CÁNDIDO RIVERA, PARA LO QUE GUSTE MANDAR

El detective no debe saber nunca más que el lector

Por Cándido Rivera
candidorivera@walla.com
www.rivera.bitacoras.com

¡Buenas, buenas, Cándido! ¿Cómo dice que le baila? ¿Otra vez se hizo dueño de la compu? Le van a prohibir la entrada a usted en este boliche, Rivera, ¿no le habían dicho que la compu era para los turistas? Yo también soy turista, Cárdenas, cuando puedo me hago una escapada al Doradillo y no sabe cómo disfruto. Déjese de macanas, devuelva el teclado y sentémonos a tomar un cafecito como dios manda, sin tanto cablerío en el medio. Además, ¿me puede explicar qué hace tan tempranito mirando una pantalla? Puedo, pero no sé si debo.
¿De qué está hablando, Cándido? No se me haga el misterioso, que ya hace punta de años que nos conocemos y no me va a venir justo ahora a esconderme cosas. Lo único que falta es que ahora me salga con que tiene una doble vida. Cárdenas, la única doble vida que puedo tener es el disco de Soda Stereo, además creo que tener una doble vida en Madryn es más difícil que matar a un tiburón a cachetadas. No se crea, Rivera, no se crea, que conozco más de uno que ya tiene unos cuántos escualos en su haber, se la dan de casaditos y hacen desastres los viernes por la noche. No sé, Cárdenas, no me venga con chusmerío de peluquería. No pensaba, Rivera, usted sabe que soy una tumba. ¿Por lo aburrido, Cárdenas? Por lo callado, Rivera, no se haga el piola.
Pero, ya me está cambiando el tema, Rivera, es un maestro para eso. ¿Qué andaba buscando en internet? No estaba buscando nada, estaba mirando mi página. ¿A usted su abuelita no lo quería, no, Cándido? Qué cacho de egocéntrico. No es por egocéntrico, Cárdenas, es que me dejaron un mensaje. Bueno, por fin, porque eso de que su página tuviera para que le dejen comentarios era menos útil que guardabarros de lancha. Veo que se compró un diccionario de refranes, Cárdenas, sí, la verdad es que últimamente estaba medio al gas, pero esta vez sí me dejaron un comentario y todavía lo estoy manyando. ¿Por? ¿No se lo dejaron en castellano? No todo tiene que estar en otro idioma para que sea difícil de entender, Cárdenas. Es verdad, usted habla en castellano y la mitad de las veces parece que lo hiciera en croata. Por eso, Cárdenas, es mejor que me deje solo meditando antes que le comience a hablar en croata. Déjese de jorobar, Rivera, hasta está poniendo esa cara de inspector belga. ¿Cómo Hércules Poirot, Cárdenas? Exacto, el otro día vi una película de Poirot y ponía esa cara para hacerse el misterioso. Qué curioso que traiga a colación al personaje de Agatha Cristie, Cárdenas. ¿Curioso? Si, curioso, porque este mensaje que me dejaron en la página me hizo memorar un par de historias de esa genial escritora inglesa, hasta parece extraido de alguna de sus obras. ¿Para tanto, Rivera? Bueno, qué se yo, me dio la impresión nada más, por eso de que creaba misterios con las cosas más intrascendentes, generando grandes historias a partir de un almuerzo en una casa de campo. Usted Cárdenas debería de mirar menos películas y leer más libros, me parece que le voy a recomendar unos cuántos, mejor aún, le voy a dejar en mi página un par de enlaces a cuentos enteros de Christie, para que ni siquiera ande gastando.
Tenga en cuenta que Agatha Christie, junto a Danielle Steel, son las escritoras más traducidas en el mundo de acuerdo con un informe de la Unesco, que las pone bastante por delante de la totalidad de sus colegas masculinos. Hasta hace poco los autores más traducidos eran Lenin y después aparecía la Biblia, pero ahora el ranking lo encabezan Christie y Steel.
Su propia vida es una novela de misterio, Cárdenas, durante la Primera Guerra Mundial trabajó de enfermera de un hospital, que le sirvió de inspiración para su primera historia, “El misterioso caso de Styles”, donde la víctima moría envenenada.
Estuvo casada por catorce años con Archibald Christie, pero se divorció en 1928, cuando la abandonó para escaparse con su secretaria. No fue muy original el señorito inglés, ¿no Rivera? No, la verdad que no, lo original fue lo que pasó después. Esto le causo a Agatha una crisis nerviosa que devino en amnesia y una noche de diciembre su coche apareció abandonado y ni rastros de ella. Once días después la encontraron en un hotel de playa, registrada con el nombre de la amante de su esposo.
¡Qué vida de novela! Es lo que le digo, Rivera, dos años después, durante un viaje por Oriente, se encontró con un arqueólogo, el inglés Max Mallowan, con quien se casó ese mismo año y desde entonces acompañó a su marido en sus visitas anuales a Irak y Siria. Obviamente utilizó estos viajes como material para muchas de sus historias, como “Asesinato en Mesopotamia”, “Muerte en el Nilo”, y “Cita con la muerte”.
Además fue escritora de teatro, “La ratonera” se representa en Londres ininterrumpidamente desde 1952, y “Testigo de cargo” la hicieron película en 1957, protagonizada por Charles Laughton, Marlene Dietrich y Tyrone Power.
Pero, para serle sincero, Cárdenas, la Christie que a mi más me gusta es la que nos cuenta sobre su entrañable personaje de Miss Marple, una viejita adorable, que vive en un pueblito tranquilo y que es más brillante que cualquier mente policial de Scotland Yard, esa facilidad que tenía para sacar de las cosas más cotidianas las investigaciones criminales más elaboradas es de una factura sorprendente.
Bueno, por lo menos se olvidó del mensajito en su página, Rivera. No, Cárdenas, no me olvidé, todo lo contrario, acordarme de Miss Marple me va a servir mucho para desentrañar este misterio. Si quiere ayudarme, cuando pueda dése una vuelta por mi página y me cuenta qué le parece lo que me escribieron, porque si es lo que yo creo, se me va a armar un tole tole que ni le cuento.

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