HISTORIAS CURIOSAS PARA CONTAR EN DÍAS DE LLUVIA

Más aburrido que contar un sueño

curiosidades 23-11-13 (las pesadillas)Por Javier Arias
javierarias@eldigito.com

Una de las cosas más paradójicas de nuestra vida son, sin lugar a dudas, los sueños. Me refiero, atento y fiel lector, a la capacidad que tienen los mismos de ser vistos subjetivamente, o sea, ¿cuántas veces se despertó pensando que lo que acababa de soñar era una genialidad, la solución no sólo a sus problemas sino al cambio climático y la desaparición de la especie humana? No me mienta, no sea así que soy una persona sensible. Y dígame, cuando se dio vuelta y comenzó a contarle el sesudo razonamiento a su media naranja, cada palabra que salía, ¿no era un terrrible galimatías imposible de arreglar? Bueno, si quiere seguir en esa postura auto superadora allá usted, a mí me pasó un monton de veces. Es que debe existir un mundo paralelo donde nuestras ideas son realmente geniales y que, como dicen, se pierden en la traducción. Por otra parte, los sueños son sólo divertidos e interesantes para el que los sueña, y ni siquiera, cuando pasa el tiempo necesario hasta a nosotros nos termina convenciendo que esa anécdota que soñamos en la siesta y hasta hace quince minutos creíamos divertidísima, entre el soldado disfrazado de elefante y la señora de sombrero realmente es una memez insoportable. A esa paradójica calidad ambivalente de los sueños me refiero, son verdades reveladas y al instante no podrían ni convivir con los chistes de los papeles de los chicles Bazzoka.
Igual, y de todas maneras, convengamos que no le estoy dando la noticia del siglo, pero es algo que muchas veces termina de sacarme de las casillas. Hasta he llegado a tener un block de hojas y una lapicera en la mesa de luz para anotar ni bien despertado esa historia que me salvaría de la pobreza y me aseguraría no sé si el Nobel, pero aunque sea el premio Alfaguara. Y me saca de las casillas porque sigo pensando que eso que escribí y que leo dos o tres horas después no es lo que soñé y vuelvo a repetirme que debe ser un error en la traducción.
Y como yo, desde la época de Freud para esta parte, hay miles de tipos que buscaron la vuelta de traducir los sueños. No es ninguna novedad, desde que el doble cero son los huevos o el 34 es el borracho, el reino de Morfeo tiene más escribas que los baños de los bares de Constitución.
Así, hasta han hecho un listado de los sueños más comunes y sus explicaciones en el cristiano que hablamos a diario con el panadero. De esta forma, pongamos que usted, adormilado lector, se despierta y se acuerda que acaba de soñar con un terremoto, o un tsunami si vive cerca de las costas japonesas, o una tormenta de grandes proporciones o cualquier otro desastre natural para ser lo más generalistas posible; la cosa es que estos sueños, según los especialistas, representan un miedo inminente en el inconsciente, un fuerte sentimiento de ansiedad. Esta revelación no le va a cambiar la vida, pero, bueno, es lo que dicen.
Otro sueño recurrente parece ser que es soñar que estamos desnudos cuando todo el resto no lo está. Y no estoy hablando de ese tipo de sueños, no sea chancho que esta es una columna familiar. El tema de tener este tipo de sueños lo relacionan con problemas de baja autoestima, falta de comunicación y de relación con nuestros pares.
Si el caso es que nuestra pesadilla es que se caen los dientes, cosa desagradable si las hay, los estudiosos en el campo onírico lo asocian con el miedo a ser juzgados y de cómo nos ven los demás.
Lo de soñar que caemos parece ser que es una de las pesadillas más comunes de todas, y el despertar de golpe, con la sacudida del impacto contra el suelo es de lo más normal que hay, aunque a nuestra pareja no le haga ni pizca de gracia. Dicen que este sueño refleja el exceso de estrés. Nada mejor para evitar estas pesadillas que una semanita en Florianópolis, por ejemplo.
Pero la pesadilla más frecuente, la top de las top, es la de soñar que nos persiguen. Puede ser un oso, un león, un matón, un espía o nuestra suegra, pero siempre se trata de algo peligroso y con muy malas intenciones. Según los expertos, esta pesadilla se da cuando sentimos miedo frente a una confrontación, puede ser contra un jefe, un profesor, un padre abusivo o una relación emocional que peligra su continuidad.
Y, como no nos queremos poner serios ni mucho menos, ya sabe, si sueña con un número de tres cifras, acá arriba tiene un mail, me lo manda rápido que yo le creo y se lo juego a la quiniela, le prometo, querido lector, un jugoso porcentaje de los premios.

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