PARA LO QUE GUSTE MANDAR

A veces no son buenas las primeras impresiones

16Bueno, Cándido, ya falta poquito para que termine esta tortura. ¿De qué tortura está hablando? Porque si es de la suya, a menos que se vaya a vivir a Moldavia, no lo entiendo. Digo que el domingo son las elecciones y se termina por fin todo el suplicio de las campañas. Pelado, a veces no sé cómo contestarle algunas cosas, no le voy a decir que no haya sido una de las campañas más agresivas de las que tenga memoria pero de ahí a renegar de las elecciones…

Por Cándido Rivera

No, no, no me confunda, Cándido, yo no reniego nada, todo bien con las elecciones, pero no me va a decir que no está un poco podrido de los videos, las peleas, las denuncias y la mar en coche. Sí, eso sí, la campaña sucia no le gusta a nadie, bah, creo que a nadie, que garcas hay en todos lados; y tampoco Pelado, me trago el cuentito de que son las reglas del juego y eso de que si querés celeste que te cueste y todos esos lugares comunes que sólo se dicen para justificar lo injustificable, en ningún manual de civilidad dice que nos tengamos que comer todas las operaciones mediáticas y políticas de los últimos meses. ¿Ve?, usted también está podrido, Rivera. No, se equivoca, todo lo contrario, no estoy nada podrido, estoy enojado, pero eso no significa que deje de defender este modelo… ¡Ajá, ahí lo quería agarrar!, ¿así que defiende el modelo nacional y pop…? Estoy enojado, Cárdenas, pero eso no significa que deje de defender este modelo democrático y de gobierno a través de representantes elegidos por el voto popular, no se adelante a lo que voy a decir, no haga las mismas cosas que critica de los otros.
Además, Pelado, todo es cuestión de aprendizajes, somos una democracia muy pequeña… ¿41 millones le parece pequeña? Pequeña de edad, le digo Pelado, me refiero a que tenemos apenas 200 años de vida como país, que comparado con los siglos y siglos de historia de otros es una bicoca, y si contamos que recién pasaron un poco más de treinta años de lograr que un presidente electo suceda a otro presidente electo ya es afano. Tenemos que aprender cómo es esto de dejar gobernar a alguien el tiempo para el que ha sido votado y también tenemos que aprender a delegar el poder cuando ese tiempo se agota y viene otro a reemplazarnos. Como también tenemos que aprender, y eso creo que es lo más difícil, a ponernos de acuerdo en un plan a largo plazo que trascienda las ideologías de cada facción para mantener un rumbo más o menos lógico. Porque ni todo lo que hizo el que vino antes está mal ni todo lo que vayamos a hacer nosotros es una iluminación divina con la garantía del éxito infalible.
Mire, le voy a contar una cosa que me pasó en estos días, que algo tiene que ver. Yo tenía un libro por ahí guardado que no había leído… ¿Uno sólo, Cándido? Bueno, sí, debo tener alguno más sin leer, pero no es el caso; el tema es que hará como dos meses lo vi y me dije que ya era tiempo de leerlo. Es del finado Fernando Peña, ¿se acuerda? El pelado y put… ¡No sea animal, bruto, bestia! Fernando Peña era uno de los mejores conductores radiales que tuvo la Argentina, con un dominio del tiempo, los ritmos y las voces envidiable; bueno, la cosa es que empecé a leerlo y me pareció genial, alucinante. No es un libro en sí mismo, o sea, no es una novela, ni cuentos, es una recopilación de sus notas que fue escribiendo semanalmente en un diario de Buenos Aires. O sea, cada capítulo refleja lo que sentía Peña en esa semana puntual y es muy útil como una especie de mirar nuestra historia reciente desde su particular análisis. Bueno, la cosa es que los primeros capítulos me encantaron y me dije que había sido una verdadera pérdida de tiempo no haberlo leído antes. Es más, le diré que algunas notas lograron iluminarme y hasta lograron que modificara un par de conductas que venía repitiendo de hace un tiempo para esta parte. ¿No será mucho, Cándido, digo, ponerlo a Peña como su gurú espiritual? Lo mismo me dijo el amigo Peter, que será un cabrón, pero a veces la pega con los diagnósticos, no como Nelson.
Bueno, fueron pasando las hojas y me fue desencantando de a poquito. Cada capítulo que pasaba me gustaba un poco menos, le empezaba a ver rajaduras y definiciones que ya no me convencían tanto. Hasta que llegué a un punto que no lo pude leer más, una porquería, una verdadera porquería. ¿No será mucho, Cándido? Digame, Cárdenas, ¿usté no sabe decir otra cosa?, no, no es mucho, terminé abandonándolo en las tres cuartas partes, no me gustó nada, ni como estaba escrito, ni lo que quería decir y mucho menos lo que no quería decir. La verdad que no sé de cuándo serán las últimas notas, si tendrán que ver con sus últimos años de vida, no sé qué le habrá pasado por la cabeza cando escribía esos textos. La cosa es que no me gustó y lo abandoné nuevamente donde lo había encontrado.
Pero, Cándido, ¿qué tiene que ver eso con el tema de las elecciones? Tiene que ver que nada es como lo pintan ni siquiera las primeras impresiones, tenemos que madurar las cosas, analizarlas, tomar con calma estos tiempos violentos y aprender a convivir con los errores ajenos y los éxitos propios, pero más que nada tenemos que aprender de los aciertos ajenos y, por supuesto, de los propios errores. Y seguir adelante, votando este domingo con conciencia y el lunes volver a mirar al de al lado como uno más de los nuestros. ¿Se entiende? Más o menos, Cándido, por lo que es yo, hoy me voy satisfecho. ¿Satisfecho? Sí, es la primera vez que le oigo hablar mal de un libro. Váyase a freír churros, Pelado.

Por Cándido Rivera
candidorivera@walla.com

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