PARA LO QUE GUSTE MANDAR

Por el varón del tango

Por Cándido Rivera
candidorivera@walla.com
www.rivera.bitacoras.com

Cándido, ¿hacía falta venir a su casa en vez de al café? Y ¿cuál es su problema de venir a casa? Es que su jermu me mira mal, Cándido. No se preocupe, Pelado, la bruja mira mal a todo el mundo. Pero, Cándido, tampoco me saludó cuando le dije buenos días… No se preocupe, Pelado, no es muy dada para la parla a estas horas. Pero, Cándido, cuando pasó al lado casi me tira el café encima… ¡Bueno, finishela, Pelado, no para de andar llorando usté también! ¿O me va a decir que usté se casó con Grace Kelly? No, Rivera, no, pero me parece que su jermu mucho no me banca. Y no le faltará razón, Cárdenas, qué quiere que le diga. Nada, no quiero que me diga nada, sólo que me responda por qué cornos estamos tomando el café acá y no en lo de Charly. Porque en lo de Charly no pasan tango, Pelado. Si se lo pide seguro que sí. Sí, Cárdenas, si se lo pido sí, pero hoy quería algo más íntimo… Rivera… ¿qué pretende con eso de íntimo? Mire que yo seré moderno pero tampoco tanto… ¡No sea pelandrún, quiere, al final le voy a tener que darle la razón a la patrona cuando dice que usté debe haber tomado mucho mercurio de chiquito! Ve Rivera que no me banca, no me banca ni un poquito. ¡Córtela con los lloriqueos, qué le importa si se lo banca o no mi señora! Y cuando le digo que quería algo íntimo me refiero a que no quiero que me interrumpan, estar tranquilo.
Porque, Cárdenas, ¿usté se acuerda del Varón del Tango? Rivera, yo de nobleza se tanto como de carburación en frío. ¿De qué nobleza me habla, Pelado? ¿No me preguntó por un barón? ¡Varón, con ve de vaca! ¡Ah…! Bueno, tampoco, no conozco muchos varones de vaca, ¿usted se refiere a los terneros? Cárdenas, le juro que no sé para que miércoles me gasto con usté. ¿Qué tienen que ver los toros con los tangos? Ni idea, Rivera, ¿es una especie de enigma? Porque yo con los enigmas soy un negado, no hay forma que le resuelva uno. No sé porque eso no me sorprende, Cárdenas, pero no, no es un enigma, le estoy hablando de Julio Sosa, el Varón del Tango… ¡Acabáramos, Cándido! Sí, a Julio Sosa lo conozco. Mejor, Cárdenas, mejor, bueno, la cosa es que ayer se cumplen 49 años que se pegó ese palo fatal en la avenida Alcorta, a pasos de lo que hoy es canal 7, 49 años, casi medio siglo…
Como usté sabrá, Julio Sosa, además de ser uno de los mejores cantores de tango, le encantaban los fierros y andaba a los pedos por todos lados, ya se había pegado algunos palos feos, pero el último, el del 26 de noviembre de 1964, fue fatal… Habitualmente el último choque es el fatal, Cándido. Usté, Pelado, cuando quiere es profundo. ¿Lo dice en serio, Cándido? No, Pelado.
Pero no me cambie el tema, Cárdenas, escuche este tangazo, “La gayola”, también el último tango que cantó Sosa. Escuche un rato.
Es que Julio Sosa, Cárdenas, fue el último cantor de tango que convocó multitudes, y eso que casi la mitad de su repertorio era idéntico al de Gardel, aunque pensándolo bien, tal vez eso tuvo que ver también. Lo que sí tenía, en esa voz tan varonil, es una capacidad actoral inigualable, Cárdenas, actuaba a la vez que cantaba los tangos.
Pero a diferencia del Zorzal, con él se sabía a ciencia cierta que había nacido en Uruguay, más precisamente en el departamento de Canelones en el seno de una familia muy humilde, con un padre peón rural y una madre lavandera. La pobreza lo llevó a trabajar desde ayudante de mercachifle hasta vendedor ambulante de bizcochos, pero a fuerza de ambición se anotaba en cuanto concurso de cantantes conocía. Se casó bien joven, a los 16, pero apenas duró dos años.
Por esa época también comenzó su carrera profesional en la ciudad de La Paz, como vocalista de la orquesta de Carlos Gilardoni. Y en 1948, con la orquesta de Luis Caruso grabó su primer disco.
Después se vino para este lado del charco, Cárdenas, y a los pocos meses pasó de sacar unos míseros veinte pesos la noche a mil doscientos mensuales con la orquesta de Francini y Pontier. Justamente con Portier estuvo casi cinco años, con quien grabó para Victor y Columbia temas como Cambalache y Martingala. Se volvió a casar y se volvió a separar, y luego se volvió a juntar, esta vez hasta el final, con Susana “Beba” Merighi.
En los 60 se abre solo y junto al bandoneonista Leopoldo Federico, quien le organizó la orquesta acompañante le puso el pecho a la nueva movida que estaba copando la parada, la “Nueva Ola”. ¡Uh! Me acuerdo de eso, Cándido, yo era un nuevaolero. ¿Usté, Pelado? Bueno, Rivera, que lo de “Pelado” vino mucho después… Sí, claro, pero no me lo imagino.
Fue por esa época que el periodista Ricardo Gaspari le puso el sobrenombre de “El varón del Tango” y en el 64 protagonizó la película “Buenas noches, Buenos Aires”, donde cantó y bailó con Beba Bidart “El firulete”, en una parodia perfecta de la batalla entre el tango y la Nueva Ola, porque lo hacían frente a unos jóvenes “twisteros”, que al final de la escena terminaban ellos también bailando tango.
Pero al poco tiempo con un DKW modelo Fissore quiso esquivar a un camión que salía de la estación de servicio de Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla, terminando en una mala maniobra y se estrelló contra una baliza luminosa en la esquina.
Y así lo llevaron al Hospital Fernández y después al Anchorena, pero no hubo caso, quisieron velarlo en el Salón La Argentina, pero la gente fue tanta que lo terminaron trasladando al mismo Luna Park. Y como le decía, Cárdenas, lo último que cantó fue “La gayola” y ese verso tan justo y tan profético, que si escucha bien viene justo ahora, “pa que no me falten flores cuando esté dentro ‘el cajón’”.
Cándido Rivera, para lo que guste mandar.

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