersos en un caldo de “supuestos” que nos hacen re-accionar y no nos damos cuenta que podemos elegir cómo accionar y lo más importante: elegir en qué realidad queremos movernos. Damos por sentado que la realidad es UNA SOLA y que sus mejores referentes son los noticieros, nuestro estado de ánimo o lo que nos sucedió ese día. Esta visión de la realidad es una “visión ombligo” donde todavía no hemos podido mirar un poco más allá y descubrir que hay un vasto horizonte que trasciende nuestro ombligo y nuestra historia personal.
Cuando comenzamos a considerar la posibilidad de que, aunque sea “sin darnos cuenta”, somos creadores de nuestra realidad, inmediatamente nos embarga la culpa, el enojo o el miedo! Por lo que rápidamente volvemos a refugiarnos en las conocidas trincheras de la antigua forma. Allí se esconden las viejas creencias que confirman nuestro papel de victimas de las circunstancias y nos proveen las justificaciones necesarias para convencernos de que nada podamos hacer para transformar nuestros malestares ni para dejar de sufrir. Si no conseguimos estar felices, al menos estaremos tranquilos, admitiendo que no es nuestra responsabilidad. Con esta actitud, sólo conseguimos reforzar la vieja visión.
Para aventurarnos a ver desde la Nueva Forma se necesita coraje. Coraje para ir más allá de nuestros miedos y de nuestro “dolor personal”. Coraje para animarnos a preguntar: “ ¿Y si esto no fuera todo? ¿Y si sólo estoy viendo una parte de la realidad?”. Obviamente, la vieja forma siempre está acechando para asaltarnos y dejarnos estupefactos con las imágenes de horror que a diario vemos en el mundo. Sin embargo, no tenemos que olvidar, que el horror es sólo una parte de la realidad y es una forma de expresión de una vieja necesidad humana. Necesidad que ya estamos listos para dejar atrás, para despedirnos de ella, para trascenderla definitivamente. Esta necesidad es la necesidad de diferenciarnos en pares de opuestos para reconocernos, para lograr la identidad. Mientras más necesidad tenga de reafirmar mi identidad más me opondré a lo diferente.”Yo no soy eso!”. Así surge la necesidad del conflicto, así surgen las persecuciones, los genocidios, las guerras “santas”. Todas estas formas se resumen en una creencia: “afuera está la solución de lo que a mí me sucede”. Cómo sea que se llame la acción: robo, devastación, corrupción, conflicto, guerra… todas apuntan a lo mismo. A buscar afuera algo que creemos que no tenemos dentro. Algo que creemos que no somos.
La Madre Teresa de Calcuta decía respecto a su trabajo incansable de asistencia a menesterosos y moribundos: “Amo a Cristo detrás de todos sus angustiosos disfraces”.
No tenemos que dejarnos fascinar por el horror. No dejemos que las malas noticias nos atrapen. Que cualquier hecho macabro nos invalide el resto del día y nos deje tristes y agobiados pensando “qué mundo atroz!” más allá de esa primera mirada hay algo más. Hay otra forma de ver y de elegir cómo quiero estar en el mundo. Cómo quiero construir mi realidad.
Viktor Frankl, Psiquiatra Austríaco creador de la Logoterapia y sobreviviente del campo de exterminio Auschwitz, decía: “A un hombre pueden despojarlo de todo, menos de la última de las libertades humanas: la libertad de elegir la actitud que asume en cualquier circunstancia, la libertad de elegir el propio camino.”
Hagamos uso de ese poder de elección que tenemos. Hagamos uso de nuestro libre albedrío adormecido detrás de los anteojos oscuros. Seamos concientes de la forma en que creamos nuestra realidad a cada instante, desde lo que pensamos y creemos que va a suceder. Dejemos de vernos como víctimas para asumirnos verdaderamente como lo que somos: co-creadores de nuestra realidad.
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Por: Dra.Patricia Chambón de Asencio
Email: patriciaasencio@gmail.com

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